Crónicas

Rammstein en Madrid: Una locura de otra dimensión

«Había llegado el momento de disparar la munición pesada, y el doblete de himnos formado por “Du Hast” y “Sonne”, a buen seguro las dos más celebradas de la noche”, nos hizo soñar despiertos y toparnos con una dimensión paralela de llamaradas por todo el estadio y hasta una lengua de fuego discurrió entre la parte trasera del recinto y el escenario.»

23 junio 2023

Estadio Cívitas Metropolitano, Madrid

Texto: Jason Cenador. Fotos: Iñigo Malvido

Se respiraba la atmósfera tórrida de las grandes citas en el primer día de verdadera canícula que sufrimos en Madrid este recién estrenado verano cuando todavía quedaban horas para que los titanes del metal industrial alemán se instalaran en nuestra dimensión terrenal y la transformasen durante dos horas de onírica, pirotécnica y poderosa descarga en el Estadio Cívitas Metropolitano, que presentaba una entrada cuando menos inaudita para una banda que canta alemán y que jamás ha edulcorado su propuesta.

Es evidente que un concierto de Rammstein trasciende lo netamente musical. Tienen un halo de misticismo y traen consigo un espectáculo de fuego digno de ver, aunque es cierto que este debutante redactor en un concierto de los germanos esperaba incluso un poquito más. En cualquier caso, en la noche de San Juan pusieron las mejores hogueras. Lamentablemente, en estos días el escándalo en su más escabrosa de las formas rodea la figura de Till Lindemann, su vocalista, hasta el punto que el batería de la formación, Christoph Schneider, se ha desmarcado de las turbiedades que presuntamente ocurrían entre bambalinas. Si se demuestran, que tengan sus consecuencias.

Con el estadio ya a rebosar, Abélard, un dúo de diestras pianistas que versiona canciones de Rammstein sin más artificio que sus instrumentos, actuaba en un pequeño escenario situado en un lateral de la parte trasera de la pista parafraseando con calidad y pericia grandes clásicos de los alemanes, algunos más versionables que otros. Fue un ameno hilo musical que iba llenando los tanques de emoción del personal mientras caía la noche, requisito indispensable para que un show de Rammstein luzca con todo su esplendor.

Ya pasadas las diez de la noche, Till Lindemann descendió desde una plataforma y el resto de los integrantes de Rammstein irrumpían desde una abertura inferior en el escenario que se asemejaba a las puertas del averno para acometer con rectitud y vehemencia “Rammlied” ante una marabunta de público absolutamente enfervorecido. Sin tregua, unos certeros guitarrazos nos sometieron en la marcial “Links 2-3-4”, en la que el cantante parecía marchar mientras estrujaba su garganta, aunque quien más marchaba en realidad era el teclista, Flake Lorenz, que mientras tocaba caminaba sobre una especie de cinta de correr.

La bombástica “Bestrafe mich” cayó a plomo sobre nosotros, y una atmósfera verde, casi venenosa, se hacía con el escenario en “Giftig” con esa melodía de teclado que logró atrapar a todos los presentes. No había descanso ni comunicación alguna con el público, no verbal al menos, aunque el espectáculo, el sonido inapelable, mejor que en otras ocasiones en el coso madrileño, hablaba por sí solo.

Por unos segundos nos mecimos en una falsa calma antes de que severos petardazos pirotécnicos hicieran estallar “Sehnsucht”, sucedida por ese temazo coreable a su manera que es “Mein Herz Brennt”, inaugurada por Till cantando sobre un colchón de teclado al tiempo que recorría el escenario de un lado al otro. La pirotecnia empezaba a recabar más protagonismo, con fulminantes llamaradas, y el sonido tenía un empaque absolutamente bestial.

Llegó entonces el estrambótico momento en el que el frontman apareció con un enorme carrito de bebé para arremeter con “Puppe”, al tiempo que en el interior del vehículo surgían llamas rojas que desembocaron en una masiva hoguera. Menos mal que no había bebé, o eso esperamos. Entretanto, un diluvio de confeti negro caía sobre el embriagado gentío.

“Angst” fue, hasta el momento, tal vez la pieza más aplastante de cuantas iban descargando con oficio, entrega y toneladas de energía, aunque hilándolas de manera un tanto mecánica. No había resquicio a la espontaneidad, y “Zeit” fue la siguiente en encandilarnos con sus estimulantes cambios de ritmo.

En penumbra aparecieron los componentes de la banda ataviados de inquietantes trajes luminosos y haciendo coreografías mientras sonaba un remix electrónico de “Deutschland” que desembocó en la propia canción con su país como nombre, y tras ella el teclado del comienzo de “Radio” nos atrapó en su tela de araña antes de que el tema nos perforase sin remisión. Acto seguido, Till Lindemann se agenció un lanzallamas para chamuscarnos mientras gozábamos al son de “Mein Teil”.

Había llegado el momento de disparar la munición pesada, y el doblete de himnos formado por “Du Hast” y “Sonne”, a buen seguro las dos más celebradas de la noche”, nos hizo soñar despiertos y toparnos con una dimensión paralela de llamaradas por todo el estadio y hasta una lengua de fuego discurrió entre la parte trasera del recinto y el escenario. Aquello era una locura, una verdadera e increíble locura.

Al fin dio, en castellano, las buenas noches a Madrid un Till Lindemann que se abrazó con sus compañeros de banda antes de que se despidieran, pero todos sabíamos que volverían. Lo que no esperábamos es que lo hicieran en el pequeño escenario sito en la parte trasera de la pista en la que las pianistas de Abélard volvieron a hacer acto de presencia para tocar la absorbente “Engel”, a cuya conclusión se embarcaron en varias lanchas sobre el público hasta arribar al escenario principal ante nuestra atónita mirada.

La fenomenal “Ausländer” fue de lo mejorcito de una velada de alto octanaje que iba llegando a su fin con “Du riechst so gut”, en la que la mochila que portaba Till escupía llamaradas en todas direcciones, y “Ohne Dich”, que supuso un cierto receso para coger carrerilla antes de la traca definitiva que llegó con la robusta “Rammstein”, la muy aclamada “Ich Will”, en la que Lindemann nos instó a alzar nuestras manos, y la concluyente “Adieu”, envolvente y rocoso zambombazo con el que agotar las reservas de pólvora y dar carpetazo a un concierto de esos que hay que ver al menos una vez en la vida.

Jason Cenador
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Esta entrada fue escrita por Jason Cenador

9 comentarios

  • Juandie dice:

    Gran resumen para otro gran concierto de los maestros del Metal Industrial como son RAMMSTEIN en nuestro bello pais a través de esos clásicos de lo mejor de este gran estilo musical. Esta tarde en casa escucharé mi álbum favorito de la banda germana como es esa joya de 1997 llamada Sehnsucht.

  • José Luis dice:

    Estimado, Si, sin ninguna duda RAMMSTEIN es éso y mucho más ! Pero.. días atrás, leí las palabras de Christoph, y No se "desmarco" simplemente, No dio lugar a las acusaciones..Luego, leí a quienes dan su versión POLÍTICA de un PRESUNTO delito confirman ! La hipocresía de aquellos que en nombre de Delitos ajenos se Atreven a vincular a una de las bandas más CRITICAS del pasado Alemán.
    Buena reseña pero, cuando aludis a algo tan "delicado" dale el contexto, de a quienes o de quienes "hablan" las Comprometidas letras de RAMMSTEIN.
    Gracias por tu atención.

  • Axion dice:

    A mi me encanta Rammstein desde los inicios y los he visto 3 veces con la de ayer..y está vez ha sido la peor por el tema del lugar para tocar..ese estadio suena fatal..y eso a pesar del trabajo que se vió por parte de todo el equipo del grupo.. una pena que un sonido tan malo desde las gradas ensombreció el gran concierto del grupo.

    • Nicasio Gutiérrez Martínez dice:

      Yo también estaba en grada es lamentable el sonido del Wanda.
      No es sitio para grandes conciertos.
      Saludos

  • Miguel dice:

    Si gustan ir a conciertos de Rock
    Estos son esenciales

  • Adri dice:

    Yo estuve allí a la altura del segundo escenario donde tocaron las pianistas. Aún estoy esperando leer una review donde se explique lo mal que sonaban en el Wanda. Prácticamente solo se escuchaba el bajo y la batería.

  • Anónimo dice:

    Solo puedo objetar un detalle de esta crónica. Y es que la mochila de Till con llamaradas en todas direcciones no es de Du Riescht So Gut, sino del tema Rammstein.
    Y tampoco se hace mención alguna de que esa noche fue el cumpleaños de Richard Z Kruspe, el primer guitarrista y fundador de la banda.

  • Isidro Alonso dice:

    En la grada del sector 13 (fila 26), en línea con escenario de Abélard, pero en la parte opuesta, el sonido era perfecto.
    Es posible que no se oiga bien en todo el estadio, lo desconozco, pero decir que el Metropolitano suena fatal me parece una falta de objetividad.

  • Mutter dice:

    El show increíble (de bien)
    El sonido increíble (de mal)
    No sé quién ha podido engañar al grupo para hacerles creer que se les escucha bien allí, o qué responsable del grupo ha comprobado la calidad de sonido.
    De los teclados y la voz ni me enteraba, y estábamos en las gradas justo enfrente del escenario.

    Pero el show... la leche!!

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