Crónicas
Pinpilinpussies en Bilbao: Un grito de rabia desde las entrañas
«Parece que cada vez más gente se ha dado cuenta del tremendo grupo que son en las distancias cortas, pero todavía merecen un reconocimiento mucho mayor. Era la tercera vez que les veíamos en directo y fue la mejor de largo»
27 febrero 2025
Kafe Antzokia, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Quizás pueda parecer una elección hasta cierto punto caprichosa, pero hay que ver lo mucho que cambia un grupo dependiendo del idioma en el que se cante. Si antes el inglés se enarbolaba como orgullo de militancia indie, hoy en día no resultan tan raros los saltos entre una lengua y otra, fiel reflejo de una diversidad social en la que conviven sin demasiados aspavientos diferentes identidades, por más que sigan existiendo fuerzas oscuras empeñadas en separar y echar su meadita territorial.
El dúo vasco-catalán Pinpilinpussies buscó desde sus mismos inicios romper moldes en cuestión de géneros picoteando en el punk o en el rock alternativo y añadiendo la rabia congénita del movimiento Riot Grrrl. Y en el plano idiomático, el inglés fue dando paso al euskera como herramienta de reivindicación y de denuncia de diversas situaciones que no les hacían sentir cómodas. Una manera de desahogarse como otra cualquiera.
Con el EP ‘Ni un paso atrás’ han vuelto a apostar por el castellano, inaugurando además una etapa ascendente en términos de poder de convocatoria. Si ya nos causaron grata impresión en festivales como Tsunami Xixón o BIME Live, la prueba de fuego estaba sin duda en su primera visita a Bilbao ellas solas, algo que quisieron subrayar las propias componentes durante el bolo.
Toparse con un recinto muy concurrido fue una sorpresa que se encontraron de primeras Pinpilinpussies en el piso superior del bilbaíno Kafe Antzokia. La multitud congregada superó por completo sus expectativas y certificó que ya pueden presumir de un cierto tirón por estos lares, algo encomiable en un panorama tan saturado de conciertos.
Pero la mayoría seguro que estaba allí por una razón sólida, como haberlas visto romper la pana en el pasado y no haber permitido que se difuminara aquel agradable recuerdo. La compenetración total entre Ane y Raquel sigue siendo para quedarse ojiplático, probablemente se trate de los pocos grupos en los que se pueden intercambiar tranquilamente las funciones e instrumentos y que el sonido no se resienta lo más mínimo.
“Burdeos” o “Noventas” miraron hacia atrás en un primer momento, una manera de pillar impulso antes de arremeter con el material más reciente en “100 heridas”, un giro de timón que les ha acercado a grandes damas como Aurora Beltrán, y que por supuesto saludamos. Encima es en el directo donde esas piezas cobran su verdadera dimensión. Ojalá apuesten por esta senda en el futuro.
Su faceta más siniestra la cubren con “Hange”, pero no permanecen en ese lugar demasiado, pues “Báilame” se aproxima al indie rock y hasta posee cierto halo a lo Nirvana. “Golpe de gracia” se torna lo que pronostica su título pisando acelerador en modo pop punk a lo Blink-182 y legando uno de los instantes más demoledores del bolo.
Recordaron una anécdota que les sucedió en Barcelona cuando al agradecer a la gente por venir y no quedarse en el sofá alguien gritó: “Por no hacer rafting…”. Quisieron saber si por aquí había también aficionados a ese tipo de actividades, pero la parroquia estaba a otras cosas debido al bolo tan envolvente que se cascaron.
Presentaron un tema nuevo llamado “El final”, si no me equivoco, por lo que parece que su apuesta por la lengua de Cervantes todavía va a permanecer un tiempo a la hora de cantar. Y nos legaron otro punto álgido con “Mandarinas”, que esperemos que tampoco abandone el repertorio de directo en una larga temporada. De las que mejor les quedaron.
Sin desfallecer ni por asomo enlazaron con “En tu portal”, más tralla punk para enfervorizar al personal, que se vio obligado a aplaudir tras “Todo saldrá mal”, no como movimiento reflejo, sino como expresión de asombro ante lo bien que les salió.
“Makarena” aflojó en cierta manera el pistón, pero no ese ímpetu presente en muchos de sus temas. Y con “ERRE” entroncaron por una parte con el post punk contemporáneo tan en boga en la actualidad y por otra con ese movimiento Riot Grrrl que tanto les ha influenciado a nivel musical e ideológico. Como en todos los ritos y ceremonias, deberían acabar con una especie de éxtasis o momento de revelación, que se alcanzó cuando pusieron el micro en medio de la gente e hicieron temblar hasta el suelo con la apabullante “47 segundos”. Guau, no esperábamos semejante descarga, una hora, pero a un nivel encomiable.
Parece que cada vez más gente se ha dado cuenta del tremendo grupo que son en las distancias cortas, aunque todavía merecen un reconocimiento mucho mayor. Era la tercera vez que les veíamos en directo y fue la mejor de largo. La cosa no tiene pinta de quedarse ahí, no sería extraño que siguiera incrementándose su predicamento entre fans del punk o del rock alternativo. Su grito de rabia desde las entrañas resuena más convincente que nunca.