Crónicas
Miguel Ríos & The Black Betty Trio en La Adrada (Ávila): De Granada al Olimpo de los vivos
«De Memphis a Granada, de Granada al Olimpo de los vivos, somos afortunados por tener a Miguel Ríos.»
15 agosto 2022
Piscina Municipal Las Gorroneras, La Adrada (Ávila)
Texto: Paco Madrid Pérez. Fotos: Carmen Molina
Así se escribe la historia, una y otra vez; el rock y los viejos rockeros nunca mueren. 40 años después, el granadino Miguel Ríos volvió a la localidad abulense de La Adrada donde fue recibido en loor de multitudes con una expectación máxima, como no podía ser de otra manera. Nuestro rey del rock & roll no se quiere retirar y tampoco le dejan.
Así comienza sus conciertos, con “Hola Ríos, Hello”, de su nuevo disco. Es toda una declaración de principios desde que anunció su retirada hace una década. Miguel es mucho Miguel. Ya lo dijo hace mucho, el rock es un boomerang y siempre volverá. Lo cierto es que en estos diez años “retirado” no ha dejado de colaborar y acudir a cualquier iniciativa solidaria a la que ha sido reclamado o a tocar en la emblemática Alhambra de su Granada natal en 2017. Eventos puntuales y maravillosos a los que Miguel no se ha podido resistir.
El destino es caprichoso. Fui testigo de aquellas dos noches de marzo del 82 en el inolvidable ‘Rock & Ríos’ del insigne y añorado Pabellón del Real Madrid (que es también el equipo de Miguel como todos saben), le acompañé a varias ciudades de esa gira, al igual que en la siguiente ‘El Rock de una noche de verano’, con Luz y Leño. Pasó tiempo hasta que volví a verle en esporádicas apariciones; me quedé con ganas en otros muchos proyectos suyos con la Big Band o su despedida ‘Bye Bye Ríos’.
Hace diez años me sentí el rey de las ondas cuando Miguel vino a Radio Enlace a mi programa “Así suena el rock”, celebramos y recordamos el treinta aniversario del ‘Rock & Ríos’. Y llega este año 2022 donde vuelve a reunir a la vieja guardia de hace 40 años y soy testigo de una de las dos noches del antiguo Palacio de los Deportes con una pléyade de invitados, algunos históricos y coetáneos de Miguel y fue un lujo total. Y ahora en La Adrada he vuelto a rejuvenecer saludando a Miguel y recordarle que pronto le volveré a ver y a presentarle con todos los honores.
La Adrada y su piscina municipal, en pleno pinar rodeado de un gran ambiente familiar y acogedor, fue el escenario perfecto y poco habitual para ver al gran Miguel, que en la prueba de sonido hizo gala de su habitual buen humor y sus infinitas tablas en el escenario, su hogar musical. No le convencía algo del sonido y bromeaba algo incómodo con sus músicos y el reducido público que le saludábamos desde nuestro sitio refrescándonos con una bebida sin alcohol. Muchas gracias a la organización que estuvo atenta a nuestra presencia y nos dio todo tipo de facilidades para realizar nuestro trabajo y permitió que pudiéramos saludar al propio Miguel unos instantes antes de comenzar una noche mágica e inolvidable. Y gracias a mi querida amiga Carmen Molina, paisana de Miguel, por elegirme a acompañarla en este corto pero intenso viaje. Carmen le hizo entrega de su libro ‘Madrid en pausa’, dedicado, y Miguel agradeció enormemente el detalle. Quedó prendado de algunas de las fotografías que Carmen plasmó durante el trágico confinamiento en la capital española.
Con el primer objetivo del viaje cumplido, nos acomodamos en nuestra localidad. Poco más tarde de las diez y media de la noche, los músicos salen y la silueta de Miguel apareciendo ante el micrófono hizo que el clamor se desatara.
Comienzan con la nueva composición “Hola Ríos, Hello” que nos dejó muy buen sabor de boca, con su aplaudida letra asintiendo con la cabeza y pensando: “¡No te retires nunca!”. Miguel se las prometía felices en su retiro escribiendo sus memorias y no queriendo envejecer en el escenario. Cuando quiso parar, le dio “El blues de la tercera edad”, dejó las giras, los vicios y los placeres que da el oficio y al dejar de saltar notó que se empezaba a oxidar. En sueños oía cantar a su público, al que le debe más de mil disculpas, cantar en la ducha era aburrido y aquella gira de despedida le convirtió en embustero de por vida y no podía aguantar las ganas de oírles cantar.
Hace diez años bajó de la noria pero este oficio escribe su historia, ahora se ha vuelto a enganchar, probó el veneno y no se quiere curar; diez tacos después le pregunta a las chicas: “¿Cómo me veis?”. No lo digáis, por Dios, las mujeres del recinto gritaban en masa: “¡Guapo, guapo!”. Un baño de masas.
Miguel es un “capo”, es nuestro “Boss” del rock y de un estilo propio que ha trascendido por encima de décadas, marcas y etiquetas. Supo aglutinar como nadie a públicos de todas las edades y gustos. Y estamos encantados que haya regresado por “Un largo tiempo”.
Arrancó el indispensable “Bienvenidos” y el clima ya no bajó de intensidad yendo a más en cada canción. Hasta siete canciones del nuevo disco “Un largo tiempo” sonaron en el repertorio. Un gran trabajo muy completo que está por encima de estilos y que gusta a todo el mundo con historias muy identificables y aleccionadoras. ¿Cómo se va a retirar Miguel si es capaz de componer y cantar de esa manera a sus 78 tacos?
Yo disfrutaba cada acorde y cada tema como si fuera lo último que pudiera hacer en este loco mundo. Cuántas veces me he dicho al ver muchos conciertos históricos: “Ya me puedo morir después de esto”. Luego repetía: “Bueno, espera un poco, que no hay prisa”.
La historia de Miguel es la historia de un pionero de los 60 que se empapó de esos pioneros americanos e ingleses de la época a los que versionó. Ya en los setenta iba por delante de todos adelantándose a su época, montando espectáculos más que dignos y se rodeaba de los mejores músicos, algunos de ellos de fuera de nuestras fronteras. Ahora, no iba a ser menos.
The Black Betty Trio lo forman Gaby Pérez en la guitarra pedal steel, banjo y acústica; Manu Clavijo al violín y guitarra acústica; Luis Prado al piano y José Nortes a las guitarras acústica y eléctrica. Vaya lujo de artistas completos de categoría. No hay sección rítmica, es un semiacústico, y todos ellos llenan y envuelven el escenario de manera brillante haciendo que Miguel se sienta en casa, a gusto, alegre, relajado, simpático y bromista.
Más de dos horas sin parar, salvo el inciso donde dejó el protagonismo a Manu y Luis, que se cantaron una canción cada uno de sus últimos trabajos, muy aplaudidos por el respetable. Miguel vuelve tras ese breve descanso y ya no para de arengar, animar a cantar y a mover el esqueleto del público totalmente entregado. Los temas más marchosos y rockeros, mis favoritos por encima del resto, no dejaron atrás a “El río” y “Santa Lucia”, fetiches imprescindibles para el granadino que se enfunda también la guitarra acústica y da más empaque al sonido. Con el “Himno a la alegría” Miguel y su Black Betty Trio se despiden triunfando de pleno.
De Memphis a Granada, de Granada al Olimpo de los vivos, somos afortunados por tener a Miguel Ríos.
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1 comentario
Cojonudo como extenso resumen hacia el gran concierto que se marcó uno de nuestros músicos más ilustres como es el granaino MIGUEL RIOS y sus buenos músicos en dicha localidad abulense después de 40 años sin pisar la provincia. Grande MIGUEL RIOS.