Hiagen: Tiempo de melómanos

La voz rasgada y melódica de Edgar Soberón se proclamó una de las protagonistas más relevantes de la noche. A ello se suma la dulce delicadeza de las guitarras del propio Soberón y Moisés Martín, tan transformadoras que consiguen estar siempre a la altura en cada uno de los temas.

Atrás no queda la maestría de David Fernández “Darwin” a la batería, con un pulcro sentido del tempo y de diversas fórmulas rítmicas, en sincronía y concordancia con su compañero Rodrigo Téllez, al cargo del bajo. Los teclados de Iván Mella son un soplo de aire fresco que libera la tralla marcada por los demás instrumentos que revitaliza el ambiente con cada nota que proyecta.

La diferencia entre escucharlos en directo y en cualquier plataforma digital es prácticamente imperceptible, por lo que la puesta en escena fue gloriosa. Cada uno de los instrumentos podía apreciarse con completa naturalidad, o al menos lo más natural posible en la era digital en la que vivimos.

Así logró verse en cada una de las canciones interpretadas, desde “A la luz de los hechos” hasta “Una despedida a tiempo”. El orden en que se tocaron fue muy acertado y gracias a ello no hubo decaimiento ni desazón; lograron mantener al público despierto y entusiasmado hasta el fin del evento. Se podía observar a múltiples fieles seguidores de la banda, que destacaban entre multitud debido al entusiasmo y energía tan especial que desprendían, contagiando finalmente al resto de los asistentes.

El evento abrió con “Cuando ruge la marabunta” dejando aflorar la buena técnica de los integrantes de esta formación musical. El sonido hardrockero y alternativo se liberaba mediante tintes melódicos con cada acorde de la guitarra. Un sentimiento de sosiego recorría el pequeño habitáculo en el que nos encontrábamos coreando el estribillo del tema. Desde el inicio, se lograba entrever que la atmósfera creada era la idónea para liberar tensiones y disfrutar, una vez más, de escuchar música.

Los melómanos que allí se encontraban se vinieron arriba con “La calidad del sueño”. Esta especie de balada experimental ganó la atención de cada uno de los asistentes por su subida escalonada, tanto rítmica como armónicamente, que otorgó fuerza y carácter a la propia puesta en escena.

Muchos de los temas tocados pertenecen a su disco ‘El diálogo interior’ (2018), entre los que encontramos “Manual para no hacer nada”, “La esquina segura” y “Algún buen final tiene que haber”. Todos ellos desprenden la singular chispa que Hiagen posee. Además, pudimos deleitarnos con la canción que da título a su último EP, “El planeta cúbico”, en la misma línea que los mencionados anteriormente.

El deseo de poder verlos otra vez en directo se hace cada vez mayor y es un deseo que comparten todos los que acuden a sus eventos. Aquellos que aprecien la música deberían asistir, al menos, una vez para embelesarse con la mezcolanza musical y buen gusto que Hiagen consigue recoger bajo su abanico compositivo.

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