Crónicas

Dead Kennedys en Bilbao: Atisbos punk en un océano de cháchara

«Hubo, en definitiva, algunos atisbos punk en ese océano de cháchara, pero la sensación dominante era que aquello no había pasado de una verbenilla en la que se estiró el chicle demasiado y acabó por perder ese componente dinámico que debería estar garantizado en cualquier concierto punk.»

15 octubre 2022

Sala Santana 27, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Sustituir a un cantante icónico es muy complicado, sobre todo si hablamos de un tipo tan carismático como Jello Biafra, un auténtico líder intelectual que por su espectacular halo de influencia en el punk y derivados podría compararse con Johnny Rotten de Sex Pistols. Acometer una reunión de Dead Kennedys sin uno de sus pesos fundamentales tenía sus riesgos, pero por lo menos podíamos hablar de una formación en la que los restantes miembros sí pertenecían a la etapa gloriosa de la banda, lo cual no es poco dados los tiempos que corren.

Dead Kennedys

Lo que sí que no tiene justificación ninguna es la falta de actitud punk en el escenario, pues eso no es algo que venga inmediatamente asociado a un nombre señero ni tampoco se otorga por gracia divina. Hacen falta hechos palpables sobre las tablas y la excesiva verborrea no suele ser uno de ellos. Es más, este detalle puede echar a perder por completo un bolo y provocar que la mayoría se aburra como un hongo y considere aquello poco menos que un sainete.

Hubo una nutrida afluencia esa jornada en la bilbaína sala Santana 27, como merecían unas leyendas del hardcore punk, pero los cabezas de cartel no supieron aprovechar la situación. Mucho más lustre le sacaron los teloneros Txarly Usher y Los Ejemplares a unos raquíticos treinta minutos en los que se apuró el tiempo de verdad y no hubo pausa alguna, lo que venía siendo un concierto punk, vamos.

Txarly Usher y Los Ejemplares

Trallazos del calibre de “Letras tristes”, “Hipnopedia” o “Anfetamina” demostraron la solidez de un proyecto que seguramente sea de lo mejor que se puede escuchar hoy en día dentro del rollo siniestro o post punk. Y encima con talentos tan desbordantes como el vocalista Txarly Usher, que siempre se deja la piel y lo que haga falta, o el histórico bajista Rafa Balmaseda de Parálisis Permanente, de los que sonó al final una apabullante “Un día en Texas” para despeinar hasta al más reticente. Fue corto, pero como un rayo. Alguno al terminar gritó: “¡A la mierda los Dead Kennedys!”. No me extraña, se los comieron con patatas.

Un servidor ya había visto anteriormente a la encarnación actual de Dead Kennedys, por lo que tampoco iba sin conocer lo que contemplaría aquella noche. La cosa prometía al principio, más con la intro morriconiana de ‘El bueno, el feo y el malo’ que recuerda indefectiblemente a los siempre añorados Ramones y una velocidad de crucero que para cuando llegaron a “Police Truck” ya se tornaba considerable.

Dead Kennedys

Pero el histriónico frontman Ron “Skip” Greer no tardó en picar a la peña comparando el fútbol americano con el europeo, la provocación utilizada de manera adecuada tampoco es mala. Luego echó mano del concepto de hermandad punk e instó a tratar a los semejantes con “amabilidad” y “empatía”, algo que nunca de está de más recordar en un país de salvajes maleducados como el nuestro, aunque en el festival Rebellion de Reino Unido ni falta hace insistir en pilares básicos de convivencia. Es algo tan unido al movimiento punk como la cultura antifascista.

Había piezas imbatibles como la garajera “Let’s Lynch The Landlord” o la bomba “Kill The Poor”, que desató los primeros pogos, ante las que no se podía ni rechistar. Tanto el mítico guitarrista East Bay Ray como el bajista Klaus Flouride cumplían su papel sin demasiados aspavientos, con el esmero necesario para mantener el legado con dignidad, y D.H. Peligro a las baquetas tampoco erraba golpe.

Dead Kennedys

Un punteo de inspiración blues puso a bailotear al personal y desembocó en el himno “Too Drunk To Fuck”, donde el cantante lanzó agua al respetable como un loco y no dudó en bajar la escalera para cantar a escasos metros de una señora que casi se asustó. “Qué gente tan fantástica, me gustaría estar así toda la noche”, dijo Greer antes de intentarnos colar la trola de que había venido la policía y que le habían dicho que había que parar el concierto de inmediato. Una coña que tampoco lo era tanto para los que nos acordábamos de los controles de las autoridades en los aledaños de la sala durante la pandemia para que nadie se saltara esa absurda prohibición de no poder salir del municipio.

La brasa que estaba soltando el cantante superaba ya todos los límites imaginables, por lo que no era raro que muchos desconectaran. Poco después, el aporreador D.H. Peligro también se animó con los discursitos para soltar un “No a la homofobia, al sexismo y al racismo” antes de la fundamental “Nazi Punks Fuck Off”. Menos mal que no se enteraron de que estaban tocando en un lugar donde gobierna un partido xenófobo cuyo fundador decía que las mujeres eran seres inferiores, así como la gente de izquierdas. “Los malos vascos”, según las palabras de un adalid de la pureza racial como Sabino Arana.

Dead Kennedys

Pillaron algo de carrerilla al final con “California Über Alles”, que desató gritos y pogos entre la concurrencia, pero entonces ya tocaba ausentarse para los bises, al de una hora escasa, que ni siquiera había sido tal si descontábamos los minutos de charla. A la vuelta, la animada “Viva Las Vegas” popularizada por Elvis mantuvo la atención y la velada alcanzó su punto culminante con “Holiday in Cambodia”, donde el vocalista se metió entre el público para cantar la parte que hace alusión al dictador Pol Pot.

Los californianos regresarían todavía una vez más con un “Chemical Warfare” que alargaron tanto que hasta les sirvió para colar ese “I Fought The Law” que la mayoría asocia a The Clash e incluso el “Sweet Home Alabama” de Lynyrd Skynyrd. Un popurrí que finiquitaron regresando de nuevo a la pieza original.

Dead Kennedys

Hubo, en definitiva, algunos atisbos punk en ese océano de cháchara, pero la sensación dominante era que aquello no había pasado de una verbenilla en la que se estiró el chicle demasiado y acabó por perder ese componente dinámico que debería estar garantizado en cualquier concierto punk. Ya lo hemos dicho antes, el concepto punk hay que ganárselo, no lo regalan en redes sociales ni se asegura de forma vitalicia.

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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Cojonudo resumen hacia el currado directo que se marcaron una de las bandas más históricas del Punk Rock Americano como son los históricos DEAD KENNEDYS a través de estos clásicos en la Santana Bilbaina.

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