Crónicas

Dark Moor y Arwen en Madrid: Una historia de hermandad y melodía

«Fueron y son compañeros de propósito, de aventuras y desventuras, de pentagramas, de melodías y de pasión bajo el paraguas del heavy y el power metal, los unos más progresivos y los otros más sinfónicos»

1 octubre 2022

Sala Cool, Madrid

Texto: Jason Cenador | Fotos: Jason Cenador, Jorge Enríquez

Dos de las bandas más avezadas técnica y compositivamente de nuestro metal melódico rindieron culto a su arrolladora vigencia cerca de tres décadas después de su génesis en una velada que pasó de ser un previsible ejercicio de nostalgia a una actualización completa de por dónde transcurren sus caminos tantos años después de aquellos años noventa en el que compartían mucho más que coexistencia musical.

Dark Moor | Foto: Jason Cenador

Desde la juventud de sus comienzos, siempre mantuvieron una estrecha amistad los miembros de Arwen y Dark Moor. Fueron compañeros de propósito, de aventuras y desventuras, de pentagramas, de melodías y de pasión. Bajo el paraguas del heavy metal y el power metal, los unos más progresivos y los otros más sinfónicos, inauguraron unas sendas que se cruzaron de nuevo en esta noche de viernes en el corazón de Madrid, en la muy céntrica sala Cool.

Inauguraron el show Arwen con un sonido exquisito, refinado y poderoso a partes iguales desde el minuto uno, algo que, por otra parte, cabe esperar siempre cuando Dani Melián, compañero de filas del vocalista José Garrido en los prestigiosos New Life Studios, se pone a los controles. El comienzo de su gala fue fastuoso, con “Hollow Days” alzándose, de buenas a primeras, como de los mayores himnos que escucharíamos en toda la velada. La voz de José, quien enseguida puso de relieve la hermandad desde los comienzos entre ambas bandas protagonistas, sonaba milimétricamente entonada, arrolladoramente enérgica, y los miembros de la banda se vistieron de metrónomos andantes, acompasados como si aquello fuera una sesión de estudio ante la que no habría posibilidad de segunda toma.

Arwen | Foto: Jorge Enríquez

También de su último trabajo, aquel ‘The Soul’s Sentence’ con el que en 2018 rompieron un silencio de catorce años, son “Crying Blood” y “Us of Them”, una rutilante argamasa entre finura, profundidad, lucidez y corrosión. Con “Dance of Souls” nos condujeron a su pasado, a aquel ‘Illusions’ de 2004, y José se recreó con unos agudos prodigiosos. Tras ella, aprovechó para presentar a su más reciente incorporación, el guitarrista Álex Skorza, cuyas seis cuerdas convivieron a la perfección con las del virtuoso hacha Gonzalo Alfegeme y el teclista David Muñoz, que entró a la banda el pasado año en sustitución de Javi Díez. Tanto Skorza como Muñoz dieron buena cuenta de sus aptitudes vocales flanqueando a José con voces graves y guturales cuando las canciones así lo demandaban.

Arwen | Foto: Jason Cenador

“Endless Burden” fue el preludio de “You Know My Name”, canción original de Chris Cornell que fue banda sonora de Casino Royale y que sonó estupendamente mimetizada con su personalidad musical. También hubo tiempo, tras la laberíntica y majestuosa “My Worst Self”, para levantar el pie del acelerador en el intenso, bonito y evocador medio tiempo que fue “Our Chance”, para la que reivindicaron que todo el mundo necesita una oportunidad, por lo menos una vez.

Volvieron a llenar el tanque de gasolina para echar el resto en “When the World Doesn’t Matter”, “The Void” y “Torn From Home”, culminando un show de altos vuelos por parte de una banda que tal vez no sea la más digerible del mundo a primera escucha, pero cuya apuesta por un metal progresivo de muchísimos quilates con la elaboración y expresividad como piedras angulares, irrenunciables las dos, hacen de ella un monumento de nuestro panorama que debería ser mucho más concurrido a estas alturas.

El largo intermedio entre ambos conciertos nos permitió no solo tomar el aire, sino también una cerveza en algún otro lugar donde el pudor superase a la usura. Y es que seis euros, repito, seis euros, es lo que costaba un tercio de Budwaiser en la Sala Cool de marras. Lo guay se paga: es el mercado, amigos.

Arwen | Foto: Jason Cenador

Con puntualidad empezó a retumbar la absorbente introducción que daría paso al esperado show de Dark Moor, el primero en más de tres años por parte de una de nuestras bandas más aclamadas allende nuestras fronteras en el plano del metal melódico. Desde aquel Escena Rock que disfrutamos casi en el tiempo de descuento antes de que la pandemia torciese nuestras vidas, el combo madrileño no se subía a las tablas, y con un nuevo disco en el horizonte del que irán despachando singles en las próximas semanas, su última obra sigue siendo aquel ‘Origins’ de 2018 en el que el folk empapó cada una de sus composiciones.

Dark Moor | Foto: Jason Cenador

No fue, sin embargo, aquella última placa la que protagonizó los primeros compases del show, en la que, pese a un sonido inicialmente deficiente, relumbró como una certera lanzada “First Lance of Spain”, seguida del himno que es “Before the Duel”, imprescindible para ellos cuando se trata de mirar por el retrovisor. El disco al que pertenece, ‘Beyond the Sea’ (2005), es el más antiguo al que se remontaron. Ya habrá tiempo, esperemos, confiemos, de revisitar con más denuedo aquellas obras en las que el power metal sinfónico deslumbraba desde la cima del género. Siempre merecieron mucha más notoriedad de la que obtuvieron en esas lides, por mucho que se prodigasen fuera del país. ¡Ay, si hubieran sido italianos o finlandeses!

Parece, no obstante, que aquellas páginas de gloria para los más devotos de los sonidos pomposos, abrumadores, trepidantes y épicos forman parte de un capítulo cariñosamente recordado pero rara vez releído por sus artífices. Ahora les seduce más un folk rock que en “Birth of the Sun”, la siguiente en liza, lleva su esencia entretejida con trazos de Thin Lizzy en las guitarras del maestro Enrik, que para este tipo de canciones recibió la asistencia de la acústica interpretada por Alfred. La voz del cantante, por cierto, estaba a un nivel supremo, sobresaliente, en consonancia con su presencia sobre las tablas. Mucho peso también en todo el show tuvo el violín de Óscar Calvo, el genial violinista de mis queridos Cronómetrobudú. Pura poesía melódica.

Uno de los puntos álgidos del show llegó con la gloriosa “On the Hill of Dreams”, en la que tanto Enrik como Alfred rindieron a las mil maravillas. Abanderada de ‘Autumnal’ (2009), fue su single y tal vez su pieza más digerible, y en el concierto resultó la única representante de un álbum, probablemente en el podio de los mejores del power metal sinfónico de nuestras latitudes, que merece muchísima más presencia.  Otro día será.

Dark Moor | Foto: Jason Cenador

El repertorio se escoraba hacia los terrenos más accesibles y livianos de su propuesta, y así lo refrendaron “Crossing Through Your Heart” y “Windmills”, lejos del apabullante muro sonoro de sus composiciones más ampulosas. Sí que nos retrotrajo a aquella faceta de una banda con caras muy diferentes “Vivaldi Summer Storm”, la excelente versión de la primavera de Vivaldi que acaban de parir como último single y que discurrió como un emocionante duelo entre violinista y guitarrista. Nos pidió tras ella Enrik que alzásemos nuestra cerveza antes de la tabernera “Raggle Taggle Gypsy”, vivaracha cover de una canción tradicional oriunda de la frontera escocesa, pero prácticamente nadie levantó bebida alguna. El mercado, amigos.

Los intermedios dilatados entre canción y canción fueron constantes, tal vez excesivos, y en este punto, uno de los más prolongados valió para que Enrik se explayase guitarra en mano con guiño a Lenny Kravitz incluido. Fue la antesala de “El último rey”, con la que la lengua de Cervantes hizo su primera aparición de toda la noche, aunque se prodigarán más en nuestro idioma con el próximo disco, que será íntegramente en castellano. Tras ella, un solo de batería sin mucho misterio por parte del gaditano Carlos Delgado (Snakeyes, ex-Sphinx), paisano de Alfred y última incorporación a la banda.

Dark Moor | Foto: Jason Cenador

A medio tiempo, prosiguieron con “Love From Stone” y, nuevo intermedio mediante, con la bonita “And Forever”, con cierto aroma a taberna irlandesa. Bien recibida por un público que no estuvo demasiado exultante y que fue animado a cantar por parte del frontman fue “The Road Again”, con uno de esos estribillos que al cabo de un rato uno se sorprende tarareando sin comerlo ni beberlo.

Ya en terreno de los bises, un precioso movimiento de un violín que sonaba cristalino y cautivador nos condujo, con un teclado disparado de fondo, hacia “A Music In my Soul”, otra vez a medio tiempo, tras la que llegó el turno de la única canción embajadora de otro de esos discos que pide a gritos más protagonismo, ‘Tarot’ (2007). Se trató de su cuasi homónima “The Chariot”, de efectivo estribillo y cuya parte más barroca, más envolvente, quedó a años luz de su suntuosidad en estudio. De hecho, a su final la guitarra de Enrik dejó de sonar por unos segundos mientras él ponía ante su micro la voz más agresiva.  Eso sí, la química entre unos músicos que se nota que siguen disfrutando bajo los focos como la primera vez era tal que las chanzas fueron constantes y hasta Alfred terminó limpiando el sudor de Enrik con una toalla mientras él seguía tocando.

Muchísimo más empaque, garbo y consistencia trajo consigo la concluyente “La canción del pirata”, en la que parafraseando a Espronceda lograron una mayor comunión con el público y exhibieron, ahora sí, su vertiente más contundente y épica. Culminaron así un concierto que supuso un regreso a la actividad en vivo que esperemos tenga continuidad más pronto que tarde.

Jason Cenador
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Esta entrada fue escrita por Jason Cenador

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extensa crónica hacia las dos potentes actuaciones que se marcaron dos de nuestras bandas más grandes en lo que a Power Metal se refiere como son ARWEN y DARK MOOR presentando ambas bandas sus respectivos nuevos álbumes de estudio en la Cool Stage madrileña.

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