Crónicas
Anciients + Black Wizard: Portando la esencia ocultista de los setenta
«Fue un auténtico placer poder disfrutar del despliegue de estos canadienses»
18 marzo 2018
Sala Wurlitzer Ballroom, Madrid
Texto y fotos: Pablo Camacho
Desde la lejana Vancouver, en Canadá, llegaban por primera vez a España Anciients y Black Wizard, dos bandas que desprenden la esencia de los grupos ocultistas de los años setenta. Un domingo a más de las diez de la noche no es buen momento para empezar ningún tipo de evento, por lo que tuvieron que conformarse con una sala a medio llenar, pero visto el entusiasmo de los presentes, seguro que si hubiese caído en sábado o en un horario más adecuado, el recinto hubiese estado a reventar. De todas maneras, es de agradecer que se apueste por bandas como estas sin apenas experiencia a este lado del charco y con un seguimiento más moderado.
Veinte minutos pasaban de las diez de la noche cuando los componentes de Black Wizard subieron al escenario del Wurlitzer Ballroom. El volumen al máximo hace imposible centrarse en otra cosa que no sea su música. Unas notas que recuerdan al rock sucio setentero, pero que esconden mucho más. Su sonido está a medio camino entre el thrash y el stoner rock, un totum revolutum en el que las letras ocultistas son el hilo conductor. Adam Grant mantiene una sonrisa permanente a las voces. Transmite felicidad por lo que hace mientras aporrea su guitarra y saluda a todo el que le dedica un gesto. Pero las miradas irremediablemente se tornan hacia el guitarrista Danny Stokes que, a pesar del sonido cargado causado probablemente por una ecualización incorrecta, demostraba su técnica cuasi neoclásica, recorriendo el mástil arriba y abajo encadenando punteos, tapping y shredding sin pausa alguna. El tema “Feast or Famine” da buena cuenta de ello, canción que ha sido single de la banda.
“Somos simplemente una banda de canadienses disfrutando de Madrid, ¿no es increíble?”, ‘Livin’ Oblivion’, lanzado este mismo año. El público está en conexión con la banda, y es que nadie se ha querido perder el show de apertura. El headbanging llegó con “The Priest”, uno de los temas más reconocidos de la banda, a pesar de que solo tenga un par de años. La fiesta era continua y Grant se bajó del escenario a tocar su guitarra frente a Aaron "Boon" Gustafson, bajista de sus paisanos Anciients, que entre idas y venidas de camerinos no quisieron perderse el concierto de los que, tras este tour, seguro son muy amigos. Los 45 minutos de concierto cierran con “Livin’ Oblivion”, un tema pesado que sirve para demostrar la capacidad rítmica de Evan Joel (bajo) y sobre todo Eugene Parkomenko a la batería. Prometieron continuar la fiesta al bajarse del escenario y así fue. Rondaron la zona de merchandising y se acercaron a ver el concierto de sus colegas mientras atendían a todo aquel que se quisiese acercar.
Veinte minutos pasaban de las once cuando Anciients empezó su concierto. Se retrotraen a sus inicios con un tema de ‘Snakebeard’, su primer EP, “Built to Die”. El metal de estos canadienses es místico, innovador. Beben de mil fuentes para su música, como Opeth, Mastodon y Baroness, pero también de Emperor o Blue Öyster Cult. Es música progresiva con elementos extremos sin miedo a los cambios o a la innovación. “Following the Voice” es el tema que abre su segundo largo ‘Voice of the Void’, y nos sumerge en una especie de trance durante el cual el público pasa a estar en comunión total con la banda. Con una base rítmica grave, casi tribal, los allí presentes movíamos la cabeza como si de una coreografía se tratase, pasando a formar parte de la magia que desprende Anciients.
La facilidad de Kenneth Paul Cook para cambiar de voces limpias a guturales recuerda a un Mikael Åkerfeldt en su apogeo. Por cierto, el cantante y guitarrista fue uno de los hachas de Black Wizard antes de dedicarse por completo a Anciients. Las secciones instrumentales de “My Home, My Gallows” parecen invitarnos a unirnos a una secta dedicada a los dioses antiguos. La música ha sido curtida en el frío de los bosques norteamericanos. Las influencias del black metal noruego están ahí, pero los canadienses se muestran más flexibles, incluyendo un final propio del brutal death metal. Sin embargo, no nos da la sensación de estar ante una banda de música tan extrema. “Raise the Sun” arranca con guitarras acústicas que acaban convirtiéndose en un festival de distorsión y cambios de ritmo. Tras un “Viva la Madrid” por parte de los cuatro componentes, se lanzan a la última canción de la noche, “Buried in Sand”. Más de diez minutos de gozo con un inicio brutal que dejó extasiados a todos los testigos. Por poner alguna pega, debo admitir que el sonido de las guitarras se solapaba y en ocasiones no permitía apreciar como es debido todo lo bueno que surgía de ellas. Lo mismo ocurría con el micrófono, cuya distorsión en ocasiones desmerecía lo vivido, pero nada de esto se le puede achacar a la banda, que estuvo a un nivel altísimo.
Se retiraron del escenario, pero un parpadeo después estaban de vuelta para tocar un bis. Lo cierto es que ya habían completado su hora de concierto, pero quisieron regalarnos un tema más: “Flood and Fire”. Una canción más con una introducción delicada que acaba evolucionando en una demostración de técnica y espíritu.
Primera vez que estos músicos pisan España, con un tour frenético que les va a hacer recorrer toda Europa durante el mes de marzo sin apenas descanso. Fue un auténtico placer poder disfrutar del despliegue de estos canadienses, que seguro no tardarán en volver con más nombre, quizás a festivales veraniegos.
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