Tangerine Flavour

Space Cowboy

MusicHunters Records (2024)

Por: Alfredo Villaescusa

9

Ya tiene mérito en los vertiginosos tiempos que corren apostar por propuestas que requieren cierta dosis de atención y se alejan por completo de esa tendencia mayoritaria de productos para ser consumidos y posteriormente desechados al momento. Al margen de lo que se lleve o no en una época concreta, existen grupos que pasan de lo que nos dicten unos algoritmos que nadie ha votado y optan por seguir facturando material con vocación imperecedera.

Los madrileños Tangerine Flavour ya demostraron en su anterior álbum ‘Empty Fantasies’ que lo de acomodarse a los usos imperantes en la industria no iba con ellos. Una actitud de lo más razonable, teniendo en cuenta que su rollo country rock apenas ha sido explorado en nuestro país, e incluso hoy en día todavía cuesta encontrar grupos en su estilo, salvo notables excepciones como la de los geniales Luback, que hace algunos meses sacaron ‘Miles Away’.

En este ambicioso tercer trabajo doble proponen una suerte de viaje sonoro a través de veinte canciones donde caben rock clásico, blues, soul, country y hasta algo de psicodelia, entre otros géneros. Y aunque el inglés siga siendo la lengua predominante en sus composiciones, eso no quita para que picoteen con el castellano, portugués o francés, toda una muestra del multiculturalismo que atesora el conjunto.

De este modo, tras la intro de “Flavour International Station”, nos meten de lleno en una pieza de country rock como “Madison Ave”, que sin duda apelará de lleno a los entusiastas del estilo. Un matiz más intimista posee “Burned-Down Casino”, mientras que “I Don’t Expect You To Come” no se aleja tampoco de los parámetros definidos en un primer momento.

La escasa duración de muchas de las piezas proporciona una inevitable sensación de dinamismo en el redondo y eso provoca que pase casi como un suspiro la psicodélica “John Doe”. Pero tranquilos, hay margen para rumiar penas pasadas en “Don’t Say, Don’t Cry, Don’t Lie”, un corte de factura impecable con reseñables melodías vocales en la mejor tradición de The Band o Crosby, Stills, Nash & Young.

“Flowers” podría evocar a los Genesis de los comienzos por su atmósfera folk y la vocación vanguardista del ‘Sgt. Peppers’ de The Beatles se cuela en la pieza homónima. Cambio de timón total con la aproximación blues rock de “Free”, que nos lega fragmentos memorables con aroma a clásico y falsetes que nos retrotraen hasta la década de los setenta. De lo mejor del trabajo.

Relajan el pistón en la balada desértica “Five Tears of Dust” y nos sumergen en otro mundo con el intervalo jazz de “Woody’s”, un mero apunte antes de explotar en “Try” esa faceta country rock en la que tan cómodos se mueven. “Let’s Talk About It” se contagia de un ritmo funky que te hará por lo menos mover los pies o la cabeza antes de otro prodigioso alarde vocal a varias voces en “Pretty Valley”.

“Outlaw City” recupera el brío del rock setentero, con gloriosos fragmentos eléctricos y no hay que ser un lince para imaginar los derroteros de un tema titulado “Nashville, Tennessee”. Su faceta más colindante con el rock enérgico sobresale en “Time To Get Away”, que además destila leves toques siderales que incrementan todavía más su atractivo. “Civil War” pega un frenazo en seco con otro corte para lamerse heridas y disfrutar de una composición reposada.

Los horizontes continúan expandiéndose incluso en la recta final con la sorprendente “Rainha Do Sul” y “Por la puerta de atrás”, una primera incursión en castellano con resultados más que aceptables que debería animarles a profundizar en esta senda en el futuro.

Con la majestuosidad de esos discos dobles de antaño como el ‘White Album’ de The Beatles habría que afrontar este colosal despliegue de talento, una rara avis total que no sucede con tanta frecuencia como nos gustaría. Pero a veces ocurren los milagros, por lo que no queda otra que disfrutarlos en el momento y rebañar hasta la última gota. Obra maestra.

Alfredo Villaescusa
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