Sin Tregua

Cuatro rosas

Autoeditado (2021)

Por: Anna Moher

9

Desde Cartagena, Sin Tregua nos traslada a Nuevo México y tierras afines en su nuevo álbum de estudio, ‘Cuatro rosas’, con aroma al Lejano Oeste más clásico. Cada uno de los cortes de este redondo nos invita a imaginarnos en mitad del desierto y a enfundarnos nuestras botas de cowboy para dar comienzo a su quinto rodeo musical.

“Llega el momento de entrar en acción”, dice la primera frase de la letra del corte con el que arranca nuestra aventura de vaqueros. “La noche perfecta” nos va poniendo a tono para la dinámica del resto del disco y nos introduce en este particular universo sonoro de los cartageneros, que nos preparan para darnos un auténtico show en la taberna.

Es, en definitiva, una de esas canciones para levantar los móviles con las linternas encendidas (o los mecheros para los románticos de lo tradicional y los fumadores).

Después de ese primer impulso y de haber puesto las cartas sobre la mesa llega “Cuatro rosas”. El sonido de la aridez del desierto da comienzo al tema. Un riff de guitarra contundente va dando pie a la voz y a los otros elementos que se unen a la pelea, como si se trata de un auténtico western. Al alcanzar el estribillo, la atmósfera se relaja, sin perder ese toque sureño.

El barullo pierde decibelios en “La voz de mi sombra” y “Otra historia”. Estos medios tiempos son más introspectivos, como si el protagonista de nuestra historia se hubiera parado a pensar por un momento en lo que está haciendo. En la segunda cuenta con la ayuda de Rebeca Jiménez, que con su voz rasgada nos devuelve a la realidad.

Llegamos al ecuador del trabajo en “Al sol”, que vuelve a recuperar el optimismo con un sonido más rockero y en el que los cowboys deciden levantar sus bebidas y brindar. Los ánimos se van calentando conforme se aproxima “Del blanco al negro”, donde entra en escena la cantante Bea Navarro.

El tango y los ritmos sureños se fusionan para abrazar la diversidad. Por su parte, en “El desierto de mi soledad” hace acto de presencia el country-folk. Los clientes del bar en el que estamos inmersos hacen las veces de los coros, que son muy importantes no solo en esta canción, sino en todo el compacto.

El momento de estallido, antes del duelo de pistoleros final, llega con María Molero en su colaboración en “Rata miserable”, un corte rockero que sintoniza con el siguiente, “Vida digital”.

“Va llegando el final” nos sitúa en el punto de partida. La disputa ha acabado y ya solo queda disfrutar de una tranquila noche en el desierto con este medio tiempo en busca del acústico y un tono de voz melodioso.

Anna Moher
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