Ratpenat
Camí a l’infern
Kasba Music (2025)
Por: Alfredo Villaescusa
9
Las frecuentes cazas de brujas y el temor a convertirse en el próximo cancelado han acabado con cualquier atisbo de espíritu crítico en la época actual. Debería existir un movimiento que abogara porque el punk vuelva a ser ofensivo otra vez, que la gente se apartara por la calle como antaño y que los mensajes subversivos indignaran a los inmovilistas y cerriles de siempre. Es curioso que en una época con la piel tan fina no se toleren algunas nimiedades, pero en cambio se haga la vista gorda ante tantas injusticias por motivos tan espurios como pertenecer al mismo partido político.
Menos mal que ahí están los catalanes Ratpenat para recordarnos que no todo está perdido en este sentido y que todavía hay margen para la irreverencia sin cortapisas y para dirigir los dardos en múltiples direcciones, tal y como hacen en su último trabajo ‘Cami a l’infern’. Un cuarto álbum que bascula entre el punk y el metal sin complejos de ningún tipo y que les acerca a grupos en esa onda tipo Rat-Zinger, cuyo cantante Podri precisamente colabora en “La dansa macabra”.
“La nit és nostra” ya de entrada nos pone en modo juerga combativa con riffs herederos de Backyard Babies, Turbonegro y otras luminarias del macarreo escandinavo. “Hores extres” apela a la rabia hardcore punk clásica, con un corte incisivo y breve que se pasa como un suspiro. “Això no és una canço d’amor” desafía convencionalismos sociales en torno a los sentimientos amorosos y recomienda una apertura total ante las diferentes formas de expresarse.
“Mai més” es una canción antifacista en la que se incluye el famoso poema de Martin Niemöller que alude a la persecución de disidentes, una práctica que vive su máximo apogeo gracias a las redes sociales. Quién nos iba a decir que la censura más peligrosa provendría de uno mismo. Y “Tourist Go Home” carga contra el turismo y la masificación mal entendida que ha convertido algunas ciudades en parques de atracciones inhabitables para sus propios residentes.
Otro tema verdaderamente sangrante en Cataluña, que podemos ver casi cualquier día en las noticias, es el de la vergonzosa gestión de Renfe y su red de Cercanías, algo de lo que dejan patente su descontento en “Ens podrirem a Rodalies”. Tan modernos para unas cosas, pero tan tercermundistas para otras. Y el ministro del ramo bastante ocupado anda insultando por redes sociales.
“No hi ha lloc” cuenta con la colaboración de David Positiu y además es otro corte a degüello contra esa gentrificación que también está mandando a tomar por saco las urbes de siempre, con sus barrios variopintos ajenos al pijerío de diseño. Y encima aluden a “Mierda de ciudad” de Kortatu o “Ciutat podrida” de los siempre añorados La Banda Trapera del Río. De lo mejor del redondo.
El humor no debería estar vetado ni reñido con llevar una actitud combativa, así que ahí tenemos para descargar tensiones “No sóc skin, sóc calvo”, ideal para cantar a pulmón en los bolos. Y cierran con la anteriormente mentada “La dansa macabra”, para echar el resto, pero sin venirse abajo ni mucho menos. Un contundente aliento final.
En definitiva, un trabajo visceral no apto para ofendiditos ni para encubridores de dirigentes políticos, sean del signo que sean. Qué gustazo que todavía viva la libertad de expresión, tan amenazada desde diversos frentes, con una obra tan rotunda e inapelable como esta. Disfrutemos antes de que a alguien se le cruce el cable y lo vea indecente.
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