Modermain

Uanmortaim

Beatclap (2023)

Por: Alfredo Villaescusa

9

Frente a sectarismos de los que no entienden que el mundo ha cambiado y que esperan que todo sea igual que hace décadas, siempre nos quedarán aquellos cruzados que consiguen abrirse paso en el panorama actual sin aflojar lo más mínimo en su concepto musical. Ya puede tronar o lucir el sol que su amplitud de miras jamás se verá afectada por modas efímeras que reducen textos y estrofas a una suerte de lenguaje balbuceante para seres que únicamente se mueven en base a necesidades básicas. Como animales.

Menos mal que todavía existe una aristocracia del talento como la de los malagueños Modermain, que tan gratas sensaciones nos dejaron con su colosal debut ‘The Beautiful Love’ y a los que pudimos conocer mejor en esta entrevista en la que hacían gala de una impresionante amplitud de miras que iba desde Ella Fitzgerald hasta Motörhead.

Para un servidor, estos tipos habían puesto el listón tal vez demasiado alto con su primer disco y uno tampoco acaba de pillar el punto a esos EPs dirigidos a una generación caracterizada por su dificultad para mantener la concentración. Pero podríamos decir que en este breve compendio de cuatro canciones mantienen muy bien el tipo con temas, que si no poseen la frescura de su bautismo discográfico, poco les faltaría.

No se podría pensar de otra manera con “Sembrando imanes en campos magnéticos”, todo un alegato contra los peligros de esa tecnología que ha acabado convirtiendo el futuro en un cuento bastante aterrador con una inteligencia artificial a la que no se quiere poner coto ni límite ninguno. Su peculiar amalgama de estilos sigue a pleno rendimiento fusionando rock urbano, funk, blues y otros elementos.

“La cáscara” dispone de un rollito muy bailable a lo Red Hot Chili Peppers, aparte de una letra con una ironía tremenda no apta para unineuronales en la que se aborda la consabida dicotomía entre mente y cuerpo, todo ello con un evidente poso soul y funk. Sin duda, de lo mejor de este inspirado EP.

“El puente” adopta la faceta más festiva de la banda, acercándose bastante al ska, aunque sin que los vientos acaben avasallando. La letra mantiene el alto nivel del conjunto, con estrofas realmente conseguidas, en un canto a la libertad absoluta y a esa continua improvisación que llamamos vida. Que nos lleve donde quiera la corriente, como bien dicen.

Y finalmente “Te veo brillar” recupera esa suerte de rock bailable que amenaza con convertirse en una de sus señas de identidad más potentes. Desde luego que aquí es imposible disentir de sus propias palabras que aseguraban que dicho corte “te levantará del sillón”. Cuidado, que nadie se confunda, pues no hablamos solo de melodías para contonearse, sino también de punteos de guitarra de los que se te clavan en lo más adentro.

Lo único que lamento es que esta soberbia recopilación de canciones sea un EP y no un larga duración a la antigua usanza, ya que justo cuando más lo estás disfrutando, se acaba, por lo que esperamos con ansia su siguiente material discográfico. No pasa nada, siempre deberían complementarse las copas de notable calidad para saborear junto con los chupitos que sirven para ponerse a tono y afrontar una jornada complicada o lo que nos echen. Ahí van cuatro de golpe.

Alfredo Villaescusa
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