Impostores

Ley Seca

Thornado Music (2022)

Por: Alfredo Villaescusa

9

Ya hemos dicho en otras ocasiones que los grupos de rock n’ roll son los perros verdes en la moderna sociedad actual. Cuando muchas bandas quieren ser los más vanguardistas e innovadores, hay otros que van en dirección contraria porque esas tonterías no les interesan y prefieren aferrarse a sus principios y no cambiarán de rumbo ni aunque arrecie la tormenta más salvaje. Suponemos que eso de ser consecuente no se estila lo más mínimo a día de hoy, no hay más que ver la cantidad de inútiles e iletrados ocupando escaños y cargos oficiales.

Por todo lo expuesto anteriormente, habría que reverenciar hasta al extremo una propuesta tan sincera como la de estos madrileños, que nos ofrecen un álbum auténtico y a la vez cargado de esa inefable personalidad que les distingue del resto de grupos del palo. No hay que olvidar que el germen de la banda actual hay que buscarlo en Güs & Los Impostores, un paso previo antes de esta gloriosa metamorfosis rockera que ya podemos degustar de principio a fin.

Si de entrada decimos que se trata de un combo de folk rock, tal vez los más aguerridos salgan huyendo sin tiempo a explicarles que aquí lo que de verdad cobra protagonismo son las guitarras, letras supurantes de esas que una vez que las conoces no te abandonan y un violín que funciona del mismo modo que la sal en las comidas, potenciando el sabor y convirtiéndolo en una experiencia inolvidable, pues no creo que existan demasiados ejemplos similares a lo que tenemos entre manos.

“Al otro lado” nos recibe con efluvios de rock americano y aroma fronterizo que nos invita a perdernos por el desierto mientras nos vienen a la cabeza nombres como M Clan o Quique González. En la pieza homónima “Ley Seca” el violín cobra mayor protagonismo, la épica rebosa a borbotones y todo estalla en un colosal estribillo que en los directos debería atronar a pulmón. Decididamente, si se busca por ahí la definición de un tema redondo, habría que mencionar este soberbio ejemplo.

“Muerdes por dentro” tal vez muestra su faceta más accesible, aunque sea otra composición de altura que también en las distancias cortas alcanza su verdadera dimensión. “Decisión equivocada” se inicia de manera aguerrida demostrando que versatilidad y ortodoxia rockera no están en absoluto reñidas, hay hasta una aproximación sin complejos al hard rock o heavy metal, si esos riffs no te incitan a agitar la cabellera, mejor que te compruebes el pulso.

“Antes quemado que apagado” ya la conocíamos, pues fue uno de los primeros adelantos de este disco, todo un himno de superación inspirado en el ciclista paralímpico Gonzalo García Abella. Y “Números 1” constituye sin duda uno de los momentos más inspirados del redondo, una joya absoluta donde el violín se deja notar, pero sin avasallar. Puede que el rollo de esta pieza te recuerde al de míticos nombres de los ochenta como La Trampa o El Norte, entre muchos otros.

“WestWorld” cuenta con la colaboración de Javier Beltrán (No Procede) y nos lega otro instante inspiradísimo en clave de hard rock contundente, una manera de echar el resto antes de un descanso del guerrero de la categoría de “Cada noche”, con Javier Salas de Nadye. No pasa nada, estos tipos son tan buenos que se disfrutan por igual las canciones moñas que las puramente eléctricas. Y por supuesto aquí el violín vuelve a condimentar junto con referencias a los Revólver de Carlos Goñi o a la película ‘Desayuno con diamantes’. Maravilla.

“L.A.” recupera el brío del Bryan Adams rockero y esa atmósfera del rock americano patrio facturado en condiciones tipo La Frontera, atentos al solo de guitarra, que es brutal con la alternancia del violín. Ya únicamente nos resta fumar algún cigarrillo con las tres versiones acústicas que culminan este reseñable esfuerzo y que se componen de “Antes quemado que apagado”, “Mi lado humano” y “Sombras y silencios”. Un poco de relax para ir asimilando tanta emoción.

Lo que queda claro es que después de escuchar un trabajo tan mayúsculo, plagado de actitud, riffs enérgicos, melodías impagables y letras que realmente dicen algo, seguro que lo que menos te importa es si el rock está vivo, muerto o de parranda. Una delicia para saborear de principio a fin. Alta cocina.

Alfredo Villaescusa
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