WOP: EL MEJOR DE LOS MUNDOS

2 octubre, 2012 10:31 am Publicado por  1 Comentario

Pabellón La Casilla, Bilbao

Hay ironías de la vida que son para partirse la caja. Que por ejemplo un país no destine fondos suficientes para la investigación médica o la educación y en cambio no tenga empacho en gastarse millones en un helicóptero militar o en mantener una inservible cámara de representación territorial desvirtuada por completo. Pero como decía una de las letras de aquel proyecto llamado Bushido, esto es España, asociación de amigos a distancia, un lugar donde la solidaridad no suele florecer más allá de la aldea de cada cual, y a veces ni eso.

Lo de los eventos benéficos es un acontecimiento que de entrada suele levantar suspicacias entre el personal, que se agarra presto la cartera igual que si le estuvieran vendiendo un crecepelo de esos milagrosos. No siempre es así, también existen personas de buena voluntad, de esas que te hacen favores sin pedir nada a cambio, simplemente por empatía o para sentirse bien consigo mismas.

Probablemente con esa última intención, un elenco de artistas nacionales e internacionales no dudaron en responder a la llamada de Mikel Renteria y Mentxu Mendieta, los padres de Jontxu, un niño que padece una grave enfermedad neurodegenerativa. Así nació Walk On Project (WOP), una iniciativa que en sus escasos dos años de trayectoria ya ha logrado reunir 160.000 euros, una cantidad que servirá para financiar dos proyectos que si logran sus frutos serán un paso importante en la búsqueda de terapias para este tipo de dolencias.

Si en la pasada edición el festi pasó algo más desapercibido por su ubicación en Durango, en esta ocasión no había excusa con un emplazamiento más céntrico y un cartel con nombres tan reseñables como The Hives o Soul Asylum. Y a todo ello hay que añadir diversas actividades familiares el sábado por la mañana  o la presentación de ‘Burning. Madrid’, biografía del mítico combo castizo escrita por Alfred Crespo, con la presencia de Johnny, que hizo reír una y mil veces a los asistentes con sus anécdotas y ocurrencias.

CHICAS GUAPAS Y MAQUEADAS

Ya desde primera hora una variopinta muchedumbre abarrotó el recinto la jornada del viernes, llegando a su punto cumbre durante el recital de los reunificados Los Enemigos.

Se recurrió a El Inquilino Comunista, uno de los principales exponentes del llamado ‘Getxo Sound’, para iniciar la ristra de actuaciones musicales. Nunca nos sedujo esa citada propuesta de la margen derecha que mezcla el noise pop de Sonic Youth con un rollo indie pedante a más no poder. Tuvieron un final un tanto álgido, hay que reconocerlo, aunque su aire elitista reservaba las mieles únicamente para los incondicionales.

De sibaritas fue asimismo el bolo especial de Doctor Deseo con el que se despedían de los escenarios hasta 2014. La voz cavernosa de Leonard Cohen que resonaba por los altavoces nos anticipaba un magistral alarde de clase, elegancia y poderío escénico que se materializó cuando cayó el telón y vimos al ambiguo Francis colgado de un columpio con luna artificial de fondo. El tono reposado de su última obra ‘Al amanecer…seguir soñando’ prevaleció en una primera parte donde primó la vertiente sentimental, esa que saben tocar como nadie. Así lo atestiguaban “Hoy seremos tan valientes” en plan Sabina total, un emocionante “Sigo Temblando por ti” y el single “¡Cuánto Frío Hace en Saturno!” para rematar esa suerte de travesía por el corazón.

Posteriormente la intensidad comenzó a ganar peso con “Suspira…y conspira” o un “Abrázame” soberbio acompañado de la oronda vocalista de Zea Mays, a la que Francis enganchó la pierna cual perro faldero para añadir mayor dramatismo y quizás hasta cierto punto cómico. Sorprendieron recuperando lo más oscuro de su cancionero con un “¿Quién Mueve Las Cuerdas?” que los emparentaba con Héroes del Silencio mientras atronaba el grandilocuente estribillo y aquello de “puedo elegir el color de mis barrotes, vivo en el mejor de los mundos.”

Muy de agradecer que recuperasen también con la versión en euskera de Joy Division  “Ez Nauzu Izango Berriz” esa vertiente tan poco conocida de su sonido que siempre estuvo ahí, echamos de menos la electrónica vía Depeche Mode de “La Química Precisa”, aunque no era cuestión de quejarse, pues tales piezas se recibieron con la misma frialdad que si The Cure tocaran “Primary”.

Contentaron empero al vulgo con su himno “Corazón de Tango”, la bailonga “Dancing In Hell” y la festiva “Morirse en Bilbao”, finiquitando precisamente un recital para sucumbir por su variado repertorio, el buen hacer, tanto de Toro a la guitarra como del inefable frontman Francis, y una cuidada puesta en escena. Grandes.

El rock urbano de Los Enemigos gozó de gran aceptación popular y alcanzó el punto álgido en cuanto a asistencia. Dejando de lado la sofisticación de sus predecesores a las tablas, los madrileños apostaron por la sencillez escuela Leño, no se podrían entender de otra manera los acordes de “John Wayne” o su guitarrera adaptación del “Señora” de Serrat. Sin demasiados artificios, demostraron que para hacer rock n’ roll tampoco se necesita mucha historia, un par de huevos y poco más. Pese a mostrarse correctos, a veces se tornaron lineales, pero levantaron el pabellón al final con la chulería madrileña de “Complejo” y su mantra ‘chica guapa’.

Y precisamente de féminas punta en blanco, bien peinaditas y perfectamente maqueadas se llenó el bolo de The Hives. No les vimos por norma general cantar ningún tema, pero por lo menos hacían bulto y animaban el panorama con sus cuerpos esculturales y caritas de porcelana. Con sus trajes de etiqueta y chisteras, los suecos dirigidos por el rubio de sonrisa de dentífrico Pelle Almqvist parecían poseídos mientras se agitaban con su enérgica intro “Come On” y luego con el pepinazo “Try It Again”.

Pero todo comenzó a torcerse. El sonido, que hasta entonces había sido impecable, iba y venía una y otra vez, lo que obligó a la banda a parar hasta en cuatro o cinco ocasiones, con el consiguiente enfado del respetable. El voceras trató de capear el temporal gritando que era un profesional y pregunto a ver si los demás también lo eran. Está claro que otros en su situación, por un momento incapaces de tocar una canción entera, habrían puesto pies en polvorosa, de hecho, en algún momento dejaron los instrumentos y la suspensión parecía casi inevitable.

Por lo que escuchamos al día siguiente, tales deficiencias seguramente procedían del entorno de la banda, ya que esos problemas no se volvieron a repetir en ningún otro concierto del festival. No obstante, es en este tipo de percances donde se ve a la gente con tablas y de eso los de Fagersta andan sobrados. Poniendo al mal tiempo buena cara, arremetieron con “I Want Some More”, de su reciente ‘Lex Hives’, y las chicas guapas lo fliparon con la popular “Hate To Say I Told You So”. No desfallecieron con “Patrolling Days”, que pilló al cantante encaramado al bombo de la batería, otra de las múltiples acrobacias con la que nos deleitó el tipo, ya que también se subió a un monitor colocado verticalmente y saltó como un colgao.

Quizás recortando de forma comprensible el show, enseguida vinieron los bises con la pegadiza “Go Right Ahead” y la explosiva “Tick Tick Boom”, en cuyo intervalo central se quedaron inmóviles cual estatuas un rato considerable antes de mandar a todo dios sentarse en el suelo igual que parvulitos en un patio de colegio para levantarse con ímpetu en el estribillo. En condiciones normales su directo es de los más incendiarios de la historia del rock n’ roll, aquella noche únicamente salvaron los muebles.

A SU BOLA

Con una ligera merma de personal, la segunda jornada arrancaba con The WOP Band, el propio grupo de la asociación Walk On Project, a los que acto seguido sustituyeron los madrileños The Right Ons, un quinteto absolutamente compenetrado y que demostraron tener bastante solvencia en el directo. Con su rock setentero deudor de Hendrix, la épica de Springsteen e incluso el soul gritón de James Brown, no tardaron en ganarse el favor del respetable con temas con aroma de clásicos tipo “On The Radio”, que les quedó niquelado con unos coros muy logrados. Para seguirles la pista.

Los Dream Syndicate de Steve Wynn no tocaban por aquí desde el 88, pero aprovechando el treinta aniversario de su debut ‘The Days of Wine And Roses’, han decidido juntarse para la ocasión. A medio camino entre la verborrea de Lou Reed y el rock americano de raíz de Tom Petty, estos representantes del movimiento denominado ‘Paisley Underground’ oficiaron con corrección sin despertar demasiadas emociones en aquellos ajenos a su legado. Dejaron, sin embargo, clásicos del calibre de “When You Smile” o “The Medicine Show”, que alargaron con profusión y la peña hasta la cantó. El final fue apoteósico rasgando guitarras como locos con el consabido aplauso y enzarzando mástiles hasta que Steve logró tirar a su compi al suelo.

La verdad es que eso del nuevo country alternativo siempre nos ha parecido un peñazo insufrible, por lo que quizás no apreciamos en todo su esplendor a The Jayhawks, unos abanderados del citado género. Siendo justos, ese día ellos se llevaron el gato al agua en términos de convocatoria y a buen seguro agradarían a los incondicionales que los observaban con fidelidad religiosa. Y es que entre invocaciones a rezar al Altísimo y algunas parejitas bailando como en un salón del oeste no pudimos reprimir cierta vomitona ante tanto despliegue tradicionalista. Desde un punto de vista objetivo, su ejecución fue intachable, eso sí.

Tras su fallida incursión hace unos pocos años en el Azkena Rock Festival, había ganas de contemplar en condiciones a Soul Asylum, banda clave para treintañeros y aquellos que vivieron los 90. No está de más recordar que su frontman David Pirner alcanzó cierta popularidad en sus años mozos e incluso estuvo liado con la cleptómana actriz Winona Ryder, flamante musa de la ‘Generación X’.

El propio Pirner se ha convertido sin duda en un elemento más del citado movimiento. Su vestimenta le delataba: media melena grunge a lo Kurt Cobain, vaqueros rasgados y sempiternas Converse All Star, casi nada, no todos los días se ven reliquias de ese calibre. Un rebelde juvenil que ya casi ronda los cincuenta, pero el tipo se conserva bien por lo menos.

Si en la anterior ocasión al cantante de los de Minnesota se le notó un tanto perjudicado, esta vez parecía más sobrio, aunque anduvo totalmente a su bola, ajeno de que ahí delante tenía unas cuantas personas, en interacción con el público se merece un cero patatero, su única comunicación con los mortales se limitó a algún que otro ‘thank you’ de cortesía.

En lo musical sí dio el callo, al iniciar la descarga de forma trepidante con “Gravity”, que abre su último largo ‘Delayed Reaction’. Se ganó muy pronto el corazoncito de los presentes con su himno “Misery”, en el que intercaló con gran acierto un fragmento del “Silly Love Songs” de Paul McCartney. Por momentazos como este ya tiene el cielo ganado.

Rescataron del olvido injusto aquel genial “Marionette” del ‘Hang Time’ de 1988 y pisaron tierra firme con los clásicos “Black Gold” y “Without A Trace”, donde Pirner giró sobre sí mismo como un torbellino, igual que haría en un video de la MTV cuando ponían música allá por el pleistoceno. La balada “By The Way”, de su reciente esfuerzo, sirvió para relajar antes de recuperar pulso guitarrero con la springsteeniana “The Streets”.

Para muchos lo mejor llegó con la radiada hasta la saciedad “Runaway Train”, el típico tema que sonaba sin descanso en las emisoras de la época y que algunos cogimos bastante manía por ese motivo. Y por si fuera poco hubo que poner cara de circunstancias cuando una chica se nos acercó y dijo: “¡Esta es la que me mola!” En fin, menos mal que sus discos superan la decena.

Otro acierto estuvo en recuperar el “Your Generation” de la banda de Billy Idol Generation X, tal vez a modo de homenaje a ese periodo. En la despedida no anduvieron  muy atinados con “Stand Up and Be Strong”, correcto tema de ‘The Silver Lining’ pero que no alcanza la relevancia de sus piezas clave. Y todavía más raros resultaron los bises, con una arrancada hardcore de minuto y medio que nos dejó mirando el escenario como bobos.

Así se daba por finalizada esta edición del WOP Festival, que nos demostró vivir en el mejor de los mundos, si tenemos en cuenta las cifras de asistencia y que todos los beneficios irán a parar a un lugar digno y no a la cuenta de un sinvergüenza. Ya lo afirmaban Doctor Deseo en una de sus impresionantes letras: ‘soñar y desear, atreverse a transformar todo aquello que nos jode’.

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

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