WARRIOR SOUL: EL PROFETA DEL EXTRARRADIO

2 noviembre, 2012 2:49 pm Publicado por  1 Comentario

Kafe Antzokia, Bilbao

La música y el activismo político siempre han sido objeto de encendidas polémicas. Para algunos, un mero paripé que no sirve sino para subrayar las carencias del artista en cuestión a la par que se alimenta ese cínico oportunismo de arrimarse al sol que más calienta. Otros, por el contrario, piensan que quizás bajo toda la fachada de la estrellita pueda en realidad esconderse un cierto sentimiento filantrópico o solidario que merecería ver la luz y aprovechar su privilegiada atalaya para influir a la manera de un líder de opinión.

Kory Clarke pertenece sin duda al segundo grupo, pues es un tipo al que se la suda por completo el famoseo y las cifras de ventas y entiende su vida como un mero trámite en el que dar rienda suelta a la creatividad, ya sea a través de su banda Warrior Soul, pintando o escribiendo poemas. Se trata de una de esas almas prodigiosas para las que el arte no tiene fronteras y no les basta con un único medio de expresión. Benditos sean.

Tras un periodo de reclusión en el que se concentró en su faceta de declamador de versos, el bueno de Kory sigue empeñado en sacudir conciencias y reflotar su suerte de proyecto personal con nuevos miembros cada poco tiempo, llegando incluso a tener esta vez entre sus filas a dos españoles: Sue Gere al bajo, que también hace labores en estudio de coproductor e ingeniero de mezclas, y Xevi Strings, que se encarga de la guitarra rítmica.

Aprovechando la coincidencia de otro bolo en una sala próxima, alguien tuvo la ocurrencia de juntar a los chicos de Clarke con The Devil Dogs, garajeros neoyorquinos que en teoría tocaban como cabezas de cartel, pero dado que  en las restantes fechas, a excepción del festival Serie Z, Warrior Soul aparecen en el lugar más destacado, los trataremos de esa manera con la prioridad que merecen y pasaremos de largo de los antes mencionados.

Previamente calentaron el todavía desangelado ambiente The Diesel Dogs, deudores hasta las cachas del glam/punk más macarra en la estela de New York Dolls, Turbonegro o Backyard Babies y demostraron que sin demasiada complicación se pueden fraguar temas entretenidos del estilo de “Cyclone”, “Welcome To The Lost Generation” o la potente versión que se marcaron del “Rockin’ In A Free World” de Neil Young. Muy aceptables.

En la biografía ‘Golf Monster’ Alice Cooper reconoce que había que tenerlos bien cuadrados para tocar en Detroit a principios de los 70. Y es que allí no importaba lo estupendo que tocaras o las filigranas que supieras hacer, el público no estaba compuesto por cuatro hippies puestos de ácido, la gente esperaba algo crudo y directo a la yugular, pura adrenalina sin descanso, vamos.

Con esa misma actitud salvaje irrumpieron cual elefante en cacharrería Warrior Soul mientras sonaba la intro de ‘Drugs, God And The New Republic’, reservándose la aparición estelar del voceras para cuando atronaba en la sala la mítica frase ‘we are the government’ repetida como si fuera un mantra. Inevitable no pensar en lo que vendría a continuación: la tremenda “Interzone”, seguida de una contundente “Junky Stripper”, de su último esfuerzo ‘Stiff Middle Finger’.

Kory Clarke salió con una copa en la mano como un macarra y no dudó en aceptar el trago de cerveza que le ofreció un espontáneo. Podrá parecer un tópico pero el espacio se antojaba excesivamente pequeño para contener la furia desatada de esta suerte de este hombre renacentista de nuestros días. En breve ya estaba el pie de micro volando por los aires, víctima colateral de sus frenéticos movimientos. Y pensar que inició su carrera siendo batería, vaya desperdicio, desde luego no ha nacido para quedarse sentado en un concierto.

Este tipo de cosas se suelen contagiar, por lo que con “The Drug” el personal iba ya asumiendo ese sonido tan rotundo y la cátedra de Clarke como frontman, que dio una lección magistral de lo que debería hacer todo aquel que pretenda subirse a un escenario. Hasta se atrevió con una voltereta en el suelo que desencadenó una salva de aplausos.

Y verdaderamente para agarrarse los machos fue “Punk and Belligerent”, donde nos acordamos de una frase vista en las redes sociales que rezaba ‘no digáis rock n’ roll, decid Kory Clarke’. Algo que nadie osaría discutir tras semejante trallazo. Y para reivindicar una vez más el rock corrosivo y con entrañas se acordó de Detroit en la posterior aclamación popular.

Imparable, sin aflojar el pedal en ningún instante, sacó su lado de activista político al dedicar “Love Destruction” a ‘los nazis de EE UU’. Crecido y chulo, expulsando energía por los cuatro costados, amagó cual rockabilly al afirmar ‘soy Elvis’ antes de arremeter con “Charlie’s Out of Prison”, que finiquitó un recital intenso de poco más de una hora.

Pero la gente no lo iba a permitir, no se ven descargas de este calibre a diario, y tuvieron a bien condescender con la soberbia “Fuck The Pigs”, con una respuesta abrumadora del respetable con la peña levantando el dedo medio y gritando ‘fuck’. Parecía que había vuelto el espíritu punk del 77, solo faltó que hubiera una lluvia de escupitajos. Todavía quedaba “Downtown”, un clasicazo para dejar un inmejorable sabor de boca en los presentes, que a pesar de los bises, seguían con ganas de marcha.

Sin ninguna duda para un servidor ha sido uno de los mejores conciertos del año y acabamos plenamente convencidos de aquella frase que decía que si la fama fuera más producto del carisma que de las cifras de ventas, Kory Clarke sería más grande que Dios, Satán y David Beckham juntos. Pocos se mantienen con la integridad de este profeta del extrarradio que todavía sueña con cambiar el mundo a base de canciones. Una auténtica estrella.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

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