TXARRENA: MADERA QUE ARDE

15 marzo, 2011 7:08 pm Publicado por  Deja tus comentarios

Kafe Antzoki (Bilbao)

A veces es necesario desconectar. Cada cual tiene sus métodos: la montaña, la playita, refugiarse en el cine, la literatura o en una afición extravagante, todo vale. A los músicos les da por liarse la manta a la cabeza y montarse sus propias historietas, proyectos paralelos en los que dar rienda suelta a la creatividad y a sus inquietudes más ocultas.

Si alguien consultara cualquier libro o web sobre Enrique Villarreal enseguida descubriría, aunque sería pecado no conocer ese dato, que estamos hablando de la voz y uno de los principales compositores de Barricada. Eso para los profanos. Para los entendidos en la materia, saben de sobra que El Drogas, al margen de su banda madre, hace casi 20 años puso en marcha Txarrena, una brevísima experiencia que desapareció al de nueve conciertos pero que permaneció en la memoria colectiva y además le reportó más de 40.000 copias vendidas del primer disco.

Estaba claro que después del monumental esfuerzo y de la encomiable labor intelectual que supuso ‘La Tierra está Sorda’ había que tomar un respiro. Y ese soplo de aire fresco se materializó en una vuelta al rock n’ roll de toda la vida, “sin más”, tal y como lo ha definido su instigador, pese a que si se escucha con atención puedan advertirse matices post punk o indies e incluso las huellas de su anterior aventura alternativa de La Venganza de la Abuela.

Para dejar claro de primeras que aquí Drogas trata de reflejar su gusto musical no pareció casual que Txarrena aparecieran en escena mientras sonaba por los altavoces el “Underground” del maestro Tom Waits. Una introducción muy acertada pues el ritmo arrastrado de la pieza entroncó perfectamente con el ruido de unos bastonazos que se acercaban a medida que avanzaba este himno de La Coz Cantante.

Amenazando con cargarse el suelo de madera del Antzoki con tanto golpe, Enrique Villareal, ataviado con máscara y abrigo multicolor, irrumpió con una energía tremenda y movimientos de bastón dignos de una majorette mientras atronaba “Salvaje Mirar”, imposible mejor elección para llevar a ebullición el recinto. Y ese riff macarra a los últimos Backyard Babies de “Así” en directo sube puntos hasta la estratosfera, con esa letra descarnada que alcanza el clímax con el demoledor estribillo y la apoteósica parte final con los gritos de la peña acompañando el “sé que esta noche no estás sola”.

Y, precisamente, ellos tampoco estaban solos esa noche, la sala registró casi el lleno absoluto, con muchos jóvenes en las primeras filas, otros más entraditos en años en plan tranqui y colegas del mundillo musical, caso de Txikitín de Ska-P o Kutxi y Alén de Marea. Las innumerables visitas de los Barri a las fiestas de los pueblos han dejado un poso de cariño en la afición y habían elevado el evento a la categoría de cita ineludible.

En cuanto a la formación que acompaña a Drogas, algunos ya la califican de supergrupo. Y no es para menos. El bajista Flako, con sus flamantes gafas de sol, encarna el prototipo rockero de inspiración escandinava en la línea de Turbonegro o Backyard Babies, de hecho, la entrega que pone a las tablas y su encomiable apoyo a los coros no le colocan demasiado lejos de la bestia Dregen. Txus, a la guitarra, con un aspecto más bohemio, se luce a la menor ocasión y con unos cuantos punteos espectaculares demostró que se gana el sueldo con creces.

Lo de Brigi a la batera es ya caso aparte. Acostumbrado a verle en su faceta de cantante y guitarra en Koma, choca contemplarle aporrear las baquetas con el ímpetu de un poseso. Cualquiera diría que lleva dándole al instrumento toda la vida, su soltura no se limita a redobles y a seguir ritmos sencillos sino que imprime su carácter a cada uno de los temas tanto de ‘Azulejo Frío’ como del primer álbum. Definitivamente, debería plantearse dedicarse con mayor frecuencia a ello. De lo mejorcito del bolo.

El Drogas, sin bajo, también llama la atención, pero el hombre le echa su habitual jeta y enseguida al personal se le olvida ese pequeño detalle. Querían aprovechar el tiempo al máximo, así que Enrique redujo a la mínima expresión la verborrea, únicamente a lo que exige la elemental cortesía. Como hemos comentado, salió con una energía desbordante, se le notaba muy “a gusto” en las tablas, viviendo y exprimiendo cada pieza y cada segundo. Le perdonaremos por eso que tuviera que recurrir al atril de las letras en alguna que otra ocasión.

Esa noche fijo que la mayoría de los asistentes quedarían satisfechos, ya que se cascaron un señor repertorio incluyendo los dos trabajos de Txarrena en su totalidad, para que nadie se queje de que no había sonado su canción favorita. Se marcaron incluso un delicioso set acústico compuesto por “Todo lo Enamora”, “En Punto Muerto”, “En Otros Rincones” y “Con tu Piel” que mereció la pena para relajar y realzó una vez más la figura de Brigi como multiinstrumentista a las seis cuerdas.

Momentos memorables hubo unos cuantos, por ejemplo, cuando Kutxi emergió (aparentemente de forma espontánea) de entre la multitud para ayudar en los coros de “El Fuego de la Tarde”. Si estaba preparado o no, eso es lo de menos, el detalle se agradeció con una salva de aplausos. Y todo un puntazo fue también “El lobo feroz”, con el carismático vocalista de La Txantrea escondido tras una máscara del citado animal cantando “por ti pirata nena”.

Con una temperatura en el exterior de cerca de 20 grados, dejaron para la traca “Frío”, la personal versión de Alarma, y luego volvieron en los bises con “Otro Corazón”, “Empujo Pa’ Ki” y la genial “Azulejo Frío”, cuyas palabras resuenan en la cabeza y resumen cual guante el espíritu de la velada: madera que arde que se funde incandescente en la noche, un cigarrillo que se consume lentamente sin pausa alguna ni nadie que lo detenga, así fue el concierto de Drogas y compañía. Que nos sigan acompañando muchos años.

ALFREDO VILLAESCUSA

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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