TROGLODITAS: EL LEGADO DE UNA ÉPOCA

3 abril, 2012 4:55 pm Publicado por  Deja tus comentarios

Sala Santana 27, Bilbao

En la vida siempre se cierran algunas puertas y se abren otras. Cuando en 2007 Loquillo decidió prescindir del hasta entonces eterno apelativo ‘trogloditas’ parecía que se acababa una época, parte de una historia y hasta una peculiar manera de entender el rock. Pero era sin embargo el paso lógico y coherente al bajarse del barco el último miembro fundador y propietario legal del nombre Josep Simón Ramírez.

Unos años después, con el Loco retomando en teatros su faceta más afrancesada y poética, vuelve su inolvidable banda de acompañamiento con una formación que aúna veteranía y juventud al contar entre sus filas con el citado dueño del término al bajo y Jordi Vila a la batería, como representantes de la vieja guardia, junto a la savia nueva de Diego García y Toni Retamosa a las guitarras. Y con el complicado reto de hacer olvidar el personal estilo del de Clot, el rockabilly mallorquín Lobo, que tampoco le va a la zaga en chulería.

Aunque a primera hora el panorama se asemejara a un páramo sin la menor señal de vida inteligente, el personal se reservó y fue llegando con cuentagotas hasta lograr alcanzar una afluencia digna para las dimensiones de la sala. Pese a contar en su repertorio con varios temas que ya han entrado en la historia del rock en castellano, necesitan todavía demostrar a base de directo que no se trata de un ejemplo más de ese fiebre imperante de grupos tributo, sino de un proyecto autónomo con un pasado brillante y un futuro por definir, que podría materializarse en un disco de estudio en el 2013 coincidiendo con las tres décadas de Trogloditas.

Les venían a estos como anillo al dedo los teloneros Peligro Martínez, combo de rock callejero y macarra a más no poder formado por peña que ha estado metida en mil y un historias, entre los que destaca el ex Extremoduro Iñaki Setién. Con una actitud provocativa y descaro a tutiplén, que al fin y al cabo es lo que se necesita para subirse a un escenario, se quedaron con la concurrencia a base de riffs clásicos escuela Burning o cuando el cantante soltó: “o cantáis o me lío a hostias hasta que me sangren las manos”. Todo un figura perfecto para comandar una sesión de música de garito humeante. Obligado seguirles la pista.

Uno que siempre ha sido bastante especialito con lo de las versiones originales y tal, tenía cierta incertidumbre acerca de cómo sonarían los viejos himnos en esta reencarnación de Trogloditas. Pero las dudas se disiparon enseguida con la inicial “Carne para Linda”y comprobar que en absoluto desmerecía e incluso hasta ganaba en empaque respecto al disco.

El vocalista Lobo no se limita a reproducir los tonos y poses de Loquillo, hace gala de un estilo propio, más influenciado por el rockabilly, sin duda, y consigue sin demasiados aspavientos otorgar un toque personal a un repertorio que casi ni necesita presentación. Eso sí, sin ánimo de ofender a este gran intérprete, lo de recurrir de vez en cuando al atril para mirar las letras no queda muy profesional que digamos, confiamos en que lo subsanen en las posteriores fechas de la gira.

Los ‘troglos’ querían hacernos gozar y a buena fe que lo lograron con esa  demoledora “María”, con el tatuado Jordi Vila cantando desde la batera, otro que estuvo inconmensurable a lo largo del recital, añadiendo frases de su cosecha y haciendo reír a la concurrencia. Incansable en todo momento a los palos, su nombre ya va camino de convertirse en leyenda. Una máquina.

Lo que sí que no esperábamos era el “No Sé Qué Hacer Contigo” de Barricada, ahí anduvieron finos a la hora de seleccionar una pieza que entronca tan acertadamente con el espíritu de la banda. Y el primer pico de la noche llegó con la inevitable “El Rompeolas” y “La Mataré”, un tema tan políticamente incorrecto como necesario en los tiempos que corren y que dotaron de un aire más potente.

Otro enganche clave en el andamiaje del conjunto en directo está en el joven guitarrista Diego García, con sus múltiples posturitas de guitar hero y que al igual que el resto transmite un buen rollo impresionante. Podrá parecer una tontería, pero ese tipo de cosas a veces dicen mucho, y lo más importante, se contagian cual virus rápidamente entre el respetable. Encontrarse así de repente con cinco tipos con ganas de juerga hace que te olvides de cualquier preocupación mundana y te metas al instante en su fiestón, y más si encima es una noche de viernes como aquella.

La reivindicativa adaptación de George Brassens “La Mala Reputación” quizás le pegue más al Loco en su faceta actual de cantautor, aunque nunca está de más escuchar en un concierto de rock n’ roll semejante canto a la capacidad de pensar por uno mismo al margen de la plebe.  El ritmo no decayó con “Nena no me toques”, otra versión, esta vez del mítico “Please Don’t Touch” de Johnny Kid & The Pirates, donde Jordi volvió a alternar batera y voz con la rabia de un punki. Y para cerrar la gramola recurrieron al “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?” de los grandes Burning, cuyo legado estuvo muy presente durante la velada.

Por supuesto, no se olvidaron del generacional “Ritmo del Garaje” y de “Rock Suave”, en unos tonos más grave, a la que Lobo dotó de cierta ampulosidad. Y para los bises sorprendieron con “Los Mejores Años de Nuestra Vida”, sustituyendo el aire swing por un tamiz más rockero, “Ya no Puedo Bailar”, que precisamente desató unos cuantos bailoteos por el recinto y la inmortal “Cadillac Solitario”. No se podrían marchar sin un “Rock And Roll Star” dedicado al ‘troglo’ fallecido Guille Martín enfilando con el acelerador a tope en la “Autopista”.

A Loquillo quizás no le haga ninguna gracia esta revisión de su repertorio más clásico, pero no debería temer reconocer que algunas versiones superan en intensidad a las originales mientras que otras sencillamente suenan diferente. Nadie debería dudar de que se trata de un loable intento de defender el legado de una época y patearse garitos al margen de intereses comerciales. Aquellos tiempos en que el rock & roll conquistaba el corazón.

Tetxo y foto: Alfredo Villaescusa

Redacción
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