THE QUIREBOYS: EL COCIDO DE LA ABUELA

19 enero, 2015 1:32 pm Publicado por  1 Comentario

The QuireboysKafe Antzokia, Bilbao

Existen cosas que realmente se aprenden a valorar cuando vives solo, todo eso que anteriormente se daba por supuesto, como caído del cielo y uno era incapaz de apreciar en su justa medida. En esta categoría entraría sin duda eso que popularmente se conoce como “comer en caliente”, es decir, el buen yantar de toda la vida, el que requiere un tiempo considerable de preparación y que está a años luz de ponzoñas recalentadas y otras argucias para salir del paso en un momento dado. Es la tradición, la pura ortodoxia culinaria, frente a las tomaduras de pelo al vapor o deconstruidas de la cocina de autor incapaces de cumplir el cometido básico de saciar el apetito.

Si extrapolamos estas ideas al ámbito musical enseguida nos encontraríamos con el apego a los valores de siempre, a la esencia del rock n’ roll que encarnan The Quireboys, fieles continuadores del legado de The Faces, Rolling Stones o Rod Stewart. Una banda que en la actualidad no renuncia a seguir aportando material decente al panorama y a girar probablemente con mayor asiduidad que en sus años gloriosos, cuando petaban las listas de éxito con temazos tipo “Hey You” o “7 O’Clock”.

Su presencia en escenarios vascos, por tanto, carecía de excesiva novedad, pues llevan retornando por estos lares casi cada año. Y por las veces que les recordamos, siempre manteniendo el pabellón alto, tanto a las tablas como en términos de asistencia, si bien en esta ocasión llamaba la atención el aspecto envejecido de gran parte del respetable, pocos jovenzuelos se animaron, la verdad, aquí el recambio generacional todavía no ha llegado.

Con la intención de no vivir exclusivamente de las rentas, The Quireboys apostaron de primeras por “Troublemaker (Black Eyed Son)”, corte que inicia su reciente disco. Da igual que pasen tropecientos mil años, el voceras Spike mantiene su pose característica, con pañuelo pirata en cabeza y agarrando el micrófono a dos manos como si fuera una prolongación más de su cuerpo. Una figura ya mítica y que parece no envejecer lo más mínimo, cualquiera diría que se conserva en whisky, por los lingotazos que se tomó a lo largo del show.

Su repertorio, al margen de los temas nuevos, tampoco suele destacar por la innovación absoluta, dan lo que pide el público sin importar nada más. Por ejemplo, de ‘A Bit Of What You Fancy’, aquel álbum por el que pasarán a la posteridad, caen “Misled”, “There She Goes Again” o “Roses & Queens”, entre muchas otras, hasta el punto de constituir la columna vertebral del bolo. Pero tampoco se centran en su etapa de apogeo absoluto, sino que dejan hueco para composiciones del nuevo milenio como “Mona Lisa Smiled” del ‘Homewreckers And Heartbreakers’ de 2008.

La peña se entrega no obstante en los clásicos tipo la balada “I Don’t Love You Anymore” o el imprescindible “Hey You”, cuya melodía podría cantar cualquiera que haya vivido los primeros noventa. Lo cierto es que la muchedumbre tampoco exigía demasiado, puesto que al sonido le faltaron vatios durante el comienzo del concierto y a nadie pareció importarle lo más mínimo, el personal tenía ganas de fiesta y no había excusas. Menos mal que los londinenses supieron reconducir la situación a tiempo y transformar aquello en el habitual jolgorio sin cuartel.

Spike mandó gritar ‘yihaah’ a la manera de los antiguos cowboys y con los ánimos en su punto álgido preguntó a ver qué hora era. La respuesta era conocida de sobra, su himno “7 O’Clock”, con armónica a tope y el micro volando por los aires. Por desgracia, otra de sus múltiples tradiciones consiste en hacer recitales cortos, de escasa hora y pico, por lo que les tocaba ya recoger bártulos.

Y en el preceptivo bis echaron una de cal y otra de arena, esto es, una pieza del presente siglo como “I Love This Dirty Town” y “Sex Party”, otra de las inevitables en la que el vocalista, tercer o cuarto cubata ya en mano, dejó caer que se alojaban en un hotel de las inmediaciones en plan colofón final. Para no perder fama de pendencieros.

A estas alturas los tenemos más vistos que el tebeo, pero como se suele decir, nunca desagrada un dulce. Y en esta coyuntura se agradece el atrevimiento de los sabores de siempre frente a innovaciones que no implican necesariamente una mejora. Es una de las luchas eternas de la humanidad: el cocido de la abuela frente al tomate de tabulé con salsa refrescante. Nunca está de más rendir pleitesía a los colores primarios.

Texto: Alfredo Villaescusa

Foto: Marina Ruano

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Quizás estos mitos del mejor rock inglés como son THE QUIREBOYS vengan todos los años a nuestro país y muy especialmente en el norte pero hay que decir que sus descargas son de las mas rockeras y juerguistas que se pueden ver tanto en nuestro país como en otros países europeos donde también arrasan al igual que el nuestro.Que corra los buenos temas,el buen y por supuesto ese buen whiskye por parte de estos ingleses!!!

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