THE HOWLING: RIMEL Y NEÓN

4 julio, 2013 12:10 pm Publicado por  1 Comentario

 The HowlingSala Helldorado, Vitoria

Lo malo de ciertas cosas es todo lo que conllevan consigo. Esos complementos añadidos que vienen en el paquete a regañadientes y sin que nadie los haya pedido. Es lo que pasa por ejemplo con los grupos glam o derivados y esa cohorte de groupies descerebradas que únicamente se fijan en ellos porque están encima de un escenario y no se trata de Manolo el charcutero o Paco el fontanero. No los compares con el común de los mortales, tienen más glamour, por favor, aunque sus habilidades instrumentales sean discutibles.

En esta categoría podríamos englobar a los británicos The Howling, que actuaban esa noche como plato fuerte del Osteguna Rock, una suerte de preludio del Azkena Rock montado para compensar la disminución de una jornada del festi. Pese a que nos habría encantado acudir desde primera hora para catar a los recomendables ’77 entre otros, por haber estado el día anterior cubriendo el concierto de Bruce Springsteen en Gijón, tuvimos que conformarnos con seleccionar un par de grupos del atractivo plantel que se ofertaba a los azkeneros irredentos.

Ya conocíamos el potencial de los discípulos británicos del mismo Boss o Neil Young The Whybirds y en una reducida carpa abarrotada de personal anticiparon su  tercer largo ‘A Little Blood’ con “Nobody Knows Me” o “Before I Let You Down”. Facturaron un recital de menos a más al que fueron añadiendo chicha guitarrera y cierto deje alternativo noventero a lo Soul Asylum, una filiación sonora que se notaba, de hecho, en sus pintas, todos con camisas de cuadros.

El trío demostró sobrada competencia al alternarse las labores vocales y abarcar desde el tono deudor de Paul McCartney del bajista al aire country en plan Eagles del batería. Y en “The Losing End” consolidaron su maestría en los coros, a la par que cosechaban alabanzas por parte del respetable al acabar cada tema. Un entremés de categoría.

Y cambiando el escenario de Hor Dago! por la sala Helldorado pasamos en un santiamén de las camisas vaqueras, camperas y luengas melenas a los pantalones anchos, tatuajes intimidatorios y gorras de los que en ese momento se encontraban viendo a los locales Nukore, que como era de esperar, seguían cual dogma los postulados de Korn, y en especial de Limp Bizkit, y contaban con un vocalista adrenalínico incapaz de quedarse quieto. Con tanto ímpetu, contagiaron enseguida el fiestón a los de abajo, que no dudaron en corresponder con pogos un tanto enfervorizados. Aunque a la postre se hicieran algo repetitivos, cumplieron el propósito de amenizar decentemente la velada.

Siempre hemos pensado que el futuro de la música no está en la electrónica, como decían los modernos hace unos cuantos años, sino en el mestizaje, en la pura mezcolanza de estilos a cada cual más dispar, sin complejo ninguno. Por eso, la propuesta de los inglesitos The Howling de combinar el macarrismo del hard rock con los demenciales ritmos del dubstep despertaba cuando menos la curiosidad absoluta, habida cuenta de que no existen demasiados colgados que se adentren en una empresa tan arriesgada.

Bajo la atenta mirada de algunas féminas expectantes y de muchos azkeneros que no tenían un plan mejor esa noche, los chavales asustaron a los tradicionalistas con una intro plagada de loops y demás argucias habituales en el dubstep antes de estallar en “The Outsiders”, que ya los acercaba al descaro congénito de unos Buckcherry. Desde luego, al margen de una discutida pericia instrumental, sus bolos son vistosos como pocos.

Quizás se pasen bastantes pueblos con el postureo, pero si los comparamos con un producto deseoso de ser vendido parece ser que llevan interiorizadas al máximo las técnicas de marketing: un aspecto pulcro según el canon glam, cierto deje de malotes de los que echan agua por la boca y maneras de auténticas estrellas del rock n’ roll. Por supuesto que abusan de los pregrabados, pero bueno, íbamos con la idea de fiestón, no de buscar exquisiteces.

En lo musical se mueven en algo que ellos califican como ‘punk electrónico’ y que los acerca a unos Blessed By A Broken Heart, cuando desatan la vena hard rockera, o a unos Enter Shikari en los momentos en que invaden la pista de baile. Cuentan además con un bajista multifunción, que se dedica a mezclar temas e introducir sampleados en los intervalos en que su oficio se lo permite, pese a que tampoco vimos al hombre demasiado atareado.

Su vocalista era un tipo modesto y no dudó en presentar su hit “Champion” como una canción sobre él mismo, así sin rollos. Y siguiendo con el arrebato de sinceridad, también calificó de la misma manera “Rock N’ Roller” antes de que se retiraran a camerinos por unos momentos. Con un debut discográfico en ciernes, tampoco se podría esperar un repertorio muy extenso, así que al volver finiquitaron con una adaptación muy peculiar del “God Save The Queen” de Sex Pistols trufada de sampleados que encendió los ánimos de la peña.

Aquí lo suyo habría sido alargar el subidón con un par de temas por lo menos, pero optaron únicamente por calentar braguetas y despedirse a la francesa, dejando a la mayoría con las ganas. No fue un recital de esos de sentar cátedra, aunque la verdad es que estuvo entretenida la cosa. Una oportunidad única de catar esa mezcla de rímel y neón que en las islas británicas está petando garitos.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

 

 

 

 

 

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • juandie dice:

    Una banda que mezcla varias influencias en su estilo y realmente no lo hacen nada mal según he podio leer en dicha crónica!!!

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