Sweden Rock 2017: crónica de la primera jornada
9 junio, 2017 4:57 pm Deja tus comentariosSölvesborg, Suecia
Otro año más, otra muesca colocada en el festival más variado y adictivo de
Europa. ¡Y ya van 16!
Como cada año, el Sweden Rock nos vuelve a proponer un mar de emociones y una marea de sensaciones en las que navegamos dejándonos mecer e inundar por ellas.
De nuevo el espacio perteneciente a Norje/Sölvesborg vuelve a ser protagonista del más apasionado y efectivo Rock n Roll, ese que los que hemos probado sus mieles seguimos siendo adictos a él, sin importar que en los últimos años los carteles ya no tengan la fuerza de pasadas ediciones, ya que sabemos que haya lo que haya será de calidad, ¡y mucha!
Como ya viene siendo un ritual que se repite cada año, el Sweden Rock abre sus puertas un miércoles y lo hace a medio gas, si lo comparamos con los otros tres días. En este primer contacto con el SRF sólo tres de los cinco escenarios se ponen en activo para recibir las primeras descargas y emociones de un evento que cuenta con unos de los mejores servicios de los Open Air europeos, lo que consigue hacer más fácil la gran cantidad de horas que nos quedan por disfrutar.
Anecdóticamente este año el festival inició con media hora de retraso sobre el horario previsto, y no fue hasta las 16:00 horas que sobre el 4 Sound Stage el hard rock melódico con destellos A.O.R. de Emma Varg dio inicio al festival.
Ella es una de esas estrellas precoces, a la edad de 10 años ya había compuesto su primera canción y con el paso de los años ha ido entrando y saliendo de los charts y programas de televisión suecos con cierta frecuencia, gracias a temas que han sabido llegar a un público que la ha valorado tanto por su carácter como por su imparable voluntad de seguir en la brecha. El pasado año Emma editó un EP, ‘Surrender’, en el que Emma fundamentó un concierto repleto de buenas melodías que hicieron cantar al mayoritario público sueco. De ellos los más destacables fueron “Surrender”, “Wake Me Up”, “The Awakening”, y sus hits “Mother Mary” y “This Time”. Un inicio para tomárselo con calma.
Con muchas perspectivas y buenas ganas nos acercamos al espacio del Sweden Stage. En él, una propuesta inicialmente suculenta, se iba a convertir en todo un fiasco. A Tribute To Led Zeppelin nos ilusionaba por la calidad que se gasta por estos lares, pero ésta brilló por su ausencia. Si habéis visto alguna vez a bandas como Letz Zep quedaros con su recuerdo, porque lo que es esta panda de amigos para nada hizo honor ni al nombre ni a los temas de unos mitos, que quedaron desgarrados por falta de conjunción, calidad vocal, ¡e incluso setlist! Para nada importó que el guitarra y cantante de Bonafide, Pontus Snibb, se desviviera tras la batería, el resto perdía el ritmo con la misma facilidad que iban cayendo las cervezas. “Communication Breakdown”, “Black Dog”, “Rock n Roll”, “The Song Remains The Same” o “Whole Lotta Love” fueron algunos de los himnos que sufrieron a una banda de colegas a la que le faltan muchos, muchos ensayos. Por cierto, no tocaron “Stairway To Heaven”. En este caso, mejor…
Con la amargura de no haber podido disfrutar de la pasión con la que me planté frente al escenario grande del día, estaba decidido a dejármelo todo frente el 4 Sound Stage con el hard rock dinámico y efectivo de los también suecos Art Nation; un quinteto que toma de la mano los estribillos al estilo de bandas como H.E.A.T. y Eclipse, para animar a un público que no llegó a llenar el frontspace, ya que parte de él se concentró en la carpa del Rockklassiker Stage para desfasar con el thrash técnico y desgarrado de Lost Society. Particularmente me esperaba algo más de unos Art Nation que destacaron gracias a los temas más pegadizos de sus trabajos ‘Liberation’ y ‘Revolution’, que en directo llegan a nivel de himnos por parte de un público que se entregó más ante la buena conducción que aportaron los hachas Christoffer Borg y Johan Gustavsson y a la voz matizada de Alexander Strandell, que a las propias canciones. Enn directo suenan menos efectivos que en disco sus singles “One For All”, “Number One”, “The Real Me” y “Ghost Town”.
De nuevo frente al Sweden Stage, nos llevamos la sorpresa de ver un frontspace repleto de seguidores para recibir a Black Ingvars, un cuarteto tradicional que rellena sus temas con versiones de rock n roll clásico sueco, de letras graciosas y fácil estribillo, ya que Black Ingvars son algo así como los J.B.O. o los Mojinos de este país. El público nativo se lo pasó muy bien cantándolos, pero para otra tendré que mejorar el idioma, ya que sin él la gracia contenida en temas como “Leende Gulbruna Ögon”, “Eloise” o la vesión de A-ha “Take On Me” desaparece totalmente. Al menos nos quedó su buena música y su entrega.
Por primera vez pisaba la carpa del Rockklassiker Stage, el hogar de preferencia en el festival para mostrar las cualidades de las bandas emergentes, grandes clásicos y nuevos descubrimientos del hard rock y el sleazy, aunque para nada se descartan en ella propuestas más variadas como el thrash, el heavy e incluso el black, el stoner y el death metal. En este caso fue el hard rock escuela The Runaways el que propuso el trío femenino Heavy Tiger, que recoge su nombre del clásico de The Flaming Sideburns. Con ganas, energía, muy buena actitud y sabiendo estrujar un halo de morbosa sensualidad, Heavy Tiger supieron destilar temas que mostraron la consistencia de la NWOBHM que siguen enarbolando las Girlschool, pero en conjunción con pasajes más puramente rockeros al estilo de Joan Jett. Temas directos como puñetazos en el estómago y sensuales como caricias esos "Feline Feelng", "I Go For The Cheap Ones", "No Tears In Tokyo", “Shake Me”Boys" o "The Only Way Is Up", que hicieron más que buena la estancia en la carpa el Rockklassiker Stage. Ya con siete años de carrera y dos discos en su haber, su futuro se adivina excelente.
Tocaba el turno a uno de los platos más deseados del día, el que deberían habernos propuesto en el Sweden Stage los canadienses Helix, plato que se sirvió bien adornado y presentado, aunque para nada valen las perspectivas si lo que te sirven está soso, frío y crudo. Así se mostró el hard rock del quinteto liderado por el cantante Brian Vollmer, cuya voz estuvo muy por debajo de lo que recordaba de anteriores encuentros. La banda se entregó y Vollmer lo intentó con todo el empeño, pero su voz cansada nos dejó a las puertas de volcarnos plenamente en himnos como: "Long Way To Heaven", "Wild In The Streets", “Get Up!”, "Feel The Fire", “When The Hammer Falls”, "Never Want To Lose You", "Here's Come The Night", "No Rest For The Wicked" o "Rock You!". Espero que lo de Vollmer sólo haya sido un mal día.
Llegaba otro momento en el que tocaba decidir, y la cosa estaba entre la oscuridad de Myrkur o la siempre efectiva y poderosa entrega de Chris Bothendall con sus incombustibles Grave Digger. Lo cierto es que me decanté por las tinieblas y lo que vi para nada me disgustó. Con una puesta en escena muy teatral y ritmos densos y pétreos, Myrkur basa su propuesta en la buena voz de la cantante –y líder única- Amalie Bruun, que se empleó dinámica y efectivamente en temas de marcada densidad como la mostrada en “Onde Born”, “Mordet”, “Skadi” y la potente versión de Bathory “Song To Hall Up High”. Buenas sensaciones y cuidada puesta en escena.
Saliendo de la carpa que nos había abstraído de la ya copiosa lluvia que estaba cayendo, a carrera me posicioné frente al Sweden Stage para captar gráficamente las imágenes de Black Star Riders. Tras su tercer larga duración reivindican enfáticamente su independencia de Thin Lizzy, cosa harto difícil cuando la mayoría de la formación es la base de la banda con la que Scott Gorham revive Lizzy a su antojo y capricho, eso sí, con un resultado tan cualitativo como apabullante (acordémonos del Rock Fest del pasado año). La verdad es que hacer de fotógrafo bajo la una intensa cortina de fría lluvia y con un viento de costado hace muy incómodo y tedioso el trabajo de buscar buenos planos y enfoques, quizá por ello en el photopit tan solo nos habíamos congregado poco más de media docena de fotógrafos.
Como me comentaba Ricky Warwick en la reciente entrevista que tuve la oportunidad de hacerle: “Somos Black Star Riders, una banda con identidad propia…”, y sí así es, lo que pasa es que sin el espíritu de Thin Lizzy su propuesta se queda a medio camino de ser efectiva, sus composiciones se tornan algo lineales muy a pesar de la entrega de Ricky, Scott Gorham, Damon Johnson, Robbie Crane y el nuevo batería Chad Szeliga, suplente menos efectivo que el potente Jimmy DeGrasso. El show estuvo acompañado por una lluvia que hacía difícil entregarse a temas como el single “Dancing With The Wrong Girl”, “Hey Judas”, “Charlie I Gotta Go”, “Testify Or Say Goodbye” o “Kingdom Of The Lost”. Los puntos más celebrados del setlist, aquellos temas en los que la emoción pudo con el frío, el viento y la lluvia, fueron los más hermanados con la propuesta de Thin Lizzy: “All Hell Breaks Loose”, “Bloodshot”, “The Killer Instinct”, “Cold War Love”, “Who Rides The Tiger” y “Kingdom Of The Lost”. Ahí sí esgrimimos la pasión que debería haber circundado todo el concierto, como con “Heavy Fire”, “Soldierstown”, “Bound Of Glory” y, cómo no, las versiones de Thin Lizzy “The Boys Are Back In Town” y “Whiskey In The Jar”.
Desgraciadamente este ha sido el inicio de festival más flojo de los que he podido vivir, poco que ver con lo mostrado en otras ocasiones, pero aun así, el nivel de las bandas y la calidad en el sonido siguen siendo irrefutables.
Texto y fotos: Josep Fleitas
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