SMG FEST: RITOS DE INICIACIÓN

Sala Ritmo & Compás, Madrid

Todo ser humano debe superar una serie de experiencias vitales que ponen a prueba su capacidad de adaptación al medio. Se trata de esas transiciones imprescindibles en el desarrollo social de un individuo que señalaba el antropólogo francés Arnold Van Gennep. El paso de la juventud a la edad adulta, de la soltería a la convivencia en pareja, desafíos importantes ante los que no se conviene dar pasos en falso y por eso a menudo van acompañados de algún tipo de celebración.

Los actos de la IV Semana Gótica madrileña se finiquitaban con un mini festival imprescindible para cualquiera que le interesara mínimamente el rollo más allá de la fachada, una sutil forma de criba que tanta falta hace en ese mundillo, donde, como bien apuntaba un colega, existen muchos reacios a apoyar a los grupos que no tienen reparos en gastarse el doble o triple de cantidad del precio de la entrada en cubatas en los garitos oscuros.

Pero por fortuna aquella noche se alcanzó una afluencia digna, con la presencia de habituales de ese ambiente, aparte de promotores, DJs, etc. Y es que se había conseguido un cartel que alternaba primicias en nuestro país con otras figuras más recurrentes, aunque no por ello carentes de interés, en especial para los que no los habíamos catado con anterioridad.

Iniciaron la velada los gabachos Joy/Disaster, que, si nos guiamos por su sonido en estudio, estarían emparentados con el post punk de nuevo cuño en la onda de Editors o Interpol que actualiza el legado de Ian Curtis y compañía. En el directo, por el contrario, prevalece su vertiente punk, otorgando un matiz crudo al combo, casi en las antípodas de lo que se escucha en el disco. Como los restantes artistas, llevaban bajo el brazo el reciente ‘Sickness’, del que dieron buena cuenta con “Aeroplane” o “Kill The Secret”, entre otras. Tuvieron además el detalle de acordarse de los viejos seguidores con “Lobotomy” y “The Light” y a modo de entrante cumplieron su cometido, pese a la división de opiniones que suscitaron.

En tierra de nadie parecieron moverse los suizos The Beauty of Gemina, oscilando entre el gothic rock de “Voices of Winter”, que abre su último esfuerzo ‘Iscariot Blues’, el electrodark discotequero más frenético o el sonido darkwave envuelto entre sintetizadores pregrabados de “One Step To Heaven”. Dominados por la fuerte presencia escénica de Michael Sele, un tipo peculiar que pidió al personal que pararan de hacer fotos o que no subieran videos a la red, so pena de no volverle a ver encima de un escenario, facturaron un show un tanto irregular, con puntos álgidos cuando las guitarras tomaban el protagonismo y bajones cuando aquello se transformaba en una suerte de rave siniestra. Un imposible maridaje entre post punk y electrónica.

Siempre nos han dicho esa manida frase de que comemos con los ojos, algo que en los recitales de Merciful Nuns cobra pleno sentido por una cuidada puesta en escena que no deja indiferente. El escenario inundado de niebla  hasta el punto de no distinguir ninguna figura y un telón que descendía a su antojo, a veces durante varios temas, añadían misticismo necesario a la voz profunda del gigantón Artaud Seth. Es evidente que han mamado hasta las cachas de Sisters of Mercy, tanto a nivel visual como musical, aunque el ímpetu del vocalista esté a años luz de los casi susurros de Andrew Eldritch en la actualidad.

Porque lo que nadie puede discutir es su capacidad para crear atmosferas sugerentes en la mejor tradición del gothic rock y una actitud mesiánica a prueba de bombas que les otorga la espiritualidad necesaria en este rollo. Aquí sobraban las peroratas inútiles de hacerse el simpático, estaban fuera de lugar, y sin duda habrían restado credibilidad al conjunto, era un recital en cierto modo intimista, que cada uno viviría a su manera sin excesivos aspavientos, igual que esas doctrinas que consideran la fe como un acto más bien individual.

Habían editado hace escasos días ‘Goetia IV’, por lo que lo esperable hubiera sido un repertorio centrado en esta obra, teniendo además en cuenta que está previsto el lanzamiento de ‘Goetia V’ para el próximo febrero. Nada de eso, apenas sonaron “Temple At The Dome of The Rock”, un soberbio ejercicio de ortodoxia goth rockera, y en los bises, la ampulosa “The Nazarene”, con su inicio reminiscente al “Lucretia My Reflection” de las hermanitas de la caridad.

El culto se centró en trabajos anteriores como ‘Genesis Revealed’, con el tema homónimo y “All Days Are Black”, sin descuidar  rotundas declaraciones de principios del estilo de “Body Of Light” o “Radiation”. El telón bajaba de vez en cuando y desde atrás un foco guiado con la misma parsimonia que la de los veteranos lobos de mar trataba de escudriñar al público, que no pareció entender este afán por ocultarse de los ojos de los mortales.

Cualquiera podría pensar que en realidad todo esto es más bien una pantomima para crear misterio, pero la pose hierática hasta dar miedo del voceras Seth daba entender que se tomaban a sí mismos bastante en serio. Ni siquiera se despidieron, aunque volvieron para regocijo de los fieles con “Ancient Astronauts”, que nos invita a profundizar en los orígenes de la civilización,  y en la tenebrosa “Eclipse” la pantalla con la letra incitaba a recitar el mantra con la solemnidad de una eucaristía cristiana. Para poner los pelos de punta.

Es evidente que cuando ya has presenciado este espectáculo unas cuantas veces puedan perder el factor sorpresa, tal y como comentó algún aficionado, pero para aquellos que lo veíamos por primera vez supuso un rito de iniciación en toda regla, un proceso de maduración espiritual del que se sale con un conocimiento reforzado y unas ganas irrefrenables de abrazar esta suerte de fe oscura. Un aprendizaje vital de los que marcan.

Texto y foto:Alfredo Villaescusa

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