PRETTY MAIDS: UN PEDAZO DE CIELO

22 noviembre, 2010 5:05 pm Publicado por  – Deja tus comentarios

Sala Rock Star (Barakaldo)

Tal y como está el panorama se ha convertido en algo ya habitual acercarse a los bolos casi con miedo de que el evento no alcance una afluencia digna y se convierta en un desastre sin paliativos. Porque traspasar la puerta de entrada y darse de bruces con un recinto prácticamente vacío no pinta nada bien. Afortunadamente, la gente, que es muy comodona, retrasó su presencia hasta poco antes de que empezaran las estrellas de la noche. Tampoco nos apretujamos los unos a los otros, pero por lo menos se sentía calor humano en el sitio.
Está claro que los grandes damnificados de los tiempos inestables que corren son las pequeñas bandas que tratan de meter el hocico, si les dejan, en el negocio musical. Los veteranos disponen de cierta ventaja, al haberse podido labrar a lo largo de los años una porción de fieles, sea de mayor o menor tamaño.
Es el caso de los daneses Pretty Maids, que desde que echaran a andar allá por 1981 han sabido abarcar un amplio abanico de estilos y público, pues pueden oscilar desde medios tiempos en plan AOR y baladas sentimentaloides hasta cortes metálicos de clara vocación tradicionalista. E incluso ya hay quien reivindica su legado, que se lo pregunten a Hammerfall y su homenaje al “Back To Back” en el ‘Legacy of Kings’ de 1998.
A día de hoy, los creadores de “Future World” presentan una cara diferente a la de los inicios, con únicamente el vocalista Ronnie Atkins y el guitarra Ken Hammer como supervivientes de la primera época. El resto pertenecen a otra generación más tardía, lo cual se observa a simple vista a nada que uno se fije. Recientemente han incorporado a sus filas al bajista Hal Patino (King Diamond), que aporta un aire visual al conjunto.
Antes de los cabezas, con una asistencia bastante mermada, los bilbaínos Autostereo trataron de calentar el ambiente, supongo que conscientes de que su palo a lo Sôber o Nickelback no pegaba demasiado en la velada. Y excepto los abucheos de algún maleducado, el personal los recibió con cierta indiferencia, de acuerdo, pero con el respeto que no debe perderse en ningún caso.
Al final no les quedó otra que rendirse a la evidencia y a los magistrales punteos de Jagoba Ormaetxea, así como a la brillante ejecución de temas de su debut tales como “Testigo de tu Piel”, el single “Algo Más” o “Alma al Diablo”. El sonido además acompañó con una nitidez sorprendente, por lo que les salió una actuación a pedir de boca. Entren o no en los esquemas musicales de cada cual, no se puede negar que se lo curraron.
Para cuando irrumpieron Pretty Maids el ambiente cambió por completo y la audiencia casi se multiplicó por arte de magia, por lo que se formó la masa suficiente para trasmitir cercanía a cualquier banda. Y si encima añadimos que el respetable estuvo entregado desde el primer minuto, con inapreciables bajones durante el recital, podríamos afirmar que los daneses venían a mesa puesta, al igual que ese elegante minibar que se montaron en un lateral del escenario.
Con el speech de Obama de “Pandemonium” a modo de intro y en las posteriores “Walk Away” o “It Comes at Night”, Ronnie Atkins mostró un envidiable estado de forma y disipó las dudas que nos atenazaban acerca de sus capacidades vocales. Quizás fuera producto de la mala suerte, pero las veces que hemos coincidido con ellos en festivales siempre pasaba lo mismo: buen repertorio, buena interpretación y la voz haciendo aguas por todos los costados.
En esta ocasión para nada fue así, el rubio Atkins dio la talla, quizás se pasara en algunos momentos al pedir la participación del público, un aspecto perdonable si tenemos en cuenta las tremendas ganas que le echó tanto el susodicho como el resto de la banda. Y es que no es lo mismo tocar en un festival a las dos de la tarde, con posibles contratiempos en calidad de invitados inesperados, que disponer de una sala digna para desgranar un espectáculo en condiciones.
El repertorio resultó muy equilibrado, pues configuraron una dieta a base de piezas imprescindibles en su historia del calibre de “Savage Heart” o “Back To Back”, que quizás debieron haber reservado para el final, sazonadas con gotas de su último lanzamiento del estilo de “Cielo Drive” y “Final Day of Innocence”. No descuidaron tampoco aquellas que los fans de siempre esperan escuchar, ahí estaban “Queen of Dreams” del debut y “Rodeo”, del aclamado ‘Future World’.
Uno de los puntos álgidos llegó con “Please Don’t Leave Me”, esa sentida balada de John Sykes que la mayoría de los mortales conoce gracias a los daneses. En la siguiente, no se la jugaron y arremetieron con un “Love Games” de respuesta asimismo asegurada.
Y aquí vino el aspecto negativo de la velada, ya que al de una hora escasa se retiraban para los bises. Con una trayectoria que supera la veintena podrían haber estirado por lo menos hasta los 90 minutos que suele marcar la decencia, no sería por falta de material. En la complicada coyuntura actual este tipo de cosas ayudan más bien poco a que la peña apoquine para ir a los conciertos. ¿Quién se atreverá a gastarse los cuartos para un recital de unos raquíticos 60 minutos?
Polémicas al margen, las ‘doncellas’ volvieron sin mostrarse desvalidas con un impepinable “Future World” y esos espectaculares duelos de guitarra y teclado. Confían demasiado en ‘Pandemonium’ y por eso “Little Drops of Heaven” mereció tan privilegiada posición, no fue mala elección, no en vano se trata de un tema como la copa de un pino, con gancho suficiente y probablemente de lo mejor que hayan compuesto en los tiempos recientes. Y el colofón no se entendería sin la afirmativa “Red, Hot and Heavy”, que alargaron con discretas referencias al “Another One Bites the Dust” de Queen y al “Smoke On The Water” de Purple.
Atkins y los suyos nos mostraron un pedazo de cielo, solo la puntita de lo que son capaces si le hubieran dado más caña al minutaje. Ser agradecido no cuesta tanto. Eso sí, lo que contemplamos, sigue justificando el ver en directo y estar al tanto de las noticias de este gran grupo.

Texto y fotos: ALFREDO VILLAESCUSA

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