JUDITH MATEO Y AMIGOS

20 septiembre, 2012 5:29 pm Publicado por  3 Comentarios

Galileo Galilei, Madrid

A las diez de la noche, y tras una sorprendente presentación a cargo del polifacético Vicente “Mariskal” Romero, en la que nos “desvelaba” (junto a “la Rafi”), la leyenda nada urbana de sus “¡¿veintisiete centímetros?!”, Judith Mateo , arropada por una banda de lujo – David Pedragosa, a la guitarra, Ricardo Esteban, al bajo, Chuchi Crespo, a la batería, Luis Rodríguez, a la voz y coros y Fernando Ponce de León, a la flauta travesera, flauta dulce y gaita -, daba el pistoletazo de salida a una actuación en la que dio rienda suelta tanto a su desparpajo instrumental como a su labia escénica. Sus dedos acariciaban a veces y otras amaestraban un instrumento, el violín, que se pega a su cuerpo como el barniz se filtra en la madera. Considerada por la prensa musical como “la revelación de la música celta”, la guapa manchega, en hora y media de concierto, dos bises incluidos, nos embelesó a todos los presentes, que para la ocasión abarrotamos la sala Galileo Galilei, con un repertorio en el que mezcla con mesura las canciones tradicionales con los temas propios, los temas instrumentales con los cantados, vinculando la tradición con los ritmos más actuales. Su original puesta en escena, amén de su riqueza interpretativa, su encanto y su energía incombustible, nos enamoró a los allí presentes.

“Buenas noches Galileo. ¿Estamos en un concierto de rock? Sí o sí”. Así de contundente se presentaba Judith Mateo, engalanada con un vestido de color rosa y negro que abrazaba la moda más gótica, prometiendo que no tardaría mucho tiempo en levantarnos de nuestros asientos. Y así fue. Por el escenario desfilaron tanto temas propios de sus tres discos publicados – “Tir Nan Og”, 2003, “Mientras el cielo no se caiga”, 2008 y “Ashes”, 2011 -, como versiones; especial atención merece la que hace del mítico “Dust in the wind”, de Kansas, single extraído de su último trabajo y que mejora el original, o de “The house of the rising sun”, de autor desconocido y que popularizaron los británicos The Animals y la norteamericana Joan Baez. También brillaron con luz propia algunos acertados guiños a los inconfundibles Deep Purple. Temas todos ellos muy bailables, comprometidos con la diversión (los músicos en el escenario se lo pasaban bien y contagiaban ese sentimiento a los presentes), el virtuosismo y la cercanía con el público. Para dar más colorido a la inmaculada actuación, la conquense contó con la presencia en el escenario del genio José Carlos Molina, que la arropó en dos temas (uno de ellos, el titulado “Miércoles Santo”), y de Sergio Cisneros Kiskilla”, el ex teclista de Mago de Oz, que hizo lo propio en la citada versión de “The house of the rising sun”. La actuación fue grabada para la posteridad por César Martínez, y formará parte de un documental dedicado a la música de nuestra transición política. Un concierto en el que hubo de todo y todo bueno; incluso el padre de la propia Judith se subió al escenario a bailar, embriagado por la emoción. Muchos de nosotros envidiamos su decisión.

El violín, desde que alcanzara su clímax con el virtuoso Niccoló Paganini y la familia Stradivarius, ha pasado por muchas y variadas etapas. Adoptado por la música folk y en manos del talento de artistas como Judith, vuelve a cobrar el protagonismo que reclama y que por méritos propios merece. No olviden este nombre: Judith Mateo, una mujer que ama lo que hace, comprometida con la música y con su tiempo. Buena suerte, compañera.

TEXTO: AMADO STORNI

FOTO: JASON CENADOR

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