JOSÉ FELICIANO: ROCKERO DEL BRONX

TEXTO Y FOTO: ÑAKO MARTINEZ (Twitter: @nakomartinez)

José Feliciano llega al escenario como rockero del Bronx o como boxeador peso pesado al cuadrilátero. Escoltado, respetado y aclamado. Su derecha no es poderosa, no cuelgan de él oros ni medallas y ni siquiera luce tatuajes. Por el contrario, su mermada salud le impide moverse con un mínimo de agilidad. Su condición de invidente de nacimiento no ayuda. Apoyado por compañía, baja las escaleras del Jazz Café de Candem con la delicadeza del que parece se va a desmontar. Le cuesta levantar el brazo para saludar y vacila al intentar sentarse.

Entonces llega su espada de Damocles en forma de guitarra española. Amenazante, erguido, enhiesto comienza a tocar. La magia sale de la guitarra y Feliciano es ahora fuerte, poderoso, un peso pesado en toda regla. El carácter de raza de este guitarra, compositor y cantante es de la vieja escuela. El puertoriqueño, nacido a mediados de los ’40, no necesita ver a su público para saber que está ahí. De la misma manera, no necesita ver el mástil para hacer que cada nota que toca tenga presencia y vislumbre un show de una hora de duración lleno de intensidad.

Feliciano es un rockero de raza. Botas de cowboy, camiseta negra, chaleco de cuero y gafas de sol. También, obviamente, se cuelga la guitarra eléctrica durante un set donde compagina sus composiciones con clásicos de la música latina, el rock de los ´60-´70 o el “Billie Jean” de Michael Jackson con un punteo que convierte en la canción en parte de su historia.

Banda de placer la que le acompaña, con dos percusionistas y un teclista escuela de jazz. No habla en español, sólo en inglés, y no para de bromear con el público sobre su ceguera. Un público que sorprende en su mayoría por ser inglés y además, no cortarse al bailar “La Bamba”. Por su puesto, cayeron otros temas como “California Dreamin’”, “Rain” o la versión que le popularizó del “Light My Fire” de los Doors. Se echó en falta el “Suzie Q”, única pega del espectáculo.

Feliciano con la guitarra eléctrica

Se marcha a la hora, de nuevo ayudado. Ha dado una lección de entretenimiento fusionando el rock con la música latina y el jazz. Tres noches seguidas en la intimidad del Jazz Café, su casa por derecho propio en Londres.

Por la manera en la que se despide, nadie diría que tiene 6 premios Grammy y casi 50 discos entre oro y platino. Le quitan la guitarra, vuelve a necesitar ayuda. La banda sigue tocando, mientras él, lento y torpe de movimientos, intenta caminar como buenamente puede. Hasta la próxima, maestro!

ATENCIÓN! : ¿Qué opinas de la crónica? ¿Crees que al Ñako se le ha ido la olla cubriendo a Feliciano o el Rock no tiene fronteras a la hora del mestizaje? ¿Qué artistas que fusionen Rock con otros estilos te gustan? Déjanos tu opinión y HAZTE ESCUCHAR!!!!

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