EN VIVO: POR ENCIMA DE LA COSTRA

Kobetamendi, Bilbao

Los términos no tienen por qué ser ofensivos si uno cuenta con la suficiente amplitud de miras. Y antes de que alguien se escandalice por el titular de la presente crónica de urgencia nunca viene mal recordar a nuestro gurú espiritual Charles Bukowski, que decía lo siguiente a propósito de los excluidos del sistema: “Me gustan los hombres desesperados, hombres con los dientes rotos y los destinos rotos. También me gustan las mujeres viles, las perras borrachas, con las medias caídas y arrugadas y las caras pringosas de maquillaje barato. Me gustan más los pervertidos que los santos. Me encuentro bien entre marginados porque soy un marginado. No me gustan las leyes, ni morales, religiones o reglas. No me gusta ser modelado por la sociedad”.

Con similar actitud inconformista afrontábamos la primera edición del festival En Vivo en el monte Cobetas, tras la cancelación por falta de venta de entradas de las citas de Madrid y Barcelona. Por lo menos, la organización tuvo el detalle de fletar autobuses por la cara desde ambas urbes, a ver quién se tira tanto el rollo en los tiempos que corren, un lujo asiático en toda regla.

Sin más dilación, comenzó la edición del 2013 con los reactivados alaveses Potato, que contaron desde primera hora con un nutrido grupo de entregados fieles que abrazaron sin problemas su ska con pinceladas reggae. Reivindicaron el comunismo y la Rusia soviética, bastante más preferible desde luego que la actual homófoba de Putin. No somos unos entusiastas de los ritmos verbeneros, pero para los que gusten de sus tonadillas cumplirían el expediente.

Después del ambiente playero, la tralla punkarra de Kaótiko supo a gloria, pese al sonido un tanto enmarañado de la carpa. Pero no es cuestión de ponerse exquisitos sonando temazos adrenalínicos capaces de levantar a un muerto tipo “Presa”, “Juerga” o el recuerdo a Banda Bassotti, que tocarían horas más tarde, “Su falso mundo”, peculiar adaptación de “Luna Rossa”. Las gargantas estallaban al unísono del mismo modo que los katxis volaban que daba gusto. Conciertazo de principio a fin.

Por estar entrevistando a Within Temptation, tampoco captamos demasiado de los cachondos Lendakaris Muertos, pero el personal parecía muy entregado coreando himnos como “El Último Txakurra” o “Detector de Gilipolleces”. Y cambiando radicalmente de tercio, Los Zigarros pusieron la nota rockera desempolvando el legado de Tequila con punteos al tuétano en “Voy a Bailar Encima de Ti” o “Dispárame”. Se marcaron además una versión elegante del “Something Else” de Eddie Cochran, que desató bailoteos añejos cosecha del 50.

Y entre la orgullosa costra surgió cual Afrodita de los mares, Sharon den Adel y sus Within Temptation, a los que dirigió con su encantadora voz de sirena. Sigue siendo una delicia escuchar en directo entonar a la chica sus tonos casi celestiales, a la par que derrocha clase a las tablas y hasta más sensualidad que la niñata Miley Cyrus, y eso sin sacar la lengua ni tocarse su instrumento. La señora nos llevó durante unos 50 minutos a un mundo de ensueño, de piruletas, pequeños ponys y demás en el que no caben los malos propósitos. Era tan bonito que hasta algunas parejas se besaban, y no era para menos, un servidor pensó incluso en tirar a la basura los libros de Bukowski… pero únicamente lo pensó.

En cuanto al repertorio, mantuvieron el secretismo sobre el inminente álbum y ni siquiera se animaron a interpretar el esperado single “Paradise (What About Us?)”. En su lugar, optaron por ceñirse a ‘The Unforgiving’ con piezas aderezadas de proyecciones como la discotequera “Sinead”, “In The Middle of The Night” o “Iron”, entre otras, la única sorpresa estuvo en la versión de Lana del Rey “Summertime Sadness”. Cabe destacar que apenas utilizaron pregrabados y su sonido adquirió más crudeza que sinfonismos en comparación con las otras veces que les hemos visto. Un recital para elevar el alma.

De vuelta al mundo terrenal, Banda Bassotti nos dieron un baño de realidad con ritmos ska y una sección de viento que atronaba. No tuvieron problema en pasarse a las rancheras mexicanas en “Carabina 30-30” o en apretar el acelerador en la pro soviética “Mockba 993”, sin olvidarse de los himnos gloriosos en plan “Luna Rossa”. Y los navarros con miras internacionales Berri Txarrak certificaron que a nivel instrumental pueden codearse sin problemas con múltiples bandas guiris. Les falló quizás algo el repertorio, aunque el tramo de “Folklore” y “Gure Dekadentziaren Onenean” fue para contener la respiración. Un trío que en cada bolo exprime al máximo sus posibilidades y en las distancias cortas barre de un plumazo a la mayoría de bandas estatales e incluso autóctonas.

Lo de Shikari Sound System se trató de una tomadura de pelo disfrazada de vanguardia que no se sostenía por ningún lado. Se anunciaba aquello como la vertiente electrónica de los hardcoretas Enter Shikari, pero distinguir algún eco de los anteriores se antojaba tarea imposible en sus tediosos remixes. Daba vergüenza imaginar que se hubieran dejado pasta en semejantes trileros, cualquier grupo local habría ocupado ese hueco con bastante más dignidad sin ruidos enlatados.

Pensando ya en la retirada, Celtas Cortos nos detuvieron por un momento por el matiz rockero que le daban a viejas composiciones como “Tranquilo Majete” o “El Emigrante”. Nunca nos sedujo demasiado su rock celta, pero la multitud que poblaba el escenario desplegaba sobrada competencia y ya solo por ese motivo merecían la atención, a pesar de que no fueran plato de gusto. Y con eso dimos por finiquitada la jornada  saltándonos por cansancio a las bandas tributo Guerrilla (Rage Against The Machine) y Powerages (AC/DC), aunque según me comentaron posteriormente los primeros debieron legar un bolo enérgico bien entrada la madrugada.

El segundo día prometía con la ortodoxia punkarra a lo Eskorbuto o Parabellum de Segismundo Toxicómano, que consiguieron poner a la peña a botar desde la inicial “Contra el Muro” hasta “Apunta”, con las gargantas desgañitándose a lo largo del recital. Sin aderezar ska, charangas u otras tonalidades festivas, pusieron los puntos sobre las íes de lo que debería ser el punk de verdad al margen de sucedáneos edulcorados para las masas. Absolutamente trepidantes, puro nihilismo deudor del 77.

Y sin bajar el pistón, los reivindicativos Boikot se mostraron más bailongos y no se pudo contener el fervor popular en “Comandante Che Guevara” mientras ondeaban banderas republicanas y de la Castilla Comunera. Para cuadrarse y levantar el puño fueron también “Lágrimas de Rabia” y “Tierra Quemada”, sin olvidarse del “Cualquier Día” de Piperrak, coreada hasta la saciedad por la concurrencia. Un conciertazo repleto de himnos para quedarse afónico.

Desafiando a fachas, bien pensantes y demás escoria social Reincidentes dejaron claros los principios al abrir con “La Republicana” y concatenar enseguida con “Si el INEM te Quema” y “Nazis Nunca Más”, muy apropiada esta última en este verano de revival franquista. Combinaron los clásicos de toda la vida como “Aprendiendo a Luchar” con alguna de ‘Tiempos de Ira’, caso de la macarra “Huracán”. Y en “Ay Dolores” hubo féminas que hasta se quedaron en sujetador, tal vez confundiendo un tema tan serio como los malos tratos con otros conceptos igualmente respetables. “Jartos D’Aguantar” y “Vicio” remataron la faena con categoría. Unas leyendas del rollo estatal.

Las penas y el sentimentalismo desaforado de Rulo y la Contrabanda embajonaron, aunque el de Reinosa mantuvo el nivel acostumbrado a las tablas con “No Sé”, “El Prota”, “Como Venecia sin Agua” y todas aquellas piezas de La Fuga que se han convertido en himnos para la juventud. La gente, no obstante, andaba a otra cosa, y a excepción de algunas chiquillas, pocos mostraron su entusiasmo.

Todo lo contrario de Soziedad Alkohólika, que fueron aclamados como dioses y gozaron de uno de los sonidos más potentes del festival. Por estar entrevistando a The Offspring nos perdimos gran parte del bolo, pero nos dio tiempo a llegar para la implacable recta final con “S.H.A.K.T.A.L.E.” y “Nos Vimos en Berlín”. Muchos comentaron que fue de lo mejor del En Vivo, ahí lo dejo.

Consciente de que una escasa hora tampoco da para mucho El Drogas se centró en los clásicos populares de Barricada tipo “Tentando a la Suerte”, “Bahía de Pasaia”, “Barrio Conflictivo” o “La Silla Eléctrica”, dándoles un curioso giro y reduciendo la trayectoria de Txarrena a lo anecdótico. Ya solo el hecho de salir a escena tras el “Underground” de Tom Waits es una muestra inequívoca de clase. Un señor en lo suyo.

Los esperados The Offspring entretuvieron de primeras con “All I Want” y no les importó entregarse sin demasiados miramientos a las pretensiones del vulgo con “Come Out And Play” y esas piezas que marcaron la adolescencia de gran parte de los asistentes como “Hit That”, “Bad Habit” o la inevitable “Pretty Fly (For A White Guy)”. Pero ellos no parecían para nada unos chavales, más bien lo contrario, les pesaban sobremanera los 50 tacos a Noodles y a Dexter, que poco le falta, y aunque cumplían por la mínima, hemos visto gatos de escayola dotados de mayor movilidad, aparte de esos incómodos silencios que se producían entre canción y canción.

La muchedumbre tampoco se fijaba en esos detalles y optaban por el pogo recatado, con educación, a años luz del de los punkis de verdad. Ni falta hizo presentar al final “Self Esteem”, pues muchos la llevaban reclamando con insistentes coros. Estuvo divertido por lo menos.

Lo de Mägo de Oz tocando en el reducido escenario de la carpa fue un tanto ironía del destino y quizás eso influyera en que se percibiera cierto resquemor entre los miembros de la banda al estar atropellándose continuamente los unos a los otros. El sonido tampoco les acompañó, pues aquello se asemejaba a un batiburrillo del que poco se podía sacar en claro. Y en cuanto al fichaje a la voz de Zeta, no nos convencieron en absoluto sus agudos clara imitación de Leo Jiménez que echaban por tierra piezas pretéritas del estilo de “Maritornes” o “Molinos de Viento”. Pululaban por ahí unos cuantos fans, por lo que es probable que su pensamiento no coincida con lo expuesto en líneas anteriores, pero bueno, ya se sabe lo que dicen de las opiniones.

Y como esas cajas sorpresa de las que sale un payaso, así irrumpieron los caricaturescos Toy Dolls recorriéndose de punta a punta el tablao dejando a los Offspring más bien para mirar obras. Histriónicos y espídicos hasta el extremo, parecía que hubieran pulsado el avance rápido de cualquier reproductor, pues se concatenaban adrenalínicas piezas que ponían a todo dios a botar tipo “Nelly The Elephant” o “Lambrusco Kid”. A veces el espectáculo se asemejaba al corro de las patatas o cualquier otro juego infantil, pero ¿quién no quiere volver a los 7 años?

Y como colofón, antes del tributo a Extremoduro Karkoma, los Turbonegro barakaldeses Porco Bravo arrasaron pasadas las tres de la madrugada con una monumental descarga de rock n’ roll macarra y provocador capaz de despertar al más somnoliento. Guitarrazos de escuela nórdica envolvían a ese dios del escenario que es el vocalista Manu ‘Gallego’, que no dudó en surfear literalmente entre la muchedumbre, prenderse fuego en el pecho una foto de Rajoy y acabar expulsando fuego por el ano, aunque muchos no lo crean. Desatados como las cabezas de jabalíes que lanzaban, en cuanto a actitud se comieron a cualquier otro grupo de la jornada. ¡Salvajes!

Con semejante despliegue de energía cerramos la crónica de un festival que merecería consolidarse en la capital vizcaína por su reseñable respaldo de asistentes. A veces existen destellos de luz por encima de la costra, una capa gruesa que a nada que uno rasque siempre revela motivos para no cortarse de un tajo las venas.

TEXTO: ALFREDO VILLAESCUSA

FOTOS: IÑIGO MALVIDO

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