DINERO: ENÉRGICO, MÁGICO, ELÉCTRICO

16 diciembre, 2014 5:22 pm Publicado por  2 Comentarios
Sean Marholm

Sean Marholm

Kafe Antzokia, Bilbao

A la gente le encanta el postureo, ser famoso y aparentar, ese afán continuo por situarse por encima del resto de los mortales gracias a su exquisito y refinado gusto. Una actitud tan ridícula que lleva a situaciones casi de sainete, como esa conversación sobre Camus que presenciamos a eso de las cinco de la mañana en un garito de Malasaña. Porque uno podría entender que se hablara de Bukowski o cualquier otro autor vinculado al desenfreno noctívago, pero no, hay gente que sale de fiesta para exhibir un portentoso catálogo de erudición, en realidad hueco cual nuez a nada que se escarbe un poco.

Alguien dijo que los verdaderos revolucionarios son los que hacen la revolución desde dentro y desde esta perspectiva podría entenderse la propuesta del grupo Dinero, al que muchos vinculan con el movimiento indie por su indefinición estilística y por haber frecuentado festivales de ese palo. Pero ya se sabe que el hábito no hace al monje y lo suyo en verdad tiene más que ver con la garra rockera de unos Foo Fighters, Placebo o similares que con la pedantería gratuita de Vetusta Morla.

Una idea que han tratado de reivindicar con el sonido crudo y grabado en directo de ‘DNR’, su último largo en estudio hasta la fecha. Y casi un año después de la presentación del mismo, volvían a plaza bilbaína, acompañados en esta ocasión de su nueva incorporación Alejandro Ovejero, reemplazo del bajista Rudi Jiménez. Una escapada por el norte antes de sumergirse en la composición de material fresco.

Conocedores del tirón del trío entre chicas guapas, no sorprendió que alcanzaran una entrada bastante respetable para ser una de esas fechas en las que la mayoría de los mortales andan enfrascados en cenas de empresa y demás actos sociales hipócritas.

Pero el grueso del personal se hizo de rogar y la mayoría fueron llegando progresivamente durante la actuación de los navarros Kometa, otro power trío que le daba al rock alternativo con destellos a lo Berri Txarrak, aunque a veces en su regusto indie se hacían empalagosos. Rindieron homenaje a Biffy Clyro con una versión un tanto mediocre de “Mountains” y tampoco la voz estuvo a la altura de la de Brandon Flowers en el “When We Were Young” de The Killers. Y ese popurrí en el que incluyeron The White Stripes o Franz Ferdinand se antojó a todas luces excesivo, se pasaron con lo ajeno.

Es triste que sea necesario reivindicarse en un país en el que lo que se sale del estándar imperante acaba en el cajón de sastre del término indie, que parece que al final se aplica a todo aquello que no entra dentro del llamado pop convencional. Tal vez por este motivo Dinero tratan de demostrar la pasta de la que están hechos a las primeras de cambio, en este caso con el trallazo “Nada”, la no menos manca “Dinamita” y “Duelo de Titanes”, otra de sus piezas más contundentes. Con un inicio tan trepidante, no era raro que se empezaran a escuchar gritos de “¡Ekaitz, eres dios!”, en referencia a ese batería que les da un empuje impresionante en directo, hasta el punto de que a veces da la impresión de que es el encargado de tirar de remolque del resto de la banda.

El voceras Sean llevaba barba hipster, pero la actitud no era ni de lejos cercana al alardeo cultureta, sino que apelaba más bien a las esencias, a las entrañas, a esas cosas que no exigen un desbordante estudio previo para entenderlas. Un ejemplo sería el corte que abre su debut “El momento perfecto”, que sirvió para que no decayera la tensión, antes de que “Lo Mismo” pusiera a las chicas a contonearse, sigue intacto su carisma entre las féminas, algo que se vio reflejado cuando Sean pidió un pañuelo para limpiarse el sudor y le llovieron acto seguido en el escenario cientos de ellos.

Respecto a la nueva adquisición al bajo, mencionar su papel activo a los coros, que ejerce de contrapunto y se nota en especial su contribución en temas como “Trastorno Bipolar”, que pilló a la peña ya desfogada total, previamente ya calentada con “Cómo cuándo quién”. La pausa para que el personal se entregara en el estribillo fue acogida con alboroto y sirvió para levantar el pabellón una vez más. A esas alturas el público ya comía de su mano.

Y en “Parásito” dedicaron unos minutos a “la clase política de este país”, según explicaron. Casi de repente, sin enterarnos, ya habíamos llegado a los bises, que se iniciaron en acústico con “Autoafirmación” y el cantante bajando las escaleras para el consabido baño de masas. Siguieron la senda sosegada del inicio de “Saboreal”, antes de que la muchedumbre comenzara a botar, y desempolvaron el legado de los Tequila más new wave con “En Invierno”.

Y en esa obsesión por reivindicarse finiquitaba como un guante el broche rockero de “Enérgico, mágico, eléctrico”, que por sus melodías recordaba a Biffy Clyro y que bien podría servir asimismo para definir el bolo de esa noche. Un antídoto contra el gafapastismo imperante y que da lustre a la etiqueta del rock alternativo en su sentido más amplio. Recuerdo un garito en el que tenían un póster con la palabra ‘alternative’ formada por diversos nombres de grupos entre los que estaban The White Stripes, The Smiths y cosas en apariencia alejadas de ese vocablo como Led Zeppelin o The Band. Hay términos que deberían ser incluyentes y no excluyentes.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

 

 

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