Crónicas

Tsunami Xixón Festival con The Hellacopters, Dropkick Murphys o Desakato: Una ola reivindicativa

«Su ola reivindicativa alcanzó una altura considerable que se llevará por delante a todas aquellas fuerzas que pretendan volver a un país en blanco y negro. De sobra es sabido que los gestos espontáneos son los que siempre salen del corazón.»

Del 27 al 29 de julio de 2023

Parque Hermanos Castro, Gijón (Asturias)

Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Hughes Vanhoucke

Hay eventos que nacen con una voluntad determinada, ya sea apoyar una determinada causa o dar visibilidad a un colectivo. En este sentido, seguro que muchos recuerdan aquel descomunal Live Aid de 1985 que cambió la cara del rock para siempre. Por muy loables que se tornen dichas iniciativas, luego están aquellos conciertos que de manera espontánea, sin que lo diga nadie de arriba ni ningún tipo de poder fáctico, se convierten en masivos actos de reivindicación. El clamor popular a veces es un movimiento imparable al margen de guiones preestablecidos.

Desakato

El Tsunami Xixón del presente año pertenecería sin duda al segundo caso, pues la mayoría de los grupos patrios coincidieron en un claro posicionamiento en contra de la censura, que siempre es repugnante venga de donde venga, y a favor de la oficialidad del asturiano. Podrán pasar décadas, pero parece que a algunos acomplejados todavía les molesta que existan diferentes idiomas cooficiales en el Estado español. En cualquier otro país, eso sería un tesoro lingüístico de valor incalculable, pero aquí desde ciertos partidos políticos proponen su erradicación. La típica mentalidad cainita de la piel del toro.

Al margen de polémicas, la última edición del Tsunami contó con infraestructuras tan reseñables como una zona de sombra y un servicio especial de buses para acercar a la peña al centro al terminar las jornadas, algo muy básico pero que no siempre se cumple en otros eventos multitudinarios. Se echó de menos una carpa de prensa, así como algún lugar donde guarecerse cuando la lluvia hace acto de presencia, pero se trata de meros detalles que seguro que se pueden incorporar en un futuro.

El punk californiano no ha muerto

Iniciamos la primera jornada con una banda de la tierra como Fe de Ratas, que ya de entrada manifestaron que “ningún fascista” les impediría tocar ni incluso “hablar de política”. Si en más de dos décadas dándole al oficio uno ni siquiera puede decir lo que le salga de los mismísimos sobre el escenario, apaga y vámonos.

Fe de Ratas

En lo musical, tiraron de piezas fundamentales en su trayectoria como “El rebaño”, “Soy la ley”, “Querida Clara” o “Antiimperialista” antes de abogar por la Tercera República o recuperar el lema de “No pasarán”. Punk rock con mensaje efectivo.

Mala Reputación se movieron por coordenadas similares con himnos como “Ceremonia” y hasta consiguieron que la peña se pusiera de cuclillas a eso de las seis de la tarde y con una solana considerable, que ya tiene mérito. Dejaron del mismo modo nítida su postura diciendo que “Asturias siempre será feminista y el asturiano será oficial, ellos lo verán y se joderán”. Grandes.

La primera presencia internacional fue la de Personal Trainer, un combo medio indie que no pegaba demasiado en el cartel, pero que contaba con un cantante excéntrico que era todo un espectáculo y oficiaba en calcetines. Al final acabaron teniendo su punto en cortes como “The Lazer”, que calificaron como un “hit”, al tiempo que prometían volver a España.

No Fun At All

Las cosas se pusieron serias con los suecos No Fun At All, que demostraron que en realidad el punk melódico californiano es ante todo una actitud al margen de fronteras. Tal vez en la época los más aguerridos no concedieran la suficiente credibilidad a este tipo de grupos, aunque la verdad es que han envejecido bastante bien. Basta escuchar trallazos a lo Bad Religion que te levantan del sitio como “Perfection”, “It’s Not A Problem” y tantos otros para confirmarlo. Muy entretenidos en directo, no concedieron ni un minuto de tregua, así deberían ser todos los conciertos en un festival.

Y de un extremo pasamos casi a las antípodas con Toundra, que nos deleitaron con otra demostración de talento sin parangón. Y eso que a un servidor los suecos le habían calentado el pico con el punk, pero lo cierto es que lo de esta superbanda instrumental sigue siendo de otro planeta, con ellos comiéndose las tablas y el personal muy entregado. Pura música para elevarse que es casi imposible que falle en las distancias cortas. Normal que les llamaran hasta guapos. Esas subidas y bajadas de intensidad no están al alcance de cualquiera.

Toundra

A un servidor tampoco es que le llame demasiado La Maravillosa Orquesta del Alcohol. Les descubrimos en sus inicios cuando conservaban algo de punk y hasta versionaban a Eskorbuto, si mal no recuerdo. El rollito popular de ahora como que nos echa para atrás, aunque eso no quita para reconocer el atractivo de piezas como “Vasos vacíos”, “Nómadas” o “Nubes negras”, entre otras. La proliferación de camisetas de “Héroes del sábado” certificaba que eran uno de los grupos más queridos por la afición y que congregaron a más público aquella jornada. Para gustos, colores.

Volvimos a disfrutar con Good Riddance, un glorioso ejemplo de que el punk californiano no ha muerto. Otro bolo tan frenético como el de No Fun At All de los que te limpian el forro y te hacen olvidar turutas y cualquier conjunto folk. La peña voló por los aires, hubo pogos por doquier y todos esos detalles que convierten un recital en algo inolvidable. Verles dejarse la piel a velocidad supersónica en “Dry Season”, “Don’t Have Time” o “Weight of the World” no tenía precio. Diría que fue de lo mejor del día.

El mundo necesita mutantes

El bolo de Desakato fue una de esas ocasiones únicas en la vida, pues aquella era su gira de despedida, por lo que es muy probable que no vuelvan a tocar en directo en Asturias, por lo menos en una larga temporada. Celebrar algo tan grande encima en tu tierra cobraba todavía más atractivo, no en vano en algún momento de la noche los propios miembros vislumbraron conocidos de Llanera a los que “ni siquiera les gustaba el rock”.

Desakato

Al igual que hicieron otros grupos patrios, aprovecharon la ocasión para sacar dos pancartas, una sobre la oficialidad del asturiano, que el partido político Vox quiere desterrar de los actos oficiales, y otra con las palabras: “Asturies feminista y antifascista”. Recuperaron además el lema de “Ni un paso atrás” antes de “Hijo de puta”, que confesaron que nunca la habían interpretado en directo.

Por lo demás, se tornó una cita memorable desde el principio con “Cuando salga el sol” o “Tiempo de cobardes” y brilló como nunca su personal estilo a caballo entre el punk y el metal contemporáneo. Hubo además invitados vinculados al entorno de la banda en algún momento de su trayectoria y en “Animales hambrientos” su vocalista hasta surfeó entre la multitud, no podría ser de otra manera en una noche tan reseñable.

No faltaron clásicos como “La tormenta” o “Cada vez”, aparte de piezas más reposadas de evidente carga emocional, dudo que ningún seguidor se quedara insatisfecho. Finiquitarán su existencia el próximo 11 de noviembre en el madrileño WiZink Centre con todos los galones de una gran banda. Imprescindible para cualquier fan del rock enérgico y con actitud.

Def Con Dos

Otros que andaban también de conmemoración eran los históricos Def Con Dos, cuyo disco ‘Armas pal pueblo’ cumplía en 2023 tres décadas. A eso de la una y pico de la madrugada hay que ser muy crack para lograr que el personal mantenga la atención en vez de irse a dormir. Y César Strawberry y los suyos a fe que lo consiguieron con esa inicial llamada a filas de “Condición de defensa” y luego apelando a los inconformistas en “Acción mutante”. ¿Cómo era posible pirarse a la piltra con temazos hoy en día proscritos como “Sigo siendo heterosexual” o ese “Ciudadano terrorista” que se convirtió en un alegato a favor de la libertad de expresión?

Desde que incorporaron a Alberto Marín a la guitarra han ganado un ímpetu en directo impresionante, ya nos dimos cuenta cuando les vimos en el Sonorama el año pasado. Y esa noche lo volvieron a rubricar con letras de oro y lemas vitales como “Duro y a la encía” o “Tuno bueno, el tuno muerto”, entre muchos otros. El mundo aún necesita mutantes antisistema como ellos. Más que nunca.

Dinamita y un tesoro nacional

En los festis siempre conviene madrugar, dentro de las posibilidades físicas de cada uno, por supuesto. En la segunda jornada acudimos prestos desde primera hora para catar algo de Moonshine Wagon, cuyo folk tampoco es que nos vuele la cabeza, pero partieron la pana con su personal versión de “Txoria Txori” de Mikel Laboa o con su enérgica revisión del “Ace of Spades” de Motörhead. No había multitudes a tan temprana hora, pero los valientes se quedaron con ganas de más.

The Guilty Brigade

Los herederos de Rat-Zinger The Guilty Brigade pusieron el recinto patas arriba con trallazos contundentes y con actitud de la envergadura de “Arrancaré tu corazón”, “Niños dinamita” o “Sin miedo en tu infierno”, ideales para dejarse la garganta y lo que haga falta. El que quiera saber lo que es un concierto potente de verdad, sin marear la perdiz ni demás mierdas, que acuda a un bolo suyo a que le vuelen la peluca. Al igual que con los anteriores, no estábamos muchos ahí flipándolo, pero se montaron pequeños pogos de irreductibles que lo dieron todo. Merecían un puesto más arriba del cartel. Apabullantes. Todavía sentimos su deflagración sonora.

Las versiones punk de Me First and the Gimme Gimmes, supergrupo con miembros de NOFX, Lagwagon y otros combos californianos, están en un universo aparte, aparte de por lo conseguidas que están, por las referencias que cuelan a clásicos. Su impresionante adaptación de “Sloop John B.” de The Beach Boys, con la intro de “Teenage Lobotomy” de Ramones, era un claro ejemplo de ello, y casi no hay palabras para describir cómo llevan a su terreno “Jolene” de Dolly Parton, que el voceras Spike describió como “un tesoro nacional”.

Me First And the Gimme Gimmes

Con semejantes mimbres, deberían haberse marcado un bolazo, pero les perdió la labia, lo que les quitó bastante dinamismo. A pesar de ello, brillaron haciendo punk al cantautor John Denver en “Leaving On A Jet Plane” o en el inmortal “Country Roads”. Spike sigue teniendo una voz impresionante y canta lo que le echen, desde el “Somewhere Over The Rainbow” de El Mago de Oz hasta “Dancing Queen” de ABBA. Un karaoke de lujo.

Otra de las bandas contemporáneas que hay que escuchar y ver en directo es el dúo Pinpilinpussies, que se mueven entre el rock alternativo noventero y el punk, un poco como Belako, pero más tirando a lo segundo. “Gregory Peck” es todo un temazo para incitar al pogo, y en un terreno más cercano al indie, lo mismo podríamos aplicar a “Burdeos”.

Pinpilinpussies

Presentaron una novedad llamada “Mandarinas” y la mitad vasca del conjunto entendió el uso del euskera como “un tesoro” y que “cualquiera que intente algo contra eso, tracatrá”. Uno no sabría precisar quién de las dos canta o toca la batería mejor, si Ane Barcena o Raquel Pàges, pero lo que tenemos claro es que ambas en conjunto son geniales. Talento compositivo y pura rabia en el escenario.

Pegaba bien el sol cuando les tocó el turno a Wolfmother, pero los marsupiales aprovecharon el tiempo recurriendo a piezas rockeras como “Dimension” o “Rock Out” y dejando las fumadas psicodélicas para otro momento, que ya se sabe que no sientan adecuadamente con el calor. No faltó su himno “Woman” en un repertorio de una hora que se hizo muy escasa. Pensaba que les iba a dar por las elucubraciones, pero me sorprendieron gratamente. La inevitable “Joker and the Thief” puso fin a un recital muy dinámico que nos dejó a la mayoría con ganas de más.

Wolfmother

The Black Panthys Party era una chaladura políticamente incorrecta de las que tanta falta hace. Para empezar, amagaron con un cartel de Taburete y dijeron que Santiago Abascal estaba llegando al recinto acompañado de “un general de las SS”. Para valorar el tremendo cuelgue que llevaban estos tipos basta leer títulos como “El rey no es gay, se folló a Bárbara Rey” o “Salir como Falete y volver como Aznar”. No dejaron títere con cabeza, ni siquiera cuando se pusieron serios revisitando a Dead Kennedys en “Vacaciones en Camboya”, en la que Amancio Ortega adopta un papel protagonista. Enormes, más gente como ellos.

Los británicos You Me At Six era otro de esos grupos que no pintaba demasiado en el cartel con su pop rock descafeinado para parejitas enamoradas. Y eso que no comenzaron mal con un tema de cierta garra como “Deep Cuts”, pero cuando arremetieron con “Take On The World” ya miramos a ver si había por ahí alguna papelera para potar. Encima el vocalista estaba empeñado en que el personal montara mosh pits con moñadas tipo “Beautiful Way”. ¿Pero de dónde se había escapado este hombre? En fin.

Uno de los nuestros

Bob Vylan lo está petando en Reino Unido, pero aquí apenas se le conoce. Las claves residen en un concepto innovador que combina actitud punk con guitarras pregrabadas, batería humana y letras que reflejan el desdén que sufren inmigrantes y miembros de otras razas en sociedades supuestamente democráticas como la británica. Dijo que odiaba a Elvis por ser un ladrón, arremetió contra la monarquía y la policía, que “mató a un negro en Francia y violó a una chica en Mánchester”.

Bob Vylan

La peña reaccionó montando el fiestón padre con bombas como “We Live Here” o “Wicked & Bad” y su musculado vocalista acabó al final llevado en volandas por la muchedumbre, de los mayores gestos de hermandad que se pueden realizar en un concierto. Si odias a los racistas y crees que no hay más autoridad que la de uno mismo, como decían Crass, entonces este tipo también es de los tuyos.

Frank Carter & The Rattlesnakes deberían haber estado en el Tsunami el año pasado, por lo que comenzaron su actuación disculpándose por ello. Contaban con potencial para dar un bolo potable, pero abusaron del recurso de montar circle pits. Si lo pides una vez, vale, pero tirarse todo el tiempo apelando a ese recurso ya rayaba lo excesivo. El personal respondió, eso sí, y alguno hasta consiguió montarse en un unicornio de plástico.

Frank Carter & The Rattlesnakes

Recuperó fuelle y se dejó de tonterías al final con “My Town” y “I Hate You”, que presentó como “una canción de amor”. Pudo haber empleado mejor el tiempo, pues a veces más que un concierto se tornó una especie de clase de gimnasia. Que si circle pit solo de chicas, que si echarse a un lado y otro… Veníamos a escuchar música, no a ver acrobacias para compartir en redes sociales.

Sons of Aguirre & Scila se sumaron al clamor contra la censura, dedicaron algún tema a los raperos Pablo Hasél y Valtònyc, represaliados por versos de sus canciones, y hasta censuraron al PSOE por no derogar la llamada “Ley Mordaza”, que era una de sus promesas, no de las últimas elecciones, sino de las anteriores. Inspirados por el descaro de Def Con Dos, su propuesta tal vez fuera un poco más cercana al metal y poseían momentos muy inspirados en letras, o más bien potente munición lingüística, como la de “PacoPepe”. Verdades como puños.

2X1 en hamburgueserías

Muchas cosas han sucedido desde que estuvieran Dropkick Murphys por última vez en la península. La más relevante fue la marcha del vocalista Al Barr, que se tuvo que apartar de la banda para cuidar de su madre enferma, algo que no sucedía desde los tiempos de su debut. El veterano Ken Casey tomó la voz cantante y editaron dos álbumes con letras del histórico cantautor protesta Woody Guthrie.

Dropkick Murphys

Por todo esto, teníamos ciertas dudas respecto al tipo de show que nos encontraríamos en el Tsunami, pero enseguida disiparon las dudas con un Casey muy cómodo en el papel de frontman en un grupo en el que el respetable podría entonar a pleno pulmón la mayoría del repertorio. Tal podría ser el caso de “Johnny, I Hardly Knew Ya”, “Going Out in Style”, “The Boys Are Back” y tantas otras.

Se nota que su actual vocalista se siente en su salsa en las piezas más folk, pero quizás echamos en falta más punk, pese a que hubo representantes tan rotundos como el trallazo “Citizen C.I.A.”, de lo mejor de la noche. Lo cierto es que el bolo superó bastante nuestras expectativas, con una recta final tan de poner pelos de punta como la siempre emocionante “Rose Tattoo”. ¡Que vuele la cerveza!

Habrá opiniones para todos los gustos, pero Me Fritos And The Gimme Cheetos nos constataron lo cutres que podemos llegar a ser en este país. Si sus inspiradores Me First And The Gimme Gimmes versionan a gente tan respetable como John Denver o Dolly Parton, ellos rescatan ponzoñas tan execrables como “Yo quiero bailar toda la noche” de Sonia y Selena o “Duro de pelar”, de aquella rubia llamada Rebeca, madre mía.

Y eso por no hablar de otras pesadillas noventeras como “Ella” de Viceversa, el repugnante “Tractor amarillo” de Zapato Veloz y muchas más cosas que hasta da vergüenza ajena escribirlas. Salvaríamos de la quema “Un beso y una flor” de Nino Bravo, que ese sí era un grande de verdad, una de las mejores voces que ha dado nuestro país al margen de géneros. ¿Peña cantando a pulmón el “Waka Waka” de Shakira en un festival punk? Lo siento, se nos va de las manos.

Lendakaris Muertos

Podrá parecer algo similar lo que hacen Lendakaris Muertos, pero en realidad sus canciones esconden críticas mordaces hacia diversos asuntos de la vida  cotidiana en el País Vasco. Su carácter políticamente incorrecto les situaba en otra dimensión a la de sus predecesores en el Tsunami. Encima, debido a que se cayeron Descendents por un leve infarto de su vocalista, disfrutamos de ellos por partida doble, algo que nos pareció genial, pues pese a la promesa de cambiar las canciones, que se la tomaron bastante a chufla en su línea, ambos bolos fueron diferentes.

En el del viernes, a eso de las dos de la madrugada, lo dieron todo, con la peña desatada como si estuvieran viviendo el show de sus vidas. Lo cierto es que fue glorioso con himnos para dejarse la garganta como “El último txakurra”, “Cómeme la franja de Gaza”, “Fuimos ikastoleros”, “Veteranos de la kale borroka” y tantos otros. El frontman Aitor estuvo tan crack como siempre, pegándose espectaculares paseos por el recinto, soltando paridas y certificando que en el género posee pocos rivales a su altura.

El sábado andaba con la coña de que “no se pueden repetir chistes” y hubo temas coincidentes como “Drogopropulsado”, pero también otros que no tocaron el día anterior como “Pastel de costo”. Iván tuvo un leve problema a la guitarra, pero Aitor quitó hierro al asunto diciendo: “No se ha dado cuenta nadie, bueno, los heavys sí”. Dos conciertazos por partida doble. Como el 2X1 de las hamburgueserías.

Cecina o muerte

Andábamos reventado a la tercera jornada, pero sacamos fuerzas para acudir a catar por lo menos un rato a los leoneses Catalina Grande Piñón Pequeño, cuyo lema “Cecina o muerte” debería figurar en todo tipo de edificios oficiales. Abarrotaron la plaza del Ayuntamiento a la hora de comer y el personal flipó de lo lindo con su locuaz frontman, que escanció sidra sobre una plancha porque “beber en vaso es una ordinariez” y también le dio al pimple en un bebedero de pollos.

Sus cortes frenéticos, que no suelen llegar a los dos minutos, casi no daban tiempo ni a digerirlos. En este sentido, fueron gloriosos “Ropa de mercao” o ese “Buenas tardes caballero” en el que emulan un control de la Benemérita. Y también dieron comulgar cecina a la peña al grito de “¡Que el punk fandango esté contigo!”. La única respuesta posible era “Claro que sí, mi vida”. Grandísimos.

Ya en el recinto del Tsunami, no nos perdimos a Ezpalak, que desgranaron su post punk enérgico con efluvios de Idles. “Kontran” o “Boterearen Dantza” seguro que dejaron una impresión imborrable en los que les veían por primera vez, pues no era uno de esos grupos que provoca indiferencia. Al igual que The Guilty Brigade, un grupazo de su categoría no debería haber tocado tan temprano.

La URSS

El asunto se fue animando en términos de afluencia con La URSS, todo un nombre de culto dentro del punk contemporáneo con destellos a Eskorbuto, Parálisis Permanente, y por supuesto Biznaga, con los que comparten su gusto por la cuidada prosa antisistema. Cualquiera se iría a quemar contenedores con “Olvido” o “Curva de consumo ascendente”. Si piensas que los adalides de la nada han aflojado bastante el pistón en los últimos discos, pégales una escucha pero ya.

Y seguimos con el punk frenético de la mano de Sandré, aunque en esta ocasión más emparentado con Desechables o Último Resorte. De hecho, contaban con una espectacular frontwoman en la línea de Tere que se sintió “como una diosa” cuando la arropó el público al bajar a la muchedumbre. Un grupo de esos de los que te vuela la cabeza a la primera, una explosión de rabia como “No” te limpia el forro pero rápido. Una pasada de verdad, para apuntar su nombre.

Authority Zero

Authority Zero fueron otra de las grandes sorpresas de la jornada, que hacía años que no pasaban por nuestro país y se desquitaron con ganas metiendo zapatilla de la buena en “12:34” o “Revolution”, aunque sin descuidar esa faceta reggae que también poseen en piezas tipo “Sirens”. Molaba tanto su vertiente acelerada como la reposada, por lo que esperamos con ganas que vuelvan a recorrerse estos lares.

A El Drogas ya le vimos en el Azkena y el recital que ofreció en el Tsunami fue bastante similar, es decir, comenzando con “En la silla eléctrica” y tirando de esos clásicos impepinables que cualquiera con un poco de decencia debería conocer. Hablamos de “Bahía de Pasaia”, “A toda velocidad”, “Okupación”, “Rojo” y así podría extenderme hasta el infinito. Sobran las presentaciones ante un veterano con tanta solera y un repertorio inmortal que jamás pasará de moda.

El Drogas

Como nota curiosa, mencionar que durante “Barrio conflictivo” alguien pensó que darse un paseo con un caza por los aires y molestar a los que queríamos escuchar a Enrique Villarreal podría ser una buena idea. El “Que se vayan, no los queremos más” se lo dedicamos a ellos y a los que juegan a soldaditos dando por saco al personal. Abajo el Estado policial.

Hombres de las guitarras sin sol

Lo de The Hellacopters con el sonido a veces parece un poco una maldición, pues en un Azkena ya nos los tuvimos que tragar a un volumen ridículo. Aquella noche no se alcanzó semejante cota de despropósito, pero que faltaba algo más de garra en ese sentido era un hecho evidente. Por si fuera poco, el guitarrista Dregen se había lesionado y no pudo asistir a la cita, así que fue sustituido por LG Valeta de los catalanes ’77, que dadas las complicadas circunstancias no lo hizo nada mal, aunque se echaron muy de menos las carreras del miembro de Backyard Babies.

The Hellacopters

El repertorio no tuvo desperdicio con un cañonazo como “Hopeless Case Of A Kid In Denial”. Sigo soñando en que algún día toquen “Baby Borderline”, pero de momento todavía me ponen piel de gallina “Toys and Flavours” o “The Devil Stole the Beat from the Lord”, entre muchas otras. Puesto que se trataba de un festival, redujeron la presencia de material más reciente a lo testimonial, con el inmenso blues “So Sorry I Could Die” o un “Eyes of Oblivion” que se ha ganado por derecho propio la categoría de clásico.

Nicke Andersson ofició al nivel esperable, elevando el mástil con actitud de dios del rock n’ roll y contagiando su entusiasmo al incorporado esa noche a la banda, que le siguió el rollo sin problemas en ese aspecto. Afilaron guitarras en la recta final con el siempre arrollador “Soulseller” y un no menos glorioso “By The Grace of God”.

Y pusieron el broche requerido con “Reap A Hurricane”, otra que encajaba cual guante en el set list. Se hubiera agradecido la punkarra “Random Riot”, pero tampoco estaban mal “I’m in a Band” o ese “(Gonna Get Some Action) Now!” con el que reventó el recinto y que acabó con los dos guitarras punteando tirados en el suelo, como mandaba la tradición. A pesar del sonido insuficiente, fue muy buen bolo, sí señor.

Scowl

Los californianos Scowl tomaron el relevo de manera muy competente con su hardcore punk en la onda Amyl and the Sniffers y con una frontwoman que se lo curraba bastante. Pidió circle pits desde la primera canción y el deseo fue concedido por parte del respetable. Brilló ese “Do You Wanna Dance” de Bobby Freeman que también revisitaron Ramones en la BSO de ‘Rock ‘n’ Roll High School’ y de la que en su época dijeron que era “breve, ruda y directa”. Lo mismo podríamos aplicar al bolo de los estadounidenses.

La pegada en el sonido que le faltó a The Hellacopters parece que se la llevó por completo Ilegales, que exhibieron un muro de sonido impresionante desde el rock n’ roll macarra de “Tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido”. El repertorio fue casi clavado al que interpretaron en las Noches del Botánico, pero siempre agrada escuchar himnos trepidantes como “Ella saltó por la ventana”, “Todo lo que digáis que somos” o “Chicos pálidos para la máquina”. Nunca defraudan los hombres de las guitarras sin sol.

Ilegales

En esta ocasión sí funcionó el experimento tecno punk de “Juventud, Egolatría” y Jorge volvió a dedicar “Eres una puta” “con amor a quien se ofenda”. Tal vez consciente de los ajustados tiempos, el líder apenas habló y fue al grano, a lo que a todos nos importaba, la música. Ya eran suficientemente elocuentes de por sí “Bestia, bestia”, “Dextroanfetamina”, “Caramelos podridos” y tantos otros cortes que han servido de inspiración y modelo para cientos de punks. Referencia fundamental del rock patrio.

Y con dicha actuación pusimos un broche de oro a nuestra incursión en el festival Tsunami Xixón, un evento que se transformó en un clamor popular por la libertad de expresión. Su ola reivindicativa alcanzó una altura considerable que se llevará por delante a todas aquellas fuerzas que pretendan volver a un país en blanco y negro. De sobra es sabido que los gestos espontáneos son los que siempre salen del corazón.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Gran resumen hacia las cañeras descargas que se marcaron grandes bandas de nuestro pais como fueron las 3 bandas asturianas FE DE RATAS, LOS ILEGALES o DESAKATO en su gira de despedida. Y en el plano internacional los DROPKICK MURPHYS, WOLFMOTHER junto a los suecos THE HELLACOPTERS.

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