Crónica de Taken + Infamia: La gran esperanza de nuestro power metal
29 noviembre, 2016 2:46 pm 1 ComentarioSala Totem, Villava - Atarrabia (Navarra)
Sábado, 9:40 de la mañana. El tren salía pronto desde la estación de Atocha en Madrid rumbo a Pamplona, donde quien escribe tenía una cita con una de las bandas de metal más sorprendentes de cuantas ha parido este prolífico país, en el que la infravaloración de su escena parece tener, cada vez, las horas más contadas.
Cada vez resulta más evidente que el catálogo de bandas magistrales se ensancha tanto en la península Ibérica que acabará rompiendo el techo de cristal de los Pirineos y teniendo el lugar que se merece en el circuito europeo. ¿Cuánto tardará? No puede saberse, pero por alguna razón, después de haber vibrado con Taken en directo previa escucha de su sobrecogedor álbum debut, homónimo, soy más optimista de lo que era, legañoso, en el andén de la céntrica estación madrileña. ¿La mejor banda de power metal surgida en los últimos años en nuestro país? Es muy posible que sí. Y rebosa de argumentos musicales para convencer a los más recelosos.
El día da para mucho y merece la pena exprimirlo intramuros de la capital navarra, circundada por una imponente fortaleza digna de loa por su fotogenia. En la ciudad y los municipios que la rodean, la escena del rock en todas sus tesituras es fulgurante, y me atrevería a decir que se trata de uno de los lugares de la península con más bandas per cápita. Además, la camaradería reina entre los músicos, algunos más pluriempleados que un senador. El mayor monumento de la jornada no estaba construido sobre piedra, aunque su sonido en directo sea pétreo y consistente como la puerta de Zumalacárregui. El mayor atractivo del lugar tenía el nombre de Taken y el apellido, ilustre y noble, del power metal.
A las diez de la noche abría sus puertas la Sala Totem de Villava-Atarrabia, a un cuarto de hora del centro de Iruña. “Es muy pequeño”, “esto es un pueblo”…; no me cansé de escuchar frases así por parte de los locales. Pues menuda comodidad, todo accesible y fácil de alcanzar; también una sala emplazada en una zona de polígono que cuenta con un sonido de diez y que es la envidia del madrileño medio asiduo a conciertos. Una gozada.
Pasadas las diez y cuarto, los riojanos Infamia se encargaban de inaugurar la velada. No es la primera vez que el curtido grupo, que cuenta con cuatro álbumes en su haber, comparte cartel con Taken, y lo cierto es que la combinación es digna de ser repetida por otras ciudades fuera de su zona de confort. El quinteto se encontraba presentando su último trabajo de estudio, ‘Sin respiro’, que cuenta con una magnífica portada que representa un desahucio poniendo de relieve la naturaleza reivindicativa de un conjunto que, por otra parte, practica un heavy metal de corte melódico e influencias modernas que de cuando en cuando salen a relucir en forma de sintetizadores, disparados en vivo. Con unos graves muy poderosos en el marco de un sonido exquisito, dieron el pistoletazo de salida con “Mi generación” y “La razón dormida”, para reivindicar la filosofía de vida del heavy metal y la diferencia que ella comporta en “Fiel a mis sentimientos”. Aunque la estructura de la propuesta no es especialmente novedosa, la ejecución resultaba sublime, y por eso fueron aún más efectivas en directo que en estudio “El último adiós” y “Sueño o realidad”, cuyo estribillo se antoja realmente exigente para el vocalista, el solvente Fredy Arnedo.
Tras “Del paraíso al infierno” fue el turno de uno de los temas más explícitos de la noche “Amordazados”, inaugurado con una proclama inequívoca: “¡La voz del pueblo no es ilegal!”. En “El juego”, cuya original cuenta con la colaboración de Carlos Escobedo (Sôber), exhiben cierto escoramiento hacia el metal alternativo, buena antesala antes de la traca final con “Mil lágrimas”, “La luz del sol”, “Jugando a ser Dios” – mención a Trump incluida – y “Sin respiro”, perfecto broche hímnico para una actuación que superó con mucho la mera catalogación de correcta.
Al fin llegó el momento más esperado, el ascenso a la escena de los ¡siete! componentes de Taken ante una sala que lucía una espléndida entrada, sinónimo del éxito cosechado en las pocas semanas que el álbum lleva en circulación. Sumergidos en la épica más absoluta, la intro se antojó como un preludio juglaresco previo a una gran heroicidad. Y así fue, la primera contienda resultó en un triunfo absoluto gracias a la imponente “Modern Messiah”. Si bien he de reconocer, a toro pasado, mi inicial escepticismo hacia el rendimiento en directo de la aguda voz de David Arredondo, que en estudio suena verdaderamente sobrenatural; no me queda otra que rendirme a la espectacularidad, también el vivo, de quien ha entrado de golpe y porrazo en el ranking de los mejores vocalistas de nuestro país. Este hombre tiene un don, ¡¿qué licores conservarán así su garganta?! El incontestable corte inaugural fue enlazado directamente con “Under Asian Skies”, otra pieza magnífica del álbum.
Llegó entonces el saludo, cálido, simpático y afectuoso de David, que manifestó su entusiasmo por volver a la carretera antes de dar paso a “On the Road Again”, anfitriona de otro estribillo a la altura de los más gloriosos cosechados en la fértil pradera del power metal europeo. Nada, absolutamente nada que envidiar a las bandas que capitanean la escena en Alemania, Suecia o Finlandia. De hecho, pronto tendrían que estar de gira por ahí.
El condenado Murphy – el de la ley, no el de la cerveza – siempre tiene que hacer presencia en las grandes ocasiones y no iba a ser menos. Algunos problemas técnicos con el equipo del guitarrista Iosu Núñez derivaron en un parón obligado durante el que sorprendió los recursos del grupo para que el entusiasmo no decayese. Así, a la simpatía del frontman David se unió una generosa dosis de improvisación por parte del batería Jon Huarte y el teclista David KBD, que con su teclado hizo las veces de segundo baterista retando al primero en una iniciativa no planeada que tal vez deberían seguir poniendo en práctica. “¡Quién os iba a decir que íbamos a ver un bolo de batucada!”, comentó el vocalista antes de empezar – y reempezar por otro contratiempo – la exquisita “Wormy Brains”. Además de un estribillo sideral y un videoclip digno de visualización, el que es uno de los temas estrella del grupo – cuyo orden en el repertorio se antojó excesivamente tempranero – es una orgía de lucidez técnica por parte de los teclistas – sí, son dos – David y Diego, y los virtuosos guitarristas Iosu y Gauss, este último con un manejo de su instrumento totalmente fuera de lo común. “The Last Deadly Deeds”, medio tiempo que se acelera y frena exprimiendo hasta el último gramo de expresividad, fue el siguiente tema en el listado.
El capítulo de las colaboraciones y el de las versiones se inauguró al mismo tiempo. El bajista de Taken, Dani Moreno, merece un aplauso cerrado por su determinación a actuar a pesar de haberse roto un dedo horas un día antes y tener la mano con un aparatoso vendaje inmovilizador. Su coraje estuvo a la altura de su actuación. Para descansar un poco su maltrecho metacarpiano, vino bien que se subiese el bajista de Tracción y ex de Su Ta Gar David Zarzosa, que participó en el cover del “No Turning Back”, original de Stratovarius. Enseguida retomaron los temas propios, con David de nuevo en liza, mediante “Afterlife”, cuyo brillo en directo se vio reforzado por unas telas iluminadas de rojo que gracias a sendos ventiladores ondeaban a modo de llama a ambos lados del tablado. La impresionante “Tales of Glory”, otra de las titánicas de su repertorio con Gauss, Iosu, David y Diego tejiendo una irreprochable exuberancia técnica y melódica; precedió a la larga y progresiva “The Slaughter of the Last Cursed”, introducida por un David Arredondo visiblemente emocionado por lo logrado aquella noche.
Volvió a subirse acto seguido el bajista David Zarzosa y también hizo acto de presencia Jorge Arca, vocalista de los veteranos pamploneses Sparto – 30 años de historia, nada menos – para prestar su garganta como segundo vocalista en la versión de “Emeral Sword” de Rhapsody, asombrosamente ejecutada en todos los sentidos. Por no hablar de cómo sonaron las versiones del “Reach Out for the Light” y “Dying for an Angel” de Avantasia, esta vez con Javi Ariño al bajo, Fátima Chafeé como tercera vocalista (en la primera) y el batería de Infamia, Alberto, prestando su portentosa voz (en la segunda). Si Tobias Sammet hubiera estado entre la audiencia, habría pedido que lo pellizcasen.
La recta final del show había llegado sin que apenas nos diésemos cuenta de la hora que marcaba el reloj, y por eso “Forgotten Realms”, el interludio “The Seven Seas” y la piratesca “Distant Shores”, cofre y artículo de confeti explosivo incluido, fueron gratas excusas para quemar los últimos cartuchos. Si la escena fuera justa, Taken estaría dentro de muy poco tiempo convocando a cientos de personas a sus conciertos por toda España y, por qué no, Europa. Pero no podemos limitarnos a pedir justicia y ecuanimidad para nuestras mejores bandas como quien pide una pizza sentado en su sofá. Hay que apoyar, hay que volcarse blandiendo el orgullo de contar en nuestras latitudes con bandas de la categoría de Taken. Esa es la épica que toca, la campaña más justa en la que cualquier amante del power metal debería embarcarse con su pasión por estandarte. Por muchos discos más, por muchos años más.
TEXTO Y FOTOS: JASON CENADOR
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