Crónica del Shikillo Festival 2016: El progreso como bandera

8 agosto, 2016 3:39 pm Publicado por  1 Comentario

Candeleda, Ávila

Candeleda, la Andalucía de Ávila; un enclave deslumbrante para disfrutar de un gran festival. Con esa premisa cruzamos el Valle del Tiétar para volver al Shikillo, al cual nos acercamos tímidamente el año pasado dejándonos con ganas de más.

Cualquiera que no conozca la zona, oirá hablar de Ávila y pensará en temperaturas frescas incluso en esta época; la realidad es que el sur de Gredos y su comarca se gasta un clima que poco tiene que ver con la capital de la provincia. El calor durante los tres días ha sido sofocante y, aunque la Organización ha estado a la altura intentando refrescar con mangueras desde el foso y repartiendo agua entre las primeras filas, varios grupos sufrieron en las horas iniciales la escasez de público, mucho más interesado en su propia supervivencia.

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El Shikillo crece año a año sin prisa pero sin pausa; 4 escenarios conformaban el conglomerado por el que pasarían casi 50 grupos. Nuestro radio de acción se centró en los dos grandes, situados contiguamente, y entablados en el Campo de Fútbol Municipal. Sin agobios en ningún momento, sin colas ni para comer ni para beber, y con un sonido correcto a nivel global, veamos qué dio de sí la música.

Jueves 4

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Belo y los Susodichos

Los problemas técnicos que retrasaron la apertura de puertas dieron al traste con las posibilidades de que Belo y los Susodichos, con sólo el propio Belo acústica en ristre y un guitarrista de acompañamiento, pudieran disfrutar de una cantidad de público medio decente, porque desgraciadamente allí no habría más de cien personas; el calor insoportable que amenizó todo el festi tampoco ayudó. El caso es que poco le importó al asturiano que, honestamente agradecido con los allí presentes, nos brindó un intimista y brillante bolo que arrancó con “Al otro lado del infierno” y acabó con “Volveré”, con un cajón dando ritmo extra. Presentó una nueva y sentida que llamó “Breve descripción de mí” y nos dejó un sabor de boca esplendoroso. Un grande.

Sin tiempo de reacción colocan tres sillas y un pequeño telón, y Kutxi Romero y sus hombres toman posición para, ahora ya con un público más numeroso, dar inicio a otro concierto acústico pero robusto. “No soy nadie”, “Mierda en las tripas”, “Como quien pide tabaco” o “Nicotina y alquitrán” arman una  tonelada de sentimientos expuestos al sol, dulce y rabiosamente condimentados con las versiones que se marcó de regusto infinito: la sobrecogedora “Silencio” de Aurora Beltrán, “Azulejo frío” de un tal Drogas que está empezando, “Pan duro” de la mejor banda del mundo, y el cese de actividad con el “Qué desilusión” de Rosendo, contando con la ayuda del gran Luter. Lengua afilada, rabia descarnada y corazón en alto. Sobresaliente para el bandolero navarro.

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Kutxi Romero

Ya con el sol caído, Hamlet giraba el guión para, una vez más, dar una soberana lección de tralla, aptitud sonora y compositiva, actitud sobre el entarimado y entrega eterna. Tras la intro de la BSO de "Pulp Fiction", “Limítate” desgarra el sur de Ávila, “Imperfección” y “Mi religión”, con un Molly bailón, sientan bases, y de ahí para adelante golpe tras golpe con “Antes y después”, “Egoísmo” (circle pit incluido), wall of death para “Muérdesela”, “Denuncio a Dios” …una bacanal. Kutxi sale a hacer los coros en “Irracional”, Molly canta sin micro y “J.F.” pone el broche. Enajenación colectiva ante una nueva demostración de supremacía.

Con Rat-Zinger me tengo que poner al día discográficamente, y ya lo dije la última vez que los vi en directo; porque es un cañón y sé que me va a gustar. El caso es que su hardcore salvaje, y un escenario cuidadosamente agresivo con dos gárgolas en forma de su rata radioactiva, desolló las carnes de los que se plantaron delante.

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Rat-zinger

El señor Evaristo y sus Gatillazo tienen licencia para todo, y es que son los jefes del punk estatal. Cada vez necesitan menos apoyarse en los temas de La Polla porque disco tras disco sacan himnos como churros, como “Otra canción para la policía”, con la que abrieron y nos destrozaron los tímpanos con un bajo saturadísimo, “Fóllate al líder”, “Señor Juez” o “Fascículos”.

Nuestra anti-estrella ha engordado (él mismo bromeó al respecto) pero sigue siendo el amo del calabozo, con una facilidad asombrosa para mandar sobre las tablas haciendo lo que le da la gana y nosotros asintiendo.

Sí, también hubo Polla Récords: “Lucky man for you”, “Txus”, “Johnny”, “Odio a los partidos"... Todos estos temas se fueron como llegaron dejando una polvareda irrespirable. No se deberían morir nunca.

Molotov tuvo en nuestro país una época gloriosa con aquel lejano ‘¿Dónde jugarán las niñas?’ sonando en todas las radios y garitos de postín. Después siguió a lo suyo y, aunque aquí ya no volverían a aparecer en los iPods de los modernos, se ha labrado una trayectoria con altibajos, pero interesante. Buena demostración de ello fue lo que puso sobre la mesa en Candeleda; ni más ni menos que un empaste de música original, contundente y de ejecución perfecta.

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Gatillazo

El cuarteto usa una guitarra y tira de dos bajos, sonando feroz en el estreno de su puesta de largo con “Noko”. Allí canta todo Dios y hasta Randy se pone de pie en su batería para vocear en “Amateur”. “Chinga tu madre” Versión verano 2016 y “Puto” siguen poniendo a la masa a mil.  Y ahí los dejamos, a los de arriba y a los de abajo, que el viernes era potente.

Viernes 5

La segunda jornada abría directamente tirando a matar.

Boikot fue la única banda de apertura diaria que tuvo una cantidad de gente interesante frente a ellos. Se nota el tirón y, a pesar del calorazo extremo que caía sobra el campo de fútbol al filo de las 19h, desde el minuto uno aquello cogió color. Y es que para los vallecanos un festival como el Shikillo es su hábitat natural. No se andaron con remilgos y se lanzaron a tumba abierta directos con “Naita na”, “Inés” y “Hasta siempre”.

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Molotov

El repertorio lleva de gira dos años y está expresamente elegido para bombardear cualquier evento que les llame. “D’espaldas al mundo” se la dedican a Trump desde Ávila a la Casa Blanca, “Bajo el suelo” siempre será un proyectil certero y “Juntos tú y yo” la han partido en dos suavizando la primera fase en tono reggae total. “Korsakov” y el perenne “Kualkier día” de Piperrak se los llevaron hasta la próxima.

La Maravillosa Orquesta del Alcohol empantanó el ambiente ante un respetable que esperaba nervioso la puesta de largo del folk de los burgaleses. Con varios telones con motivos de ‘La primavera del invierno’ y vestidos con camisetas blancas de hombreras y vaqueros negros, descargaron una dosis de buen rollo, honestidad, integridad y honradez que me dejaron patidifuso. Brutales desde la formidable introducción de “Nubes negras” enlazada con “Miles Davies”, y máximos en “Disolutos”, “Los hijos de Johnny Cash” o “1932”. Y a todo esto, sin apenas usar una guitarra eléctrica. Absolutamente cegadores. Bravo por La M.O.D.A.

El patinazo más grande lo pegó Minor Empires… y la verdad es que se venía venir. El grupazo madrileño de rock alternativo se encontraba fuera de lugar... o al menos fuera de horario. No consiguieron atraer público en ningún momento y, aunque a mí me encantaron, parece ser que lo que venía después abocó al gentío a usar este tiempo para cenar y coger fuerzas. Una pena.

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Boikot

Recién caída la noche, Desakato, en olor de multitudes y convertidos en grandes, toman preso el Valle del Tiétar para sacudirlo decenas de veces, tantas como cuchillazos fueron desgranando con “Columnas de humo”, “La ira de los hambrientos” o “Héroes”. Usaron “Trompetes de Xericó” para enorgullecerse de su tierra y su lengua, y cual arma de destrucción masiva se largaron con “Pánico en Frankfurt”. Te recomiendo que eches un ojo al documental ‘Pacto de sangre' para entender porqué son tan jodidamente buenos.

Berri Txarrak llegó como cabeza de cartel e hizo honor a su posición. Poco a poco, sin estridencias pero currando como se debe (fieles a lo suyo y sin concesiones), Gorka y su metalera compañía se han comido a casi todos y se les respeta allá por donde van. En el Viña los vi como a 60 metros de distancia; en el Shikillo no me moví de la valla y, aunque casi me revienta la cabeza uno de los bloques del PA que tenía a apenas 5 metros, mereció la pena. “Oreka”, “Libre”, “Ikasten”, la más poperilla pero insultantemente buena “Hitzen oinarra ahula” o los pases finales con “Oihu” elevaron Candeleda cinco metros sobre el suelo. La verdad es que podían tocar cada noche un repertorio sin repetir y salir igual de airosos. Relajados, animosos y confiados, los Berri dieron una nueva lección de clase metálica. Sin palabras.

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Berri Txarrak

Apenas nos dio tiempo a cambiar de foso antes de que la cabeza más visible del rap estatal pusiera patas arriba el festival. Los Chikos del Maíz sacudieron a una concurrencia enorme ávida de saltar, pelear y contestar al son del hip hop del Nega y Toni. Ya no regaban y la nube de polvo que se preparó con la que había allí montada fue de traca. Nos volveremos a cruzar por algún festi y repetiremos. Los valencianos son pólvora pura.

Sábado 6

El día más flojo a nivel de interés musical para nosotros era el que cerraba el festival.

El flamenco-metal de Fausto Taranto volvió a pagar los platos rotos del sofocante calor. Frente al escenario nos congregamos cuatro gatos que se pegaban a la valla para evitar el sol de frente. Originales y profesionales, pasaron por Candeleda algo desapercibidos.

Ciclonautas se encontraron con una situación muy similar y, aunque poco a poco iba llegando público, casi todos decidieron cercar las barras que se encontraban a la sombra. El segundo Marea que pasó por allí encontró menos apoyo que Kutxi. Aun así, Alen y sus compinches se divirtieron resignados dando la cara al son de “Bienvenidos los muertos”, “El mostrador de Dios” o una “Que corra el aire” cerca del final.

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Ciclonautas

Al amparo de una explanada con una sombra ya bastante grande, Gritando en Silencio volvieron a dar un conciertazo de cátedra, amparados en un repertorio sencillo y llanamente espectacular, ejecutado con una decisión y una credibilidad que casi asusta. Y aunque Marcos se despistó con el setlist en alguna que otra jugada, salieron por la puerta grande como viene siendo habitual. “Estaré en el bar” es única para abrir y meternos en vereda, “Vértigo” es posiblemente lo mejor de su carrera y “Rock and Roll de Barrabás” es excepcional para cerrar en un festival. Suma “¿Dónde te has quedado?”, “Alma de blues” o “A las armas” y explícame si hay forma de que eso salga mal.

Ahora a esperar un nuevo disco que esté a la altura de su encomienda para dar un paso más. Aunque yo ya no sé cómo decirles que toquen “Rutina en las venas”… En cualquier caso, supremo.

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Gritando en Silencio

El reggae buenrollista de Green Valley, que gustó, y el flamenqueo de Juanito Makandé, poco tenían que ver con nuestros gustos, por lo que nos lo tomamos con calma hasta que llegó Hora Zulú. Los granadinos están en una forma esplendorosa y dieron buena cuenta de ello con un set, sino clavado, casi, al que soltaron la última vez que les vimos. Incluso se trajeron de nuevo al maestro Sho Hai de Violadores del Verso para darse y darnos un regalazo que acogimos con los brazos abiertos. El metal puede ser contundente, agresivo y eficaz, poniéndolo al servicio del talento y la originalidad. Hora Zulú lo hace; que tomen nota otros. Siempre me volará los sesos “Andaluz de nacimiento” aunque chapen el chiringuito con “A ver si me entiendes”. De lujo.

Vimos arrancar a Skindred, pero su groove metal medio de coña saltarín y que no acaba de ir en ninguna dirección pero sí en todas, nos puso en el desfiladero de salida, despidiéndonos del Shikillo con la mano abierta, satisfechos de haber vivido tres días imperecederos.

Texto: Javier Pérez Doblado
Fotos: Alejandro Santos

Redacción
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1 comentario

  • Izamethyst dice:

    ¿Pero para qué vais al festival si no pensáis acudir a más de la mitad de los conciertos? Que Talco, Narco o Limando se queden sin crónica me parece imperdonable. El año que viene dadme a mí la acreditación, que yo sí que iré a todos los conciertos.

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