Crónica de Public Image Ltd: Rave Anárquica

10 mayo, 2016 1:25 pm Publicado por  Deja tus comentarios

Sala Joy Eslava, Madrid. 

“¿Alguna vez os habéis sentido engañados?” Han pasado ya casi cuarenta años de aquel famoso canto de cisne pronunciado por Johnny Rotten durante su mítico concierto en el Winterland Ballroom de San Francisco en 1978 que finiquitó no solo la efímera trayectoria de los Sex Pistols sino también la del movimiento punk entendido como producto comercial que entraba por los ojos y que para entonces se había vulgarizado por completo. Ahora los modernos únicamente hablarían de post punk y lo de los tres acordes se antojaría tan pretérito y domesticado como un chotis o un pasodoble.

Al margen de su vertiente mercantilista, lo cierto es que en realidad todo consistía en mero individualismo, tal y como explicó en rueda de prensa el autoproclamado “rey de los punks” John Lydon, que todavía sigue conservando un inefable humor ácido y ese aura de provocación que le llevó hace unos añitos a gritar “¡Viva España!” en pleno festival Azkena vitoriano y lograr que la ira se reencarnara en la forma de un móvil que le impactó en la jeta. A pesar de su tono inicial burlón con el que dio clases de pronunciación y se mofó del nivel de los periodistas generalistas en la lengua de Shakespeare, Lydon no tardó en revelarse como un caballero de los de antes, un tipo con principios que habla de la familia y de valores ya en desuso como la lealtad, algo que consideró imprescindible en un grupo. Un peculiar monarca cuya primera medida consistiría en abolir las reglas y cuya dedicación a la música en directo es “200% vodka”, un esteta con inagotable munición dialéctica que en realidad tampoco difiere tanto del genio y figura de Oscar Wilde allá por el siglo XIX.

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Y su magnetismo escénico continúa a un nivel que ya quisieran muchas leyendas venidas a menos. Desde que reflotara PIL en 2009 gracias a las ganancias obtenidas en un anuncio de mantequilla podría decirse que vive una segunda juventud lejos de que suene a tópico inevitable. Trabajos que todavía conservan el espíritu vanguardista primigenio, caso de ‘This Is Pil’ o el reciente ‘What The World Needs Now’ y multitudes variopintas que abarrotan salas como la Joy Eslava aquella noche en la que cabían desde glamies hasta hipsters.

Con la expectación en su punto álgido, PIL no se apartaron del guión previsto de esta gira con “Double Trouble” y “Know Now”, dos piezas en las que Lydon puede desatar su histrionismo a diestro y siniestro. Ataviado con una especie de camisa ancha azul y blanca que evocaba la vestimenta de los judíos en los campos de concentración, demostró de primeras que es posible evolucionar sin perder la compostura, que aquel muchacho pelirrojo que se ponía esvásticas y simbología nazi en la chupa de cuero simplemente para escandalizar al personal se ha transformado en un respetable señor mayor con idéntica capacidad para sorprender.

Tal vez por eso mismo no se limita a reproducir las canciones en el mismo formato que en estudio, sino que las somete a inéditas vueltas de tuerca hasta hacerlas casi irreconocibles, caso de su éxito “This Is Not A Love Song”, mucho más melódica y discotequera, suavizando esas características erres palatales de mitin hitleriano que durante los años 20 llegaron a ser todo un signo de distinción entre la burguesía germana.


"Las luces de neón de su peculiar rave anárquica siguen funcionando a pleno rendimiento, con una intensidad desmedida y un profeta en estado de gracia que no hace sino aumentar su culto a estas alturas de su vida".


Su vocación experimental quedó patente en su homenaje a la inmortal pin up “Bettie Page” o en “Deeper Water”, otro tema espeso en los que casi se acerca al rock progresivo y que a medida que avanzaba el recital fueron ganando terreno. Antes se rindió el consabido luto a la madre muerta en “Death Disco”, tan tenebrosa y perturbadora como hace más de tres décadas y que anticipó en cierta manera el rock gótico y el post punk atormentado. Fue estremecedor cuando John se quitó sus gafitas de intelectual y miró directamente a los ojos de la concurrencia gritando “in your eyes” con cara de cabreado, gesticulando tanto como un actor.

Porque el ex Sex Pistols es todo un intérprete versátil con la habilidad necesaria para mostrar en el momento preciso la faceta que le conviene, ya sea acercándose al reggae en “The One” o dejando clara su autosuficiencia artística en “The Order of Death” y su lema “this is what you want, this is what you get”. O como diríamos en román paladino, esto es lo que hay y al que no le guste a cascarla.

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John Lydon en la rueda de prensa previa al concierto de PiL

Reincidió en el lavado de cara de piezas pretéritas con “The Body” y “Warrior” impartiendo doctrina y consolidándole como uno de los tipos más íntegros de la historia del rock. Nos atreveríamos incluso a decir que actualmente se encuentra en mejor forma que en su anterior visita al BBK Live hace unos añitos, con una competente banda ya muy rodada, pese a que la arrolladora presencia de Lydon eclipse por completo a sus miembros. Y puede que incluso haya aumentado el reconocimiento del público en general gracias a gafapastas y demás tribus alternativas. Un llenazo como el que se vivió en la sala hubiera sido impensable poco tiempo atrás.

Uno de los momentos estelares de la velada fue la colosal “Religion”, alargada en torno a unos veinte minutos por lo menos, con fragmentos del padrenuestro y del seminal “Anarchy In The U.K.”, bendición a los fieles, saludo romano y hasta levantamiento de hostia consagrada. Un in crescendo inconmensurable en el que el carismático voceras extendió los brazos como en un altar y se despidió con un “Amén” y una reverencia.

Sacó de la paranoia inducida a la peña con la tarareable “Rise”, cuyo dogma “Anger is an energy” encontró su eco en los gritos a pleno pulmón de los fieles. Se requirió su presencia para los bises, pero el tipo se hizo de rogar hasta que condescendió con “I’m Not Satisfied” de su último disco y luego enlazó con el puestazo de trance compuesto por la pastillera “Open Up”, que sonó más rockera e incluso con un punto arabesco, y la apocalíptica “Shoom” con intervalos operísticos antes de cristalizar en su receta contra los males del mundo. Un “que os jodan” más.

Por motivos que no acertamos a comprender no tocó su himno “Public Image Limited”, pero las luces de neón de su peculiar rave anárquica siguen funcionando a pleno rendimiento, con una intensidad desmedida y un profeta en estado de gracia que no hace sino aumentar su culto a estas alturas de su vida. Lo que el mundo realmente necesita son más personajes como John Lydon.

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Redacción
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