Crónicas
Los Zigarros en Bilbao: Un cocido todavía imbatible
«Quizás a muchos les gusten las emulsiones de ostras y otras delicatesen para modernos, pero un cocido sigue siendo imbatible en las distancias cortas. Y el que ofrecen los valencianos Los Zigarros está cocinado a fuego lento y con mucho mimo»
25 enero 2025
Sala Santana 27, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Cuando a uno le apetece meterse un buen cocido entre pecho y espalda no espera una espectacular explosión de sabores ni ninguna pijotada por el estilo, sino que todos los elementos estén en su estado óptimo correspondiente. Que el chorizo sea de calidad o que los garbanzos estén en su punto de cocción adecuado, es decir, que no te dejes un diente, pero que tampoco estén fundidos en una especie de papilla intragable. Dicho plato probablemente no cambiará el rumbo de la gastronomía en las próximas décadas, pero siempre seguirá contando con sus forofos, aquellos que de verdad saben de qué va la vida.
Si extrapolamos esto al ámbito musical, podríamos decir que los valencianos Los Zigarros han elaborado un menú con mucho fundamento a base de la herencia de Tequila o Pereza, el inevitable influjo de The Rolling Stones y una pizca de AC/DC o Status Quo para aportar consistencia al conjunto. ¿Que se trata de sabores muy reconocibles? Pues sí, ¿pero qué más dará eso cuando es un producto de una calidad intachable? El que busque innovación, se ha equivocado de sitio.
Lo que sí se agradece es que los mismos ingredientes se sazonen o presenten de diferente manera a la de su última visita, que echando un vistazo, fue aproximadamente hace un año en el mismo recinto. Y desde luego no han perdido ni un ápice de tirón, pues abarrotaron la bilbaína sala Santana 27 hasta el límite de lo posible, un sold out en toda regla que contradice esa soberana tontería repetida mil veces de que el rock está muerto. He aquí una prueba inapelable y evidente de la fortaleza de un estilo.
Tal vez la discografía de Los Zigarros aún no permita dar demasiadas vueltas al repertorio, pero un servidor agradeció sobremanera que no tocaran las mismas canciones en idéntico orden que la vez pasada, como sí hacen cientos de grupos que llevan años o décadas con el piloto automático en este aspecto. Bravo por recuperar un trallazo tan contundente y certero como “Suena Rock & Roll” en la apertura y mantener el ímpetu con “Mis amigos”, su soberbia revisión de The Flying Rebollos.
Ni qué decir que Ovidi y el resto de la banda le echaron ganas desde el comienzo. Fue un concierto de esos que se dicen a degüello, a velocidad supersónica y casi sin respirar. No en vano, el frontman ni siquiera abrió la boca hasta el cuarto o quinto tema, creo recordar, toda una declaración de principios que indicaba que lo verdaderamente importante ahí era la música y no aburrir o adoctrinar al personal.
El catálogo escogido para la velada no tuvo desperdicio con clásicos como “Odiar me gusta” o “A todo que sí” y otros temas más recientes que ya se han ganado su hueco en el corazón de los seguidores, caso del rock americano vía Tom Petty de “Aullando en el desierto” o esa aproximación a Diamond Dogs de “No Pain No Gain”. Ovidi además pilla con mayor frecuencia que antaño el piano para legarnos maravillas como “100.000 bolas de cristal” o la cabaretera “Cómo quisiera”, dos soberbias muestras de que salirse de la zona de confort a veces tampoco viene mal.
En un terreno cercano al funk se movió del mismo modo “No sé lo que me pasa”, con Álvaro explayándose en su intervalo blusero, o la siempre emocionante “Desde que ya no eres mía”, que se inició en plan balada a piano antes de adquirir electricidad. Y lo que pocos se esperarían es que entonces saldría a las tablas Fito Cabrales para marcarse junto a la banda dos himnos como “Resaca” y “Voy a bailar encima de ti”, toda una sorpresa que fue recibida por la concurrencia coreando el nombre del músico de Zabala.
“Malas decisiones” evocó a AC/DC y en “Dispárame” volvieron a legar otra estampa memorable intercalando entre medias “My Sharona” de The Knack. Soberbio combinado de ingredientes rockeros.
Así sin comerlo ni beberlo ya nos habíamos plantado en los bises, diría sin duda que fue de las veces que les he visto tocar más rápido, y bien que lo agradecimos entre tanto aficionado a marear la perdiz sin ton ni son. Aquella noche fueron al meollo del asunto, sin perderse por oscuros vericuetos, pero tal vez fuera porque luego había sesión golfa de rock n’ roll con Micky & The Buzz, Tiburona y The Cherry Boppers en el piso de arriba. No se podía perder el tiempo.
La traca final también fue de vértigo con la efectiva “Apaga la radio” y un “Hablar, hablar, hablar…” que pilló a Ovidi al borde del escenario levantando la guitarra a modo de trofeo eléctrico a los fieles. Y sacaron artillería pesada con un “Dentro de la ley” en el que el frontman tocó el piano a lo Jerry Lee Lewis. Solo faltaba colocar la guinda con “¿Qué demonios hago yo aquí?” para marcharse a casa o a donde vaya cada uno más contento que unas castañuelas.
Quizás a muchos les gusten las emulsiones de ostras y otras delicatesen para modernos, pero un cocido sigue siendo imbatible en las distancias cortas. Y el que ofrecen los valencianos Los Zigarros está cocinado a fuego lento y con mucho mimo. Un reconstituyente total para afrontar lo que queda de invierno y demostrar que los sabores tradicionales aún conservan su predicamento en el mundo contemporáneo. Cuestión de principios.
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Pedazo de resumen hacia el cañero y rockero concierto que se curraron los valencianos LOS ZIGARROS presentando su último álbum junto a sus temas más conocidos en la Santana 27 bilbaina.