Crónicas

La Raíz + Sons of Aguirre: Cuando se para el mundo

«Tras más de 10 años luchando contra viento y marea, los valencianos de La Raíz agotaban tickets en este glorioso fin de gira en Madrid, en un recinto no apto para cualquier artista»

Palacio Vistalegre, Madrid

Texto: Javier Pérez. Fotos: Sandro Santos

Nadie les ha regalado nada, y, haciendo las cosas a su manera y desde sus propias convicciones, se han ganado el respeto, el cariño y el amor de una legión de seguidores que hacen suyas todas las riquezas musicales que atesoran los cuatro álbumes de estudio que les contemplan. Hoy, con “Maneras de vivir” sonando como prólogo en el barrio de Rosendo, se iba a grabar para una futura edición en DVD una efeméride que servirá para que esta noche no acabe nunca.

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Sons of Aguirre

Sons of Aguirre irrumpieron en escena a la hora prevista ante un público ya bastante numeroso e increíblemente dispuesto a hacer historia. Dispusieron de 60 minutos que aprovecharon y que sirvieron para calentar un ambiente que no necesitaba demasiado calentamiento. Su rap irónico con bases metaleras fluye en vivo, a pesar de que el sonido no les acompañó en su justa medida hasta que cruzamos el ecuador de la fiesta. Contaron con la colaboración de Toni de Los Chikos del Maíz y, entre gritos de UPyD y “Privilegidos”, se largaron dejando un grato sabor de boca.

Cuando caen las luces y por las pantallas se visualiza el video que contextualiza “Las miserias de sus crímenes” pensé que Vistalegre se venía abajo; literal. Tal fue el fervor que dicha introducción la recitó el público con un entusiasmo tan desmedido que es lo único que se escuchó. La guitarra que anuncia “Entre poetas y presos” y la llegada de La Raíz con la entrada de la voz al unísono sacude a una fanaticada enloquecida, y espolea a una banda sabedora de que están escribiendo su propia historia… y gran parte de la de la música contemporánea de dentro de nuestras fronteras.

Julio entra en escena para dirigir “Borracha y callejera” que estabiliza el ritmo en constantes altas mientras “La voz” nos trae el baile más desenfrenado. No quieren que esto decaiga y “Muérdeles” en eso no falla. De nuevo Toni Mejías por el escenario para acompañar en “Donde duerme el chamán” como ya lo hiciera en 2013 cuando se grabó ‘Así en el cielo como en la selva’. “Jilgueros”, “Dientes del león”, “El tren huracán” y “Nuestra nación” proclaman una victoria que no tiene analogía, haciéndonos partícipes; una ceremonia inigualable que arrastra a los allí presentes hasta un éxtasis irracional y que rematan con dos interpretaciones antológicas más: “Obediencia ciega” y “Llueve en Semana Santa”.

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La Raíz

El frenesí iba a dejar paso a la emoción desmedida que produjo “Suya mi guerra”, con todos los miembros puño en alto al borde del escenario, y los de abajo poniendo sobredosis emotiva al grito de “¡no pasarán!”. “El circo de la pena”, ”Por favor” y “El lado de los rebeldes” allanan el camino para que “Elegiré”, con más de diez mil almas al unísono brazos en alto acompañando el sentir de la letra, haga correr lágrimas por las mejillas de muchos. Momento para que Jim se cuelgue la acústica y se sitúe junto a Pablo en el medio del tablado para exponernos su historia, que sirve de prolegómeno mientras sus demás hermanos cogen sitio y hacer un “Mercurio” de estampa donde somos nosotros quienes llevamos la voz cantante.

Ahora es Panxo quien solo ante el peligro recita “Raíces” llevándose una ovación ganada a pulso. Ya no queda mucho; “Radio clandestina” suena a salvación, a gloria pura, pero muerde al tiempo, al igual que “Sólo quiero de ti”.  La retirada se produce con una sobrecogedora “La hoguera de los continentes”, que deja corazones compungidos y un wall of death pacífico que cambia los saltos y pogos por abrazos y besos, mientras los implicados corean unánimes. Sin palabras, señores. El bis abre fuerte con “A la sombra de la sierra” y “Rueda la corona”, que usan para presentar a la banda y a todos (¡todos!) los miembros que hacen estas barbaridades posibles, para despedirse, ahora de verdad, con “Nos volveremos a ver”.

Casi dos horas en las que el mundo se paró, se tomó un respiro, y concedió que, en un barrio al sur de la capital, un puñado de gente fuese un poco más feliz. Gracias, La Raíz.

Texto: Javier Pérez
Fotos: Sandro Santos

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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