Crónica de Hammerfall + Gloryhammer + Lancer: Una noche casi perfecta

La primera banda, Lancer, aparece en escena a las 19:30. Acaba de lanzar su tercer disco ‘Mastery’, el primero con Nuclear Blast, que ha cosechado grandes críticas. Las dos primeras cosas que me impresionan de manera negativa – nada que ver con la banda, al contrario - son el poco espacio que recibieron en el vasto escenario y el pésimo sonido. No es es posible que la música de un LP que suena tan bien en el coche, suene tan mal en vivo. No descarto la posibilidad de que, a propósito, alguien pudiera estar manipulando el PA. La agrupación hizo todo lo que estaba en sus manos para ofrecer un buen espectáculo, mezclando power metal y heavy metal de la vieja escuela con el aliciente que supone Isak Stenvall, cantante entusiasta con gran sentido del humor y una voz muy nasal y aguda.

Lancer

En algunos momentos me recordaron a los primeros Helloween, aunque es difícil sacar algo en claro, ya que apenas se escucha la instrumentación. Tras los tres primeros temas en el foso de fotógrafos me moví por diferentes lugares de la banda y en cada uno de ellos el resultado era el mismo: un sonido pésimo. Durante el último corte, como curiosidad, el voceras apareció sobre el escenario con la cabeza de algún tipo de monstruo, haciendo referencia a la portada de su plástico más reciente. Una oportunidad perdida para conquistar al público local… aunque no creo que Lancer tenga la culpa. Con los buenos comentarios que recibieron de la prensa escrita y digital, estoy convencido de que al final de la gira se alzarán como grandes ganadores.

Gloryhammer es el segundo telonero de la noche… y qué pedazo de telonero. Los escoceses aparecieron con trajes que parecían haber salido directamente de dibujos animados de fantasía. El teclista Christopher Bowes (Zargothrax, Oscuro Hechicero de Auchtermuchty, fundador de la banda y también cantante de la banda de folkmetal escocesa Alestorm) y el batería Ben Turk (Relathor, el Ermitaño Misterioso de Cowdenbeath) suben al escenario con largas capas oscuras mientras que el bajista James Carwright (Hootsman, Bárbaro Guerrero de Unst) y el guitarrista Paul Templing (Ser Proletius, Gran Maestro de los Caballeros Templarios de Crail) están vestidos de trajes, por decir algo, lúdicos. Y a continuación, el cantante: el carismático suizo Thomas L. Winkler (Angus McFife, Príncipe de la Corona de Dundee, Heredero del Reino de Fife y en la vida real licenciado en derecho), vestido de polainas doradas y perneras negras, protecciones medievales de cuero, gafas de sol oscuras y playeras amarillas. Se acercó al micrófono y presentó la banda de la siguiente forma: “Somos Gloryhammer y hemos llegado del espacio sideral”.

Su sonido mejora con respecto al de Lancer, y el espacio del escenario crece para que puedan presentar a gusto su espectáculo, el cual duró 45 minutos. La audiencia de la sala recibe con entusiasmo la banda, coreando temas como “Rise of The Chaos Wizards”, “Legend of The Astral Hammer”, el cual contó con el uso de un martillazo en los manos de un duende sobre el escenario; o “Hail to Crail”, pertenecientes a sus dos primeros discos de estudio. Durante “Questlords of Inverness, Ride To The Galactic Fortress!” hacen un buen uso del público. El bajista Hootsman, Bárbaro Guerrero de Unst, en el fisco también conocido como James Cartwright, se encuentra muy cerca de deshidratarse y con urgencia necesita ayuda. Es en este momento, el vocalista Thomas L. Winkler pide la participación de la audiencia. Un fan elegido al azar tiene la misión de llevar una cerveza a la fortaleza galáctica desde el otro extremo de las sala sin poner los pies en el suelo, surfeando en la ola de manos del respetable. Una vez de regreso a la altura del escenario, la cerveza está entregada a Hootsman, animado por un foso que no dejaba de gritar: “Hoot!, Hoot!, Hoot!”. Musicalmente me recuerdan en algunos momentos a Powerwolf, aunque Gloryhammer se desenvuelve mucho mejor al tomarse el escenario con menos seriedad.

Gloryhammer

Durante su alegre acto teatral, evocan cuentos de fantasía sobre, por ejemplo, batallas con unicornios zombis para liberar a la bella princesa Iona McDougall. Cuando afrontan su segundo disco, relatan la historia del mago Zargothrax y cómo lo apoyan en su lucha no sólo para conquistar el mundo, sino también la galaxia y el universo. Al término del show me quedo con muchas ganas de ver ésta banda como cabeza de cartel, ya que su propuesta de buena música y diversión me parece una mezcla perfecta, aunque el power metal no sea mi género favorito. Recomiendo su concierto a cualquier persona con buen sentido de humor y, sobre todo, a las personas que no se toman su vida demasiado en serio. Gloryhammer fue un telonero excepcional: la audiencia no podría haber sido alentada mejor.

Tras recargar energía en la barra, es el momento del cabeza de cartel de la velada: los suecos Hammerfall. Los de Gotemburgo son unos de los abanderados del power metal escandinavo y difícilmente decepcionan en sus directos. En casi 25 años de trayectoria han creado clásicos en el género, con tres de ellos llegando al #1 en las listas suecas. Cerca de las 21:45 aparecen en escena, vestidos de ropa oscura con una considerable cantidad de accesorios o adornos de metal, a excepción del bajista Fredrik Larsson claro, que se presenta como si volvería del curro en la fabrica de la vuelta de la esquina.

Hammerfall

Desde el principio disparan un arsenal de clásicos mezclados con nuevos temas y una serie de cortes de su primer disco, ‘Glory To The Brave’, el cual cumple 20 años en 2017. Entre tanto, el fundador de la banda, Oscar Dronjak, cambia regularmente de guitarra. En algunos momentos usa su guitarra martillo para pasar a su hacha negra en forma de V, siempre con un sonido nítido.

Las triunfadoras fueron “Blood Bound”, “Renegade”, “Let The Hammer Fall”, “Glory To The Brave” y “Medley To The Brave”, que consiste en una mezcla de canciones de “Glory To The Brave”, “Last Man Standing”, la magistral “Crimson Thunder” o “When The Dragon Lies Bleeding”, sencillos de sus comienzos (los cuales prefiero una vez escuchados sus últimos y más flojos lanzamientos). Y qué decir de “Hearts on Fire”, con el que cerraron su concierto.

Joacim Cans, como frontman y vocalista, sigue siendo muy bueno; el dúo de guitarristas formado por Pontus Norgren y Oscar Dronjak es formidable y se complementan muy bien; el batería, Johan Koleberg, es nuevo, llegado de Therion, mientras que el bajista Fredrik Larsson regresó con gran nivel como hijo pródigo hace ya diez años. Si no hubiera habido manipulación del sonido de Lancer, habría sido una noche perfecta. Para mí, personalmente, Gloryhammer fueron los ganadores, sin menospreciar el bolo de los cabeza de cartel.

Texto y fotos: Hughes Vanhoucke

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