ARKONA: EL ESTE PAGANO SE ABRE PASO

10 octubre, 2012 11:01 am Publicado por  2 Comentarios

Sala Ritmo & Compás, Madrid

Por segundo año consecutivo, los rusos Arkona se presentaron por nuestras latitudes para inocularnos su paganismo a base de un potente folk metal que, esta vez sí, llevaron a cabo en todo su esplendor con la banda al completo, incluido su multiinstrumentista de vientos que se hace más que agradecible y al que echamos en falta en su anterior venida a la capital. En esta ocasión, su visita, la segunda a la península Ibérica, se enmarcaba en una atractiva gira europea en la que la banda moscovita está flanqueada por un peso pesado del folk metal de buen gusto, como son los húngaros Dalriada, y por un conjunto norirlandés que promete noches de gloria en un futuro no muy lejano, Darkest Era. Es de agradecer la iniciativa para permitirnos disfrutar por estas tierras de bandas de esta naturaleza.

Estos últimos fueron los encargados de abrirnos el apetito con su heavy/power metal de perennes influencias célticas y buen criterio melódico que, apuntalado con hábiles guitarras y pulido con un interesante talento compositivo, dejaron un buen sabor de boca a los primeros en darse cita, puesto que el comienzo de su actuación se vio adelantado frente a lo previsto. Con dos féminas entre sus filas, guitarrista y batería, los de Belfast acreditaron que temas como los que componen su álbum debut, ‘The Last Caress Of Light’, lanzado el pasado año 2011, pueden tener un buen recorrido.

La aparición de la banda norirlandesa supuso la única incursión musical de la noche por el oeste, pues hay que poner el rumbo mucho más al este, hacia la ciudad húngara de Sopron, para arribar al lugar de origen de Dalriada, una de las bandas más completas y talentosas del folk metal europeo. Tras años de esforzada carrera musical, despuntaron a comienzos del año pasado con su anterior álbum, cuarto de su carrera, ‘Ìgeret’, un auténtico discazo que acaba de tener en ‘Napisten Hava’ su digno sucesor. Por primera vez los podíamos ver por nuestra zona y lo cierto es que, a pesar del buen hacer de todos los músicos presentes, el concierto se antojó descafeinado por el esperpéntico sonido que tuvo la sala durante su actuación. Escuchar uno u otro instrumento comiéndose al resto en función de tu ubicación no es plato de buen gusto para disfrutar en su plenitud a una banda de su riqueza instrumental. El importante hueco dejado por la vocalista y violinista Laura Binder, que no pudo formar parte de la gira por estar a punto de ser mamá, fue rellenado por la solvente vocalista Anita Kun, que cantó realmente bien, con gran fidelidad a las líneas vocales de Laura, aunque se mantuvo algo estática. Lo que más se echó en falta fue el violín, de modo que el apartado folk se vio íntegramente cubierto por el ágil teclista Barnabás Ungár, que se encargó también de las voces guturales que la cantante titular también hace. De todas formas, desgraciadamente el teclado se escuchó más bien poco y verdaderos temazos quedaron huérfanos al oído, aunque no a las emociones que desprendía una banda que sabe pasárselo muy bien sobre el tablado.

El show de Dalriada fue inaugurado con “Hunyadi és Kapisztrán Nándorfehérvári Diadaláról (Saltarello)”, de su recentísimo ‘Napisten Hava’. Es de remarcar que también se sirvieron de algún sonido disparado tanto de coros como folks, aunque no se apreciara demasiado entre el barullo. Enseguida la magnífica “Ígeret” nos hizo brincar a todos antes de que preguntaran a voces por Santiago Segura y Torrente, desconcertante por instantes el humor húngaro de unos músicos afables y graciosos en todo momento con la audiencia.  Volvieron a su nuevo trabajo con “Napom, Fényes Napom”, seguida de “Szent László”, tiempo en que desenvainaron sus latas de cerveza para brindar con nosotros con un dicho muy autóctono que el dicharachero batería se traía muy bien aprendido: “Arriba, abajo, al centro y pa’ dentro”. El propio batería nos introdujo con firmeza a “Kinizsi Mulatsága”, una canción de lo más festivo y agitado que, llena de alternativas, desencadenó el movimiento generalizado de las primeras filas. No hubo lugar a dejar de saltar y bailar con la no menos dinámica “Bórivok Éneke”, tan fantástica como deslucida por el lamentable sonido que reducía a su mínima expresión el imprescindible componente folclórico de las canciones. Antes de ella, por cierto, el guitarrista y vocalista András Fikcek, que cumplió su papel con creces cantando sensacionalmente, nos preguntó que si nos gustaba beber y otros menesteres más sexuales, a lo que el batería, prosiguiendo la broma, añadió que si nos gustaba hacer ambos al mismo tiempo. Con dos nuevas referencias de su vitoreado ‘Ígeret’, “Leszek A Hold” y la abanderada “Hajdútánk”, que no podía faltar y que entusiasmó a todos los presentes; pusieron el punto y final a su actuación para dejar el camino franco para Arkona.

Tras una tregua en la que dio tiempo a tomar el fresco mientras el back-line de los cabezas de cartel se ponía a punto, el quinteto ruso salió a escena disfrutando desde un primer instante de un sonido pulcro y perfectamente distinguible, todo lo contrario que sus antecesores, para regocijo de los seguidores que se agolpaban en las inmediaciones del escenario. Con una ambientación perfecta, equipo de luces propio incluido, arrancaron con “Arkaim”, en la que la vocalista Masha “Scream” tocaba con vehemencia un tambor pagano (disculpad que no recuerde su nomenclatura)  que sacó en repetidas ocasiones. Tras ese corte, de su última obra cuya salida precedió a este importante tour en su carrera, ‘Slovo’, no se demoraron en acometer una buena retahíla de temas emblemáticos para sus acérrimos. El comienzo de la excepcional “Goi, Rode, Goi”,  llena de contrastes, subidas y bajadas, como buena parte de su producción; fue recibido con aplausos por un público enfervorecido, contagiado por el derroche de energía y la entrega insuperable de la entrañable Masha, que vive el escenario como muy pocos y se encarga tanto de las voces limpias como de unas contundentes guturales que parece mentira que puedan salir de alguien así. Es puro sentimiento y garra. La única pega de una front-woman sin par es, por muy auténtico que parezca, la piel de lobo con la que iba ataviada, algo ciertamente escabroso para los defensores de la dignidad de los animales. Hay una gran cantidad de valores verdaderamente loables dentro del paganismo y de las culturas originarias, y mejores modos de exhibir la armonía con la naturaleza. Cuestión cultural, supongo sin caer en relativismos.

Tras “Slovo”, una lúcida flauta del no menos entregado Vladimir “Volk”, siempre empeñado en caldear el ambiente, fantástico a la gaita y a las numerosas flautas que no dejó de interpretar con maestría, nos metió de lleno en una brillante “Od Sedka K Nebu”, que oscila entre paisajes de sublime folk metal, medio tiempo y desgarrados movimientos extremos. Enorme. Más alegre y saltarina es “Pamiat”, aunque tampoco está exenta de variantes. Tras ella, rebajaron el ritmo con la inspirada “Slav’sja Rus’”, fortalecida no obstante en su percusión, para que más tarde Masha inaugurase a capela, con cantos realmente evocadores, la adictiva “Zakliatie”, de las más destacadas de su último redondo.

El cóctel explosivo de metralla metalera, paganismo y sutiles y elaboradas melodías siguió detonándose con “Katitsja Kolo”, para abandonar después el escenario y dejarnos sumidos en una duradera atmósfera de misterio con un intrigante trasfondo musical. Rompieron con tanta lugubridad de golpe, con una melodía alegre que dio paso a “Leshiy”,  que momento solemne con “Kupalets” mediante, fue, entre otras, la antesala perfecta a las dos canciones festivas por excelencia, “Stenka Na Stenku” y “Yarilo”, que desataron el jolgorio generalizado. Parecía que ese iba a ser el carpetazo, pero aún nos brindaron un último tema antes de poner el punto y final a un concierto que fue puro lujo para los amantes del folk pagan metal llegado de tierras del este. Visto lo visto, la banda de Moscú está en un agraciadísimo estado de forma y solo las barreras idiomáticas y geográficas hacen que esta, y otras muchas bandas como las que estaban representadas con discos en el stand de merchandising, como Izmoroz, Butterfly Temple o Kalevala; no se prodiguen tanto como su portentoso talento merece, a lo largo de Europa Occidental. Arkona son punta de lanza y, exhibiendo un primerísimo nivel, lo van logrando para alegría de sus seguidores.

Texto y foto: Jason Cenador

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