Crítica de José Andrëa y Uróboros: Resurrección

 Rock Estatal Records
9/10

Grandísimo álbum de regreso el que se ha marcado el ex cantante de Mägo de Oz con sus actuales compañeros Uróboros, tras su anterior referencia discográfica en 2012. A diferencia de aquel disco, de una línea más intimista y lineal, y con temas que tenía guardados desde hace lustros, en ‘Resurrección’ podemos encontrar una obra mucho más trabajada, compacta y variada. Es un trabajo más de grupo, tanto en la producción como en las composiciones, mucho más directas, hardrockeras y melódicas, y que contentarán tanto a la clientela más purista de su ex banda como a nuevos seguidores. El combo suena de lujo y se completa con Pedro Díaz “Peri” al bajo, Kiskilla al teclado, Berni Ballester a la batería y sus dos hachas alternándose, Juan Flores “Chino” y el recién llegado, el todoterreno José Rubio (que compatibiliza este proyecto actualmente con Nova Era).

El tema título, “Resurrección”, toda una declaración de intenciones, se encarga de comenzar un disco que, ante todo, contiene una grandísima colección de canciones; buena carta de presentación con riff contundente muy clásico y líricas que versan sobre el más allá tras la muerte. “La mujer lobo” es un corte rápido, melódico, heredero del sonido de su ex banda, que encantará a sus antiguos seguidores y que cuenta además con la guinda del mismísimo ex Mägo Fernando Ponce de León, con su tin whistle dándole el toque de “magia” final requerido. “Para que nunca amanezca”, tanto por su pegadizo estribillo como por su estupenda melodía, hubiese sido el single perfecto más que el anticipado. Puede convertirse en un potencial éxito con un poco de promoción, así como en un futuro tema emblemático de la banda. Muy pegajoso, no podrás quitártelo de la cabeza.

“Sobreviviendo” es de los que mayor conexión guardan con su anterior disco, un corte mucho más bluesero pero asimismo más brillante que los temas similares contenidos en el debut de Uróboros. Incluye un divertido guiño al “Don’t Cry” de Guns N’ Roses, con José alargando la nota y un contundente “yeah” al final de la canción. La siguiente, “En mi barrio nadie quiere dormir”, tiene un rollo muy Thin Lizzy (el principio te recordará a su “The Boys Are Back In Town”), si bien pronto torna en otro himno de puro rock & roll, sección de viento incluida, lo que le da un toque de distinción y originalidad.

El compacto avanza con “La torre de cristal”, que resulta algo más épico y rainbowniano, iniciándose con uno de esos gritos característicos de Andrëa que, dicho sea de paso, está vocalmente brillante, rejuvenecido y felizmente recuperado en todo el álbum tras sus conocidos problemas de salud. La balada es para la inspirada “Redención Bafda”, que recuerda tanto a las que facturaban Mägo tipo “Adiós Dulcinea” como a los grandes temas lentos de los 80. Derretirá a sus seguidores amantes de estos registros más románticos, con unos teclados de Sergio Cisneros “Kiskilla” absolutamente sobresalientes. “Dímelo” toma el testigo y te retrotraerá irremediablemente a la añorada época en la que el vocalista cantaba en el disco “Jesús de Chamberí”; un tema especial con letra rememorando vivencias pasadas. En “¡Vive!”, nuevamente encontrarás una base musical tributando los sonidos de Deep Purple y Rainbow, con ese característico hammond y la trepidante velocidad marcada magistralmente por la percusión de Berni, así como numerosos solos de teclado y guitarra “jugueteando” entre ellos. Un corte pensado para arrasar en su inminente nueva gira.

“La salida del averno” es posiblemente, además del más extenso, el tema más ambicioso de todo el LP, toda una demostración de talento en los casi once minutos que dura, con numerosos pasajes y tempos, y una letra donde José se desnuda sin pudor, narrando su infierno con las drogas. En “Amantes en soledad” vuelve el rollo vacilón, con toques progresivos y jazzísticos y un Peri sobresaliente, mientras que con “Jeckyll y Hyde”, además de rememorar al mítico personaje de Robert Louis Stevenson, llegamos al broche final de un álbum, muy fresco, sobresaliente y del que muchos quizás no esperarían tanto tras el anterior disco, que era correcto pero sin el “gluten” necesario que sí tiene ‘Resurrección’.

Así, este trabajo viene también a ratificar dos cosas: una, que si los Mägo hubiesen tirado por este camino, más directo pero no exento de calidad y se hubieran dejado de tanta experimentación, sobreproducciones recargadas y algunos himnos facilones, serían una banda mucho más respetada en nuestro rollo (especialmente en España); la otra es que ni mil “Z” ni otras letras del abecedario podrán borrar nunca el historial de José como lo que fue, lo que es, y lo que seguirá siendo: una de las grandes voces de la historia del rock en castellano.

Andrés Brotons

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