Escuchamos en el estudio 'Somnia', el nuevo disco de Débler producido por Txus Di Fellatio

3 noviembre, 2016 8:04 pm Publicado por  4 Comentarios

El power metal en la lengua de Cervantes tiene unos nuevos héroes en potencia dispuestos a empuñar con fuerza el testigo del relevo generacional y consagrarse en la cúspide de la escena con un tercer álbum cuyo lanzamiento – aún sin fecha – está a la vuelta de la esquina. Txus Di Fellatio ha sido el encargado de pulir, a los mandos de la producción y codo a codo con el técnico de los prestigiosos Estudios Cube, Alberto Seara “Flor”; un diamante en bruto llamado Débler que ya presentó sus credenciales en su pretérito primer trabajo oficial, ‘Noctem Diaboli’ (2015). No en vano, el vocalista del grupo, Ruben Kelsen, ha ostentado el honor – y el mérito – de sustituir a Zeta al frente de Mägo de Oz en varias actuaciones.

  • Vídeos al final de artículo: ¿Cómo fue trabajar con Txus? ¿Cómo fue la experiencia de Rubén como cantante de Mägo de Oz?

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‘Somnia’ es el evocador título que Débler ha escogido para el disco, cuya naturaleza es conceptual y gira en torno a la figura de Sweeney Todd, el barbero diabólico de la Calle Fleet. Las letras que llenan de contenido la historia son, según los componentes de la banda, que se citó con nosotros en los estudios capitalinos; reflejos de vivencias personales emplazadas en una época vital considerablemente dura y sombría.

Tras una intro sinfónica y grandilocuente en la que una locución enmarcada en un juicio nos introduce de lleno en el concepto del disco, el power metal más vivaz y contagioso se viste de gala con fluidez y toneladas de melodía en “Nada nos podrá parar”, un corte ideal para arrancar de facto el disco y aderezado con el sempiterno violín  de Daniel Fuentes, en permanente diálogo con la virtuosa guitarra de Álex García. Ninguno de los dos tiene una pizca de manco. Los coros de este tema, por cierto, los ponen Patricia Tapia y Zeta (Mägo de Oz).

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Álex y Rubén (Debler) con Patricia Tapia, Zeta y Javi Díez (Mägo de Oz)

Más acompasado, lindando con el heavy rock melódico, se presenta “Mar de lágrimas”, un corte en el que sobresalen los lúcidos arreglos de teclado sobre una agudeza melódica constante que tiene en la sinfonía un alado de primer orden. Más fornido y gótico que su predecesor es el single del plástico, “Sentencia final”, cuyo estribillo rebosa de gancho y en la que Txus lleva a cabo unos coros testimoniales. El percusionista se ha focalizado en la producción dejando todo el protagonismo a los miembros de la banda, y el resultado salta al oído. Toda la experiencia del percusionista y la perfección técnica de Seara redunda en un sonido verdaderamente profesional, más creíble aún si cabe habida cuenta de la dilatada calidad de todos los músicos.

La quinta pista del trabajo es “Cuando las estrellas dejen de brillar”, que sigue la línea de un medio tiempo con arrebatos de energía que la quiebran por momento y con una protagonista por encima del resto de factores: la ex vocalista de Sirenia, Aylin. La invitada de lujo cuaja un papel sobrecogedor y su voz dialoga con la de Rubén para reforzar un éxtasis que se antoja muy sencillo de alcanzar al compás del fino y límpido violín. La siguiente en la lista, “Se apagó el sol”, hace honor a su título exhibiendo una acongojante lugubridad de la que las abrumadoras corales tienen mucha parte de culpa. La orquesta termina de absorber por completo al oyente, que, no obstante, encuentra una vez más su escapatoria hacia la luz en violines ágiles y coloridos que no pierden el tiempo en discutir con la perspectiva melancólica de una canción que, como cristaliza el estribillo, compagina la profundidad y la accesibilidad como quien hace lo propio con la ensalada y un buen chuletón. Será funcional en directo.

El cambio de tercio llega con el piano del teclista de Mägo de Oz, Javi Díez, abriendo el telón de la lograda balada “Rosas color marfil”. Su instrumento coexiste a las mil maravillas con el violín en una canción en la que la cristalina transparencia de la voz de Rubén es toda una garantía para su efectividad, reforzada por la electricidad que se desata en el estribillo, sin pervertir su carácter tierno y acertado, y en un breve pero sagaz solo de guitarra. Como era de esperar, tras el sosiego se desata de nuevo la tormenta en “Frente al espejo”, una de las composiciones más destacadas del álbum. Tras una fachada de power metal de libro, convenientemente trepidante, residen intensos aportes sinfónicos y un hechizo instrumental de primera cuyas varitas mágicas vuelven a ser violines y guitaras ágiles y hermanados.

“La procesión de los borrachos” es, como se puede desprender de su nombre, la canción más alegre y festiva del compacto, con lo que no es difícil acordarse de singles por todos conocidos de la banda de la brujita en cuyo espejo tantas veces se ha reflejado Débler. De hecho a la colaboración de Zeta, cantando a dúo con Rubén, se suman las flautas y gaitas de Diego Palacio, actual flautista de Mägo de Oz. Están todos los ingredientes para el jolgorio en este tema: melodías felices, estribillo extremadamente coreable y ritmo por lo general muy pegadizo.

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Rubén Kelsen en acción

El álbum lo cierra el tema más largo y, probablemente elaborado, lo que es mucho decir teniendo en cuenta las álgidas cotas técnicas a las que escala con frecuencia el compacto. “Somnia”, que se titula como el propio disco, cuenta con las colaboraciones del guitarrista de Alquimia y ex de Avalanch, Alberto Rionda; nuevamente la ex vocalista de Sirenia, Aylin; y el flautista de Mägo, Diego Palacio. Sus melodías  inauditamente conseguidas, su riqueza arreglística y sus subidas y bajadas de intensidad forman un pétreo y ágil conjunto que vuelve a rubricar la firme candidatura de Débler a ser punta de lanza entre las bandas jóvenes de nuestro país en su estilo.

“Puede ser que vuelva el power o el sinfónico; ahora mismo está muy de moda mezclar ambos. A nosotros nos gusta, y espero que a la gente también”, comentan unos músicos ilusionados y dispuestos a dar el do de pecho por un estilo en el que se han curtido durante años y que practican con una honestidad a prueba de bombas. Su satisfacción por haber trabajado con un referente para ellos como Txus Di Fellatio queda enseguida de relieve: “Aunque la gente piense que es el emperador del mal, como todo el mundo sabe” – afirman – “ha sido un proceso muy divertido. La gente puede pensar que Txus nos ha dado guerra a nosotros, pero ha sido al revés: le hemos dado una guerra de la hostia. Ha aportado muchísima experiencia y muchísimos arreglos. Nos ha hecho un poco de papá”. “Recuerdo que un día me llevé una bronca por llegar tarde al estudio al no poder aparcar bien”, confiesa Rubén Kelsen, el cantante, para añadir: “Ha estado todos los días desde primera a última hora, no ha fallado ni un día y es algo de admirar”. Su compañero Sergio García, el bajista, lo ratifica: “Primero en llegar y último en irse cada día”.

Como sello de identidad que les diferencie de otras bandas del género en nuestro país, Sergio no se lo piensa: “Unas orquestaciones trabajadísimas. De hecho, el disco está prácticamente basado en ellas. A diferencia de otros grupos, en nuestro caso puedes quitar el resto de pistas y escuchas una orquesta haciendo todo el tema”.  También tiene meridianamente claro lo que tienen para aportar a la escena: “Una pequeña renovación que creemos que es hasta cierto punto necesaria, porque hay un gran salto entre la generación de Mägo de Oz, Avalanch o Alquimia – que nos sacan veinte años – y la actual”. Opositan, en definitiva, a encabezar el relevo generacional. “La bandas que son diez años más jóvenes han mantenido la escena, pero nosotros tenemos que renovarla e incorporar más seguidores. Ha habido un salto generacional que no ha sabido crearlos”, concluyen.  Inciden en que la clave para ello es “hacer las cosas con el corazón”. Reivindican que no se encorsetan en un estilo, el nivel del metal en nuestro país y la naturaleza “europea” de sus composiciones lejos del acomplejamiento, especialmente en lo relativo a las orquestaciones, las pinceladas electrónicas y los guiños góticos.

Aún habrá que esperar para escuchar ‘Somnia’, probablemente hasta comienzos de 2017, pero parece más que previsible que el tercer álbum de esta joven y entusiasta formación madrileña tiene muchas probabilidades de revolucionar la escena. Tic-tac, tic-tac; la cuenta atrás ya ha comenzado. Su evolución es exponencial y no cortan la inyección a un motor movido por la ambición, que a día de hoy está a rebosar.

Texto y vídeos: Jason Cenador

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