Rock Fest Barcelona 2017: crónica de la segunda jornada

5 julio, 2017 11:21 am Publicado por  Deja tus comentarios

Parc de Can Zam, Santa Coloma de Gramenet (Barcelona).

Segunda jornada de un festival que en su primera jornada mostró que sus servicios fueron altamente suficientes como para absorber con solvencia y calidad su uso; a excepción de la entrada a primera hora, no vivimos las indeseables colas.

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Dirkschneider

El aparcamiento sigue siendo un problema en las inmediaciones, a pesar del parking habilitado junto a él, motivo por el que nuevamente me perdí la primera propuesta del día, la de los Lords Of Black de Ronnie Romero, y el inicio de unos Dirkschneider que dieron rienda suelta a su calidad con himnos con la firma de unos Accept que, de la mano de un esforzado UDO, volvieron a tener vigencia y efectividad. “Restless And Wild”, “Son Of A Bitch”, “Metal Heart”, “Fast As A Shark” o “Balls To The Wall” empezaban a dar sus primeras muestras en las ganas de pasarlo bien que los ya numerosos asistentes mostraron ante ellos.

Con el motor ya en plenas revoluciones y las ganas de disfrutar bien engrasadas, le tocaba el turno a otro de los representantes nacionales que este año han demostrado que su propuesta, calidad y efectividad les hace merecedores por derecho propio de estar presentes en un cartel de carácter y peso internacional. Este fue el caso de los Ñu de un José Carlos Molina que distribuyó su propuesta en base a parte de su ya dilatada y meritoria historia. Con canciones que oscilaban entre el hard rock, el folk y partes, las menos, de heavy, la agrupación se acogió a la efectividad del ronco y amoroso sonido del Hammond M3 de Peter Maier y la flauta de José Carlos para dar mayor efectividad a clásicos como “Animales sueltos”, “No hay ningún loco”, “Preparan”, “Manicomio”, “El Tren”, El flautista” o “Imperio de paletos”, dejando aparcados para otra ocasión cortes siempre esperados como “Fuego” y “Nessa”. A pesar del calor, Ñu supieron proponer y disponer con calidad y buena actitud.

Si en el día de ayer fueron Angelus Apatrida los que hicieron brillar el thrash old school, hoy iban a ser Sodom los que iban a encargarse de hacer que la brutalidad tuviera un lugar destacado en el festival. Enchufados desde un inicio, el trío de Gelsenkirchen no se andó por las ramas y aprovechó cada uno de los minutos que se les había otorgado en el festival. Potentes, rápidos, furiosos y muy entregados, volvieron a convencer a los seguidores de esas partes más directas y brutales de bombas como “In War And Pieces”, “Sodomy And Lust”, “M-16”, “Agent Orange”, “City Of God” o un “Bombenhagel” que me recordó a lo que el pasado año dispusieron Slayer en las partes más agresivas de su concierto. Imposible no acudir a las barras durante y tras un concierto que te hace disfrutar de una manera tan intensa. Y eso que se dejaron trallazos como “Napalm In The Morning” o “The Saw Is The Law”…

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Gotthard

Tras la tormenta, algo de calma, relativa, ya que Gotthard hace tiempo que nos muestran una parte más endurecida y potente de su sonido gracias a la intensidad en la que Leo Leoni se mueve, puntea y “solistea” en los conciertos. Desde la triste desaparición de Steve Lee, se mecen a merced de los fans que aceptan el papel del nuevo frontman Nic Maeder. La realidad es que, tras 25 años, continúan su historia y lo hacen con gran dignidad, a pesar del inevitable recuerdo y comparación, que por lógica resurge en los temas más clásicos de la banda y cuya evocación bien sabe explotar el sexteto helvético con el fin de tocar una fibra tan sensible que sigue anudando gargantas y destilando lagrimas (caso de “Heaven” con Steve cantando en las pantallas). Sea como sea, en la parte musical prevalece la pasión y comunión con un público que continua disfrutando de esos éxitos fibrados y electrizantes que se mantienen como unos referentes del hard rock (“Mountain Mama”, “Remember It’s Me”, “Sister Moon”, “Heaven”, “Top Of The World”, “Lift U’ Up” o “Anytime Anywhere”, clásicos que se sirvieron de breves solos como intros) y que no acaban de encontrar en las novedades la efectividad de antaño. Difícil obviar las comparaciones cuando te lo ponen tan en bandeja.

¿Os ha pasado alguna vez que al tener que decidir os habéis dado cuenta de que lo que habéis escogido con dudas no era lo que pretendíais y habéis reculado para corregir el error? Exactamente eso es lo que me pasó con Carcass y Gloryhammer, estilos diferentes, propuestas diferentes y resultados muy diferentes. Lo cierto es que tenía curiosidad por ver un concierto completo de Gloryhammer, cuyos fáciles y divertidos himnos han sabido calar entre el público que disfruta de una formación que departe ritmos, riffs y estribillos para proponer diversión sin complicaciones. De hecho, me quedé a las tres primeras para realizar las fotos y con eso fue suficiente para salir a la carrera a disfrutar de la feroz reacción que los británicos Carcass siempre me han provocado. Intensos, penetrantes, quirúrgicos y terapéuticos, las descargas del  cuarteto de Liverpool son tan explicitas como las imágenes que se proyectaban en la pantalla y que en algunos casos eran tan directas como los detalles de una autopsia. Crowsurfings, slam, headbanging, circle pits… todo servía para corresponder a los exultantes Jeff Walker y Bill Steer en su operación a corazón abierto que desfibrilaron en esas joyas incluidas en su neurológico ‘Swansong’: “Black Star” y “Keep On Rotting In The Free World”, o de su adrenalítico ‘Surgical Steel’: “316L Surgical Grade Steel”, “Cadaver Pouch”, “Captive Bolt Pistol” o de ese renacimiento que significó ‘Heartwork’, del que destacaron “Buried Dreams” y “Heartwork”. A veces, la curiosidad casi mata al gato…

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Hombres, mujeres... ¡y dragones!

La variedad es el plato fuerte del Rock Fest, y si eres abierto de miras en cuanto a estilos y propuestas y te atrae la variedad y la calidad, este es un festival que no te va a dar tregua. Desde luego que no todo vale, pero si la selección es tan atractiva como la que se propone en esta edición… ¡agárrate porque no hay un momento de descanso!  Eso es lo que me ocurrió a mí. Después del mordisco de Carcass me tocaba disfrutar de nuevo de la ambivalencia musical de unos clásicos como Blue Öyster Cult que dispusieron de su gran técnica en elementos progresivos y enervantes. Con un setlist muy variado y efectivo en el que las guitarras de Buch Dharma, Eric Bloom y Richie Castellano soportaron el peso de la psicodelia el hard rock y los ámbitos pseudosureños; aun así, faltaron clásicos como “Veteran Of The Psychic Wars”, “E,T,I,”, “Astronomy” o aquel ampuloso y oscuro, escuela Black Sabbath “The Siege And Investiture Of Baron Von Frankenstein’s Castle At Weisseria” de su magnífico ‘Imaginos’. Pero en las seis veces que he podido verles en directo sólo en una ocasión estos clásicos han coincidido, y no al completo. Lo que sí disfruté en esta oportunidad es de un setlist en el que sus temas más comerciales (“Burning For You”, “(Don’t Fear) The Ripper”, “Godzilla” y “Cities On Flame Of Rock n’’ Roll”) se ajustaron a los antecedentes menos conocidos para los no adeptos a la trayectoria del quinteto de Long Island. Estas partes menos comerciales contienen la distensión aportada por su calidad como grandes músicos, tal y como pudimos comprobar en “The Red And The Black”, “Golden Age Of Leather”, “Lips In The Hills”, “The Came The Last Days Of May” y “Tatoo Vampire”. Blue Öyster Cult están celebrando sus bodas de oro en la escena y siguen demostrando su gran capacidad y versatilidad para conseguir la emoción.

Con las buenas sensaciones vibrando aún por lo aportado por Blue Öyster Cult en el Stage Rock, tocaba la parte más densa, progresiva y oscura del día, en lo que a los escenarios principales se refiere. Como algo especial en el país podíamos disfrutar del black metal técnico y progresivo los noruegos Emperor, que acogidos a su trabajo ‘Anthems To The Welkin At Dusk’, del que como piezas destacadas desglosaron “Ensorcelled By Chaos”, “The Acclamation Of Bonds”, “The Wanderer” y “”With Strength I Burn”. Los pupilos del cantante y guitarra Ihsahn se entregaron sin condición a unos seguidores que también pudimos disfrutar de piezas base de aquel Inner Circle del que Emperor fueron una de las cuatro cabezas destacadas que tantos adeptos captó en el país escandinavo. Con conciertos como el del Rock Fest siguen haciendo nuevos adeptos, y en ello tienen culpa temazos como “Curse You All Men” e “Inno A Satana”. Cuatro lustros de una historia intermitente pero repleta de capacidad técnica se concentraron en una hora. Se me hizo muy corta, pero la disfruté a tope.

El final del festival se iba a conformar por unos clásicos que dejaron claro que siguen siendo referentes a seguir y admirar, que su calidad, profesionalidad y experiencia son mucho más que un grado. En definitiva, gran opción para el cierre de este segundo día.

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Deep Purple

Y en este aspecto llegaba el momento de los co-cabezas de cartel del día, unos Deep Purple que parece que nos dicen adiós definitivamente. Con un Ian Gillan muy ajado en facultades físicas y una banda que le apoyó con el alargamiento de unas canciones que se alargaron por la gran cantidad de evoluciones instrumentales, de calidad eso sí, que se integraban tanto en las piezas más novedosas como en los grandes clásicos; rasgos que transformaron el concierto de Deep Purple más un auto-homenaje experimental y progresivo que un concierto de clásicos a la vieja usanza. Deep Purple se disfrutaron, sí, pero más por el reconocimiento de los temas que por la fórmula de concebirlos. Aunque todo hay que decirlo, ¡qué magistralidad la de Roger Glover, Ian Paice, Steve Morse y sobre todo la de Don Airey a los teclados! (por cierto, gracias por ese tramo de “Els Segadors” en el solo que se dio antes de “Perfect Strangers”), todos verdaderos e incansables genios de sus instrumentos. Deep Purple no son ni mucho menos esa banda que recuerdo de sus Mark o de aquel concierto del 85 en el estadio del Sant Andreu, pero tampoco la que casi me hace llorar de pena en el Arrow Rock del 2006. Aquí cumplieron gracias al indeleble valor de esos hits en los que Ritchie Blackmore aportó su genialidad: “Fireball”, “Bloodsucker”, “Strange Kind Of Woman”, “Lazy”, “Perfect Strangers”, “Space Trucking”, “Smoke On The Water” y “Black Night”, clásicos que se antepusieron a los también destacables “Time To Bedlam”, “The Surprising” y “Birds Of Prey” de ‘InFinite’, la versión de un “Hush” que también reprodujeron con anterioridad Gotthard, y ese “Hell To Pay” de ‘Now What?!’ que se levantó en el mejor momento. No se sabe cuánto durará este Long Goodbye Tour, pero sé que sus canciones resistirán al paso del tiempo.

Rosendo es para mí el entrañable y templado rey del rockanroll nacional. Sobrio, práctico, metódico y efectivo, recurrió a su consabida practicidad, a su  virtuosismo y su calmada elegancia para proponer un concierto repleto de hábiles melodías y poemas urbanos reproducidos entre ambientales himnos que cuentan con el don de sumergirte en la magia de su sistemática eficacia.  Con un repaso a su trayectoria, como mandan los cánones, esta vez se pudo disfrutar en el festival a una hora y temperatura merecidas al valor de su historia y su música, recogidas, entre otras, en la versión del “No dudaría” de Antonio Flores, “Amaina Tempestad”, “Qué desilusión”, “Soy”, “Vergüenza torera”, “De lujo nada”, “Flojos de pantalón”, “Masculino Singular”, “Agradecido” o “Maneras de Vivir”. Un lujo, siempre un lujo disfrutar ante el maestro.

Pasaban minutos de la hora bruja, el centro de la noche, la hora cero del nuevo día, cuando el telón que cegaba el escenario cayó y la adrenalina se desbordó al ritmo del primer himno que iba a recoger un concierto repleto de ellos. Ese inicio no fue otro que el tema que podría definir el universo de Mr. Vincent Fournier, la pesadilla de nuestro Alice Cooper. “Brutal Planet” abría enérgica y apasionadamente un concierto en el que el circo del rock ‘n’ roll, la recreada pesadilla del padre adoptivo de Freddy Krueger, había iniciado, y lo había hecho por todo lo alto, dejando claro que a sus casi 70 años su mítico pacto con el diablo es casi más una palpable realidad que una leyenda urbana. A este brutal inicio siguió un revolucionado “No More Mr. Nice Guy” que, positivamente, más me recordó a la versión de Megadeth que a su propio clásico. “No More” se celebró a todo trapo, misma velocidad a la que las guitarras de la sensual Nita Strauss (Jasmine Jackson, The Iron Maidens), el explícito Ryan Roxie (Roxie 77, Casablanca) y el expeditivo Tommy Henriksen (Lady Gaga, Halestorm) se iban turnando para rematar unos riffs que aportaban mayor carácter a unas bases en las que el bajista y compositor de DIO Chuck Garric rompía en las líneas de cuatro cuerdas, mientras que el batería de SIXX A.M. Glen Sobel soportaba el peso muscular de una formación que no aflojaría en todo el concierto.

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Alice Cooper

Uno de mis discos favoritos de la carrera de Alice Cooper es aquel mítico ‘Killers’ del 71, así que la descarga de “Under My Wheels” la celebré aguantándome las ganas desde el photopit. A Alice Cooper se le veía con ganas y se le escuchaba con muy buena voz la misma que soportó el envite que exige el también exigente “Lost In America”, que cerró la parte más speedica del concierto. Todo estaba en alto cuando “Pain” y “Welcome To My Nightmare” relajaron el caldeado ambiente que se vivía en un frontspace ya rendido al maestro del show business del rock ‘n’ roll. El ambiente volvió a levantarse nuevamente gracias a un explosivo trío que se conformó por un coreadísimo “Billion Dollar Babies” en el que la lluvia de Cooperdollars apoyó aún más a la ya plausible efectividad de un himno que se reforzó por la fuerza de “The World Needs Guts” y “Woman Of Mass Distraction” que sonaron antes de un espectacular solo de Nita Strauss, a mi entender muy enfática, pero alejada de la calidad que Orianthi proponía en el anterior tour de Alice.

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Saxon

Ejerciendo fuerza y masa comunicativa, “Poison” apoyó al desgarro de muchas gargantas antes de que “Halo Of Flies” y “Feed My Frankestein” acabasen con las que aún habían aguantado al hit del espectacular ‘Trash’. Con el monstruo creado en la máquina, la pesadilla continuó en sustentación con la parte más melódica del set, que no la menos entregada y divertida (de hecho de eso no hubo en el concierto). “Only Women Bleed”, “Escape”, “Ballad Of Dwight Fry”, “Killer” y “I Love The Dead” volvieron a apoyar la reproducción teatral de la locura, tortura y ficticia muerte de un personaje que resurgió en un apasionado “I’m Eighteen” que se volvió a convertir en un himno de colectiva participación. Y llegó la parte sorpresa del show, el final que acabó por todo lo alto. Ese mix entre “Schools Out” y el “Another Brick In The World” con Joe Perry de Aerosmith apuntillando su Gibson y los globos gigantes rebotando entre un público que en sus primeras filas se bañaron en confeti y tiras que brillaron tanto como lo hizo un concierto que satisfizo a todos los que participamos en una pesadilla que aún no reprodujo ninguno de los temas que se van a concentrar en la nueva obra de Alice Cooper, ‘Paranormal’ Espero que esa sea una buena excusa para que esta pesadilla vuelva a reproducirse en breve.

Alice Cooper había puesto la bandera en lo más alto de un festival que aún no cerraba el día, y que lo iba a hacer de manera magistral gracias a la entrega y apasionamiento de unos Saxon que quisieron demostrar su valía soldando himno tras himno en un set que inició con un explosivo “Crusader”. El escenario fue un intercambio de portadas y recreaciones que apoyaban a la efectividad visual para que la mejor y más agresiva esencia de la NWOBHM fuera reproducida a través de vertiginosas exposiciones que tuvieron en “Battering Ram”, “Motorcycle Man”, “Sacrifice”, “Power And The Glory”, “20000 Feets” y “The Eagle Has Landed”, el punto de apoyo de la mítica águila metálica que iluminó un territorio en el que reinaba absolutamente. “Solid Ball Of Rock”, “Batallions Of Steel”, “Strong Arm Of The Law”, “747 (Strangers Of The Night)”, “Heavy Metal Thunder” y “Denim And Leather”” volvieron a hacernos partícipes de una fiesta que estaba siendo muy grande. Hacía años que no veía un concierto de Saxon con tanta entrega y apasionamiento, muy lejos de lo que se vivió en mi último encuentro con su directo unas semanas antes en el Sweden. Pero la fiesta estaba incompleta y Byford quería agradecer la entrega de un público que a pesar de la hora seguía siéndole fiel y dándolo todo. Con las luces del águila iluminando el frontspace del escenario, dio pie a la interpretación de un  “Princess Of The Night” que acabó con Biff en la punta de la pasarela del Stage Fest arrodillado, haciendo molinos y headbanging como un fan más de una banda que nos dio y recibió el todo por el todo en lo que significó un sensacional final para el segundo día de festival. ¡Gigantes!

Texto: Josep Fleitas
Fotos: Íñigo Malvido

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