Crónica de Deafheaven: Expectativa, realidad y sorpresa
7 marzo, 2016 10:13 am Deja tus comentariosSala Shoko, Madrid.
¿Qué hacer cuando el grupo que tienes delante es el único causante de que no llegues a disfrutar de un show por el que tenías grandes expectativas? Ni el típico petardo que no se calla, el que no deja de mirar su Twitter, o la propia sala (la cuál estuvo a la altura de las circunstancias), tuvieron la culpa.
En un intento de averiguar qué había fallado, me volví a escuchar lo último de Deafheaven... y seguía siendo tan fantástico como lo recordaba. ‘New Bermuda’ es uno de los lanzamientos más redondos del año pasado; un LP que va desde la velocidad y potencia más expeditiva, hasta unos momentos preciosistas que te consiguen abstraer del espacio-tiempo, todo gracias a ese post-shoegaze-black-metal que tan bien llevan. Pero, precisamente ahí, es donde radicó el gran problema de su actuación.
Una de las características que más busco cuando voy a un concierto de este tipo es que los integrantes que estén encima del escenario sepan llevarme a su terreno; que mediante sus desarrollos, se cree una tensión y que, con esa tensión, pueda llegar a cerrar los ojos y dejarme tomar por sensaciones y técnicas. La realidad es que, esta vez, no sucedió.
Hay varios motivos llevaron a esto. En primer lugar, aunque tuvimos como nota positiva la figura de George Clarke, una suerte de cruce entre un David Byrne con gestos amanerados e impoluto traje negro, y la violencia de un buen frontman vikingo; el resto de sus compañeros no estuvieron a la altura (a ti no te incluyo, Daniel Tracy, que hasta te cargaste la caja a la tercera canción). Y es que el hieratismo de Kerry McCoy, guitarra principal, era realmente insoportable para el disfrute del show. Cierto es que tuvo problemas con la cinta de la guitarra, pero su actuación fue de todo menos entregada. Que si dejar de tocar unos acordes para retocarse las gafas, que si fraseos mal terminados, que si finales abruptos de desarrollos (y temas). No sería su día, no.
El segundo motivo fue la falta de ritmo en un show aderezado de buenos temas. Creo que ellos son conscientes de sus insufribles parones de minuto, minuto-y-medio de silencio entre las canciones; para solventarlo, encargan al técnico de sonido la introducción de unas pequeñas e insuficientes pistas de sonido ambientales antes de comenzar cada canción. Pese a esto, sí que debo admitir que hay momentos claramente disfrutables. “Baby Blue” se re-afirmó como una de las mejores composiciones de los últimos tiempos, con unos efectos de guitarra (ahí le reconozco su mérito, Mr. McCoy) grácilmente usados; y “Sunbather” se mostró como el mejor regreso posible para un bis con un Clarke totalmente exhausto, pero entregado a la causa. Por otro lado, los diferentes fraseos que acariciaban el thrash en ocasiones sonaron espléndidos junto a unas partes melódicas acompañadas por la voz de Clarke a un volumen bajo, al más puro estilo MBV.
El tercero (volviendo a los contras), aunque parezca un elemento minio, fue la iluminación. Se presentaron con unas luces fijas durante toda la noche con unos tonos azulados en la parte trasera y una luces tenues de colores que asimilaban a la cubierta de su formidable ‘Sunbather’. Tampoco soy defensor a ultranza del show epiléptico de otras bandas, pero una oscuridad (o un mínimo juego de luces) hubiese ayudado a su propuesta.
El cuarto, el uso de recursos sobradamente conocidos que cansan desde hace tiempo. ¿Sigue siendo necesario la típica performance en la que, según se acaba un tema, los instrumentistas se van marchando progresivamente de la sala hasta abandonar el escenario? ¿Ayuda, en este tipo de conciertos, pedir palmas? ¿Cuándo se va a erradicar la falsa despedida? (Esta última es una frustración que me acompaña siempre).
Es una lástima que la actitud, y pequeños problemas de puesta en escena y ejecución, puedan deslucir el trabajo compositivo de una de las formaciones más prometedoras que ha dado el género en mucho tiempo. Esperemos que en su siguiente visita nos quiten el sabor de boca agridulce.
Por cierto, como flagelación personal y debido a un día de locos en la redacción, no me podré perdonar haberme perdido a Myrkur. Me bastaron dos canciones para poder comprobar la calidad y las atmósferas que es capaz esta joven formación danesa, a medio camino entre el black metal y el folk con elementos góticos. Quizá algún lector que tuviera mejor suerte que yo con los horarios pueda hacer una minicrónica de lo que fue la actuación del combo liderado por la bellísima voz de Amalie Bruun, líder, compositora y mente pensante. Los comentarios están abiertos.
Al salir del concierto, como suele ser costumbre, me acerqué a los puestos de merchandising. Aunque todavía no tenía en mi haber el ‘New Bermuda’, decidí decantarme por ‘M’ de Myrkur, un fantástico debut en largo.
¡Qué malas son las expectativas! ¡Qué gratas son las sorpresas!
Texto y foto: Sergio Julián Gómez @Sergio42