Crónica de Beth Hart + Morgan: La dama canta el blues

1 agosto, 2017 2:16 pm Publicado por  3 Comentarios

Jardín Botánico Alfonso XIII, Madrid.

El título de la crónica proviene de la traducción en inglés del homónimo tema cantado por Billie Holiday y de también homónima película biográfica de la legendaria y malograda cantante de 1972, protagonizada por Diana Ross. ¿El propósito? Enfatizar el hecho indiscutible de que Beth Hart ha tomado definitivamente el relevo de grandes leyendas del blues y del jazz como Holiday, Etta James o Ella Fitzgerald. Además, ya que Amy Winehouse no está entre nosotros, Hart es en mi opinión la única ocupante actual del trono como reina del jazz-blues.

Beth-Hart-directo-Madrid-Botánico-2017Después de esta introducción contundente, un servidor también tiene que quitarse el sombrero ante los teloneros de la reina, la banda madrileña Morgan. Se trata de un quinteto (pude reconocer entre sus componentes al batería de la banda del rock alternativo Dinero, Ekain Elorza) cuya propuesta musical bebe también de las músicas populares del otro lado del charco: soul, country, folk, rock, blues, funk e incluso góspel, pero lejos de sonar como un popurrí sin ton ni son, la banda ofrece composiciones elegantes y muestra que los miembros conocen bien sus fuentes musicales, sobre todo Carolina de Juan, pianista y vocalista (también toca en la banda de Quique Gonzalez), quien posee además una voz característica: a veces rota y a veces súper potente, pero siempre melancólica. El año pasado editaron su debut, ‘North’, un disco el cual escuché después de haberles descubierto en ese concierto y que desde aquí recomiendo encarecidamente. Una banda con un gusto ecléctico (creo haber reconocido la intro del tema de Pink Floyd, “Coming Back to Life” que sonó casi de estranjis y también versionaron el clásico de The Band “The Night They Drove Old Dixie Down”) y un buen hacer que les convierte en uno de los nombres más prometedores de la escena nacional. Creo que aquella noche lograron muchos fans; yo entre ellos, sin duda.

La californiana Beth Hart se ha ganado a pulso un lugar privilegiado entre las preferencias de los gustos musicales europeos, ya que es en el viejo continente (¿acaso no ha sido Europa el refugio de tantas leyendas del rock’n’roll y blues cuando sus carreras se mermaban en su EE.UU natal?) donde nos visita año sí y otro también (esta fue su segunda visita madrileña desde finales del 2015, si no me equivoco). Aparentemente, sus aventuras con la justicia y las drogas en su país (estuvo encarcelada una temporada a inicios de la década pasada) ha mermado un poco el interés de la industria musical yanqui por ella pero, por otra parte, ha engrandecido su credibilidad, digamos, dentro de estos géneros musicales que se caracterizan por no solamente contar la vicisitudes de la gente del llamado “mal vivir”, sino que ha contado entre sus filas con multitud de músicos que sucumbieron al estilo de vida sobre la que cantaban; Holliday y Winehouse sin ir más lejos (Hart estuvo a punto de seguir la misma senda pero según ella, fue su entonces road manager y esposo actual quien la salvó). Sin querer sonar purista, ¿cuánto de creíble resultaría ser un artista Beth-Hart-Madrid-directoacomodado y que no lo ha pasado mal en su vida, llamándose asimismo bluesero? El blues es la expresión de la tristeza y de eso Hart ha tenido más que suficiente (además es bipolar y perdió a una hermana por culpa de las drogas y el SIDA). No tiene ningún reparo a la hora de destriparse, metafóricamente hablando, ante el público, mostrando con toda la visceralidad (valga la redundancia) del mundo; todo el dolor, pero también toda la positividad que tiene dentro. Me atrevería decir que antes de esos escarceos con las drogas, su perfil musical era más afín al pop rock de una Sheryl Crow, Alanis Morissette o Melissa Etheridge, mientras que las duras experiencias posteriores le sacaron todo el blues que llevaba dentro, así que aquí se aplicaría el dicho: no hay mal que por bien no venga.

La californiana salió al escenario con un vestido negro ajustado, de los que solían llevar las cantantes de los juke joints (lugares de baile regentados por negros en el sur yanqui) o de un speakeasy (los bares ilegales durante La Prohibición), abriendo su concierto con el medio funk happy happy a lo Bruno Mars del tema “Let’s Get Together”, para acto seguido entrar en los terrenos del soul más sensual y pícaro con la versión del tema “Close to My Fire” del proyecto alemán Slackwax; una canción perfecta para que uno “entre en tema” con su pareja. Curiosamente, nos dijo que este era uno de los temas favoritos de su madre y, de paso, nos contó cómo pasó una noche de borrachera con ella intentando consolarla cuando su esposo de entonces la dejó por otra mujer y que eso la llevó a componer el tema con reminiscencias del sonido de Nueva Orleans, “Baby Shot Me Down”, con reminiscencias de Dr John. Vuelta a sus inicios más pop mencionados arriba con “Delicious Surprise” para proceder a decirnos que de pequeña se sentaba en la arena de las playas californianas mirando a los chicos y preguntándose a sí misma qué sabor tendrían hasta que llegó a la conclusión de que saben a “Coca Cola”; en mi opinión, uno de sus temas más flojos. Como dije antes, Hart no tiene miedo a la hora de desnudarse emocionalmente ante su público y en esta ocasión nos habló sobre su batalla para mantener su sobriedad: “Cuando me entraba el antojo sólo tenía dos cosas en mi mente: beber y Jesucristo para que me ayudara no hacerlo” (su lucha contra sus adiciones también tuvo el efecto de redescubrir a Dios). Dicha batalla quedó reflejada en el tema “Bottle of Jesus”. Dedicó el tema “Love Gangster” a Leonard Cohen, “el mayor gangster del amor que existió”, aludiendo así a la pasión que despertaba a las mujeres: “Cuando más mayor se hacía, más sexy se hacía también el muy jodío. Soy su mayor fan”, sentenció Hart. Posteriormente se sentó al borde del escenario, una pose marca de la casa, para cantar la balada “Good Day to Cry”. El concierto perdió algo de ritmo en su recta final, ya que Hart nos obsequió con una parte semi acústica con temas como “Get Your Shit Together”, “Boogeyman”, “No Place Like Home” o “St. Teresa” para recuperar su llama original con el tema “Caught Out In the Rain”, donde por un momento me hizo creer que tenía ante mí a la propia Janis Joplin e incluso a una versión femenina de Robert Plant. Por todos los dioses del Olimpo, qué chorro de voz. Ver a la diosa del blues y vivir sus confesiones desasosegadas en forma de canción es toda una experiencia que ningún melómano debería perderse.

Texto: Yorgos Goumas
Fotos: Antonio Vázquez

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