¿Teníais preparado algo especial para el show sabiendo que iba a ser registrado para su posterior lanzamiento o lo enfocasteis como un concierto más en la gira?

“Lo cierto es que era un concierto más de la gira, aun siendo una actuación especial para mí y para Weiki (Michael Weikath, guitarrista) porque vivimos en España desde hace veinte años y siempre hay una mayor conexión con España que con el resto del mundo. Donde uno vive, uno quiere brillar. En Alemania tenemos la misma sensación, porque hemos nacido allí y los demás siguen viviendo ahí”.

Después de más de año y medio, ¿cómo observas el resultado de aquel concierto en Madrid?

“La impresión global tras la gira fue increíble, desconcertante. Nos decíamos: “¿Qué acaba de pasar?” Estamos súper agradecidos. Ni siquiera comprendíamos lo que acabábamos de hacer, todo fue mucho más grande y exitoso de lo que esperábamos. Probablemente es lo mejor que nos podía haber pasado en la vida. Después de tantos años de carrera, es algo que normalmente no pasa”.

¿Qué me puedes contar acerca de los extras contenidos en este nuevo DVD?

“En ese sentido, hay lo máximo posible sin aburrir a la gente, lo cual siempre es muy peligroso. Teníamos muchísimas grabaciones, y siendo miembro de la banda, personalmente puedes pensar que algo es divertido, mientras que mucha otra gente no lo encontrará tan divertido porque no saben la historia que hay detrás. A veces se necesita saber demasiado para poder pillar una broma, y al final terminaríamos con veinte minutos para una sola escena de backstage estúpida para que la gente comprenda lo que está sucediendo. Hay buenas grabaciones y material divertido, pero sin saturar. Hay muchas bandas de cuyos conciertos realmente disfruto, pero cuando paso a los extras, se lo cargan todo, porque los veo y digo: “Menudos capullos” (risas). Hay una fina línea entre el buen humor y lo que viene siendo destruirte a ti mismo y que la gente piense que eres un cabrón”.

Seguís teniendo un buen sentido del humor, habéis echado mano de esas simpáticas calabazas de dibujos animados cuyas aventuras aparecen en los conciertos y en el DVD… Cualquiera diría que seguís siendo tan “happy metal” como lo erais hace años.

“Eso espero. Si eso cambia es que algo hemos hecho mal. Si alguien representa el happy metal es Helloween. Ya no hay muchas bandas en activo que puedan decir que son más festivas. Estoy feliz y orgulloso de tocar en una banda así. Terminar haciendo black metal o en una banda en la que todo fuera serio no sería divertido para mí”.

¿No te gusta el metal extremo o la música más oscura, al menos como oyente?

“A veces lo hago, pero eso es otra cosa; puedo escuchar dos o tres temas seguidos. Hacen un gran trabajo, tienen baterías infernales y los que tocan esa música saben muy bien lo que se hacen. Es algo que puedo disfrutar en dos o tres canciones, pero luego tengo que cambiar a algo más festivo porque no es que me deprima, pero sí me aburro. Por ejemplo, una banda que realmente me gusta, que no es que sea realmente oscura, pero va en una onda un poco diferente, es Deftones, por ejemplo. Realmente me encantan, pero no puedo escuchar más de tres o cuatro canciones, porque tienen arreglos muy extraños. Son interesantes para un músico porque las armonías son casi inverosímiles (risas). Van tan al límite que uno piensa: “Uh, ¿eso no está mal?” Y no, están al filo de la viabilidad armónica (risas)”.

¿Crees que compartir escenario con Michael Kiske ha hecho de ti un mejor intérprete?

“Tal vez, porque siempre hay una presión inconsciente y está claro que no quieres perder al lado de Michael Kiske. Y él dice lo mismo. Está siempre el runrún, desde un punto de vista positivo, de que me está mirando cantando una canción como “Power” o If I Could Fly”, en las que la gente canta y es feliz. Él también siente la misma presión al salir ahí”.

Kiske y Deris en Madrid. Foto: Iñigo Malvido

Al decir que no quieres perder, hablas como si se tratase, en cierto modo, de una competición o una comparación constante.

“Es una competición amistosa, competir no siempre es negativo. Hay una competición de la que, por supuesto, no quieres salir perdiendo al lado de Michael, ni Michael al lado de Andi. Queremos ser iguales y tan buenos como sea posible para nosotros mismos, porque de otro modo, yo no puedo ayudarle a él ni él puede ayudarme a mí. Cuando estoy enfermo, por ejemplo, Michael me pregunta si debe cantar algunas partes, y lo mismo pasa cuando él está enfermo. En Sudamérica, cuando empezamos, hubo muchas canciones de las que me tuve que encargar porque él simplemente no podía, su voz estaba hecha polvo. Cuando hablo de competición es algo positivo, es una bonita competición, porque yo soy feliz cuando él se lo pasa bien y canta genial, y veo que a él le encanta cuando yo canto bien y hago un buen trabajo. Cuando hablo de competición desde un punto de vista positivo, hablo de cuando Michael sale y lo hace bien, y entonces yo quiero hacerlo bien también, lo cual es perfecto para la banda. No me reconcome cuando Michael es mucho mejor que yo, porque cuando estoy enfermo no puedo cantar tan bien como lo haría normalmente. Y en ese caso, si él está bien de voz, claro que es mucho mejor que yo”.

Has comentado que tenéis muchas ideas de canciones ya perfiladas, lo cual quiere decir que os podrían sobrar para un eventual futuro disco incluso después del próximo.

“Todos en la gira estábamos compilando ideas. A veces me llamaba Weiki desde su habitación para que fuera, porque tenía una idea y me enseñaba un nuevo riff de guitarra o lo que fuera, que ahora es una canción terminada. Uno estaba contento de dejar que los demás participasen de sus ideas y todo ha funcionado genial. Nos sentíamos muy bien y de repente nos hemos encontrado con un montón de ideas. Ser músico significa que, cuando te sientes bien, te hace sentir todavía mejor si en ese momento tienes una guitarra. A veces, en medio de esta euforia, salen ciertas ideas, porque cuando te sientes así, surgen automáticamente”.

¿Llevabais ideando composiciones durante la gira desde el primer momento?

“Siempre lo hacemos. Empezamos probablemente una semana o diez días después de que empezara la gira, cuando adquirimos una rutina. Al principio, todo el mundo tenía la mente completamente ocupada, había muchas impresiones y muchas cosas nuevas, mucha emoción y demasiada concentración también, porque en los primeros conciertos todos estábamos muy atentos a todo. Diez días fueron suficientes, porque después de haber hecho cuatro o cinco conciertos, todo va rodado, todo está más o menos donde tiene que estar y ya no había tanta inseguridad en el escenario”.

¿Va a haber algún tema en el que Michael y tú os repartáis el cincuenta por ciento de las voces principales, a modo de dueto?

“Si todo se mantuviera como ahora, con las veinte ideas que tenemos, habría probablemente dos temas que compartimos completamente y luego hay más o menos un cincuenta por ciento de canciones de Michael y un cincuenta por ciento de canciones de Andi. Si al final hay un poco más de Michael o un poco más mío pienso que no nos debería importar. Dependerá de las canciones y de su encaje en el disco”.

Helloween en Lisboa. Foto: Rui M. Leal

¿Ocurre que, por ejemplo, Michael Weikath aporta una idea y tanto tú como Michael ponéis vuestras voces en ella para decidir cuál de las dos encaja mejor?

“Eso es lo que hacemos automáticamente en todas y cada una de las canciones. Hay algunos temas en los que el compositor dice que le encantaría tener ambas voces y el resto se va decidiendo. Hay ocasiones en las que Markus sube una idea al servidor de internet que tenemos en común y nos dice que le encantaría que los dos cantemos en el puente de un tema y no le importa qué voz es de quién, pero quiere que dé una sensación de dueto con la voz principal y la voz secundaria. Con Weiki la cosa es un poco diferente, porque vive a tan solo 18 kilómetros de mí, en Los Realejos, junto a Puerto de la Cruz, así que es más fácil para nosotros, porque quedamos a media noche en la pizzería [lo dice en castellano] (risas)”.

¿Qué echas de menos de Alemania desde que vives en España?

“Nada (risas). Aquí en las Islas Canarias tenemos todos los supermercados alemanes, así que todo lo que quiera de Alemania lo puedo conseguir. Pero no vivo en una pequeña Alemania, vivo en medio de Canarias, en medio de la adorable gente canaria. Mi vecino de al lado es del País Vasco”.

Así que no vives en una especie de gueto alemán, sino que prefieres mimetizarte con la manera de vivir local.

“No, no, yo vivo a la española y estoy feliz por ello. Aquí tengo mi pequeña casa y puedo organizar mis fiestas, porque mis vecinos hacen fiestas también (risas). Si vives entre alemanes, no puedes hacer nada, porque te dicen que eres demasiado ruidoso aquí y allá. Incluso cuando lavas el coche fuera, la gente se cabrea. Los alemanes son… alemanes. ¡Cabezas cuadradas! [lo dice en castellano]”.

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