Crónicas

The Meteors: Rock N' Roll para rockeros

«Había sido un bolo frenético, con agallas para regalar y para recordar en la memoria por su extrema autenticidad. Rock n’ roll para rockeros. Sin hostias. »

16 octubre 2019

Kafe Antzokia, Bilbao.

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

En todo género siempre hay unos determinados grupos que merecen la debida atención, independientemente de los gustos de cada cual. La melomanía crónica no entiende de etiquetas sino de figuras relevantes en cada campo. ¿Acaso alguien se imagina a un tipo ignorando a Cervantes o a los Beatles simplemente porque no son de los suyos? Demasiadas lealtades tenemos que soportar a lo largo de la vida para andar con prejuicios provincianos que debieron quedar enterrados allá por los ochenta entre otras horteradas.

Si hablamos de psychobilly, esto es, esa peculiar mezcla entre punk y rockabilly, se torna fundamental mencionar a The Meteors, a los que muchos consideran precisamente los padres del invento. Una distinción que no es en absoluto casual, pues en sus inicios ya marcaron distancias con los que supuestamente eran los suyos por la crudeza de su sonido, su querencia hacia el cine de terror, reflejada en las letras, o detalles más bien accesorios como el hecho de que un batera tuviera el pelo verde, algo verdaderamente escandaloso para los más tradicionalistas. Y si a ello sumamos su carácter apolítico en tiempos de extrema polarización entre derecha e izquierda ya tenemos los motivos por los que no encajaban en la categoría que se esperaba de ellos.

Con una discografía inabarcable que supera la veintena de discos en estudio más otros tropecientos mil en directo y recopilaciones varias, su gira 40 aniversario por la península era un evento que cualquier aficionado a la música con mayúsculas no se debía perder. Muchos así lo entenderían también, puesto que se agotaron las entradas para su bolo en el piso superior del Antzoki bilbaíno. Un guateque a tope de rockeros y rockeras con ganas de bailar desde el comienzo.

Como es natural en una banda con una trayectoria que abarca cuatro décadas, los cambios de formación han sido casi tan numerosos como los álbumes, pero una figura ha permanecido inmutable a lo largo de los años, la de P. Paul Fenech, un señor tatuado hasta la médula, muy auténtico y con cara de pocos amigos. Ese sería el núcleo actual de The Meteors y el responsable de que todavía en 2019 sean una auténtica institución en el rollo.

Que la conexión entre el rock n’ roll y el punk es muy estrecha lo dejaron patente desde el comienzo cuando se abrió la veda y encadenaron temas como si no hubiera un mañana. Ni presentaciones, palmas ni pollas. Aquí se viene con los deberes hechos, el que quiera discursitos, que ponga las noticias de la tele.

En formato trío, con un batera que tocaba de pie a la manera de Slim Jim Phantom de los Stray Cats, fueron cascándose piezas de escasa duración como si fueran los Ramones mientras abajo los pogos se desataban con una frecuencia que daba gusto. Mencionar a este respecto que a los seguidores de los Meteors se les conoce con el nombre de “crazies” (locos) y que cuentan hasta con un baile especial que consiste en mover los puños, empujones y algo de swing. No estamos seguros de si esa noche habría algún fan tan acérrimo, pero lo cierto es que los pogos que se vieron por allí no eran como los de los punkis, eso fijo.

Pocas pausas hubo durante la velada. En una de ellas Fenech afirmó que tenía muchos amigos en el País Vasco y no dudó en mencionar la tienda de ropa de cuero Metallic’Ko, así como su carismático dueño. Y en plena crisis catalana, con las calles ardiendo, no dudó en reafirmar sus principios diciendo “que le jodan a la política” e incitó a “emborracharse y divertirse”, como un punk nihilista. En este contexto resultaba muy apropiada “Fuck Your World”, una pieza para mandar a paseo a todo dios y quedarse tan a gusto. Como un señor.

La instrumental “Night Of The Werewolf” valió para que la peña siguiera bailoteando mientras el líder cerraba los ojos al puntear, con la seguridad de haber tocado aquello cientos de veces. “Rawhide” es otra de sus piezas más macarras que no puede faltar en sus directos y no se cortó a la hora de presentar “Little Red Riding Hood” como “una canción de amor”, con su voz aguardentosa y ese rollo decadente a lo Johnny Thunders. Enorme.

Se les podrá acusar de ir a piñón fijo, pero de lo que no cabe duda es de que resultan muy entretenidos en las distancias cortas. Y en el improbable caso de que alguno se aburra, siempre puede entretenerse mirando los bailecitos en plan rock n’ roll añejo que pululaban por el recinto, algo tan natural como los pogos. Las dos caras del espectáculo.

Fenech se puso digno al afirmar que “no era su trabajo decir a la gente lo que tenía que pensar” y ahondó en esa idea antes de confesar en un derroche de autenticidad que “tocaban rock n’ roll para rockeros”, como si fueran Motörhead y quisieran mandar a paseo el mestizaje, la integración y demás mandangas. Al que no le guste, que se aguante. Esa era la actitud. Quizás este señor ahora esté calvo, pero en cuanto a comportamiento era un punk de los pies a la cabeza. No es de extrañar que le expulsaran de los clubs rockabillies tradicionales en los inicios de su carrera.

“Psycho For Your Love” es tal vez su mayor himno, por lo que provocó el delirio entre los fieles, con alguna chica mexicana volviéndose loca y hasta bailando como en ‘Pulp Fiction’. Y los pogos regresaron con virulencia para extenderse por casi toda la sala mientras atronaba el “Get Off Of My Cloud” stoniano con una garra que se tornaba irreconocible. La vuelta de tuerca necesaria a Sus Satánicas Majestades.

Con el entusiasmo de los congregados, los bises parecían obligados, así que Fenech no tardó en volver, agradeciendo la dedicación y contando que decían “mucha mierda” sobre él, pero que en realidad tocaba “para la gente y no para las bandas”. Con un par. Normal que se desataran los ánimos con “Wreckin’ Crew”, otro de sus grandes clásicos que elevó las gargantas y el bailoteo hasta la estratosfera.

Echamos de menos su faceta cowboy, que sobresale en cortes para ponerse poncho y mascar tabaco tipo “Strange Times Are Coming” o “Johnny Remember Me”, y tampoco nos hubiera importado escuchar su versión vaquera del “Paranoid” de Black Sabbath. Pero había sido un bolo frenético, con agallas para regalar y para recordar en la memoria por su extrema autenticidad. Rock n’ roll para rockeros. Sin hostias.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Gran actuación de los míticos THE METEORS en una de las mejores salas de Bilbao a través de esos potentes temas del mejor Rock and Roll.

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