Crónicas

Muse + Nic Cester + Mini Mansions: Matt Bellamy contra los aliens

«Los de Teignmouth no han parado de crecer comercialmente y esto se traduce en una legión de fans cada vez mayor»

26 julio 2019

Estadio Wanda Metropolitano, Madrid

Texto: Alejandro Jiménez. Fotos: Alfonso Dávila

Los británicos volvieron a Madrid para presentar su último trabajo, ‘Simulation Theory’, en el que se dejan llevar al máximo por la nostalgia ochentera. Deloreans, gremlins y cyborgs se suman a la propuesta de una banda cuyo show ya ha alcanzado un estatus que no parece superable de ninguna manera. Los miles de fans que se aglutinaron anoche en el Wanda Metropolitano probablemente consiguieron lo que buscaban: una experiencia que recordarán durante toda su vida.

Ambiente en el Estadio Wanda Metropolitano

Pegaba el sol fuerte a las siete y media de la tarde cuando salió el primer telonero a escena: Mini Mansions, nada más y nada menos. El grupo californiano, compuesto por Mike Shuman (Queens of the Stone Age), Tyler Parkford (teclista de Arctic Monkeys en su última gira), Zach Dawes (bajista de Last Shadow Puppets) y, más recientemente, Jon Theodore a la batería (Queens of the Stone Age), lanzaba su tercer álbum, ‘Guy walks into a bar...’, ese mismo día, como bien se encargaron de anunciar ante el júbilo de los cientos de personas que ya se agolpaban en la pista.

Arrancaban con dos de sus temas más característicos y bailongos, “Freakout!” y “Death is a Girl”, pertenecientes a su anterior trabajo, ‘The Great Pretenders’ (Fiction Records, 2015), para calentar el ambiente. Aunque el sonido no terminaba de acompañar (la estructura del nuevo estadio del Atlético de Madrid quizá no sea la idónea para eventos musicales de este tipo), el pop psicodélico de los estadounidenses llegó a mover unas cuantas caderas. Después de afianzarse con tres temas seguidos de su recién estrenado LP, “I’m in Love”, “Works Every Time” y “Bad Things (That Make You Feel Good”), cerraron con un apoteósico tándem compuesto por “Honey, I’m Home” y “Mirror Mountain”.

Dentro de un final en el que lo dieron absolutamente todo, no podemos dejar de remarcar las armonías vocales increíbles entre Mike y Tyler, y la fiereza de Theodore a los platos, reforzando lo que Shuman nos confesaba en petit comité antes de salir a tocar (pronto tendréis la entrevista que pudimos hacer a la banda): “Este hombre lo puede tocar todo”. Queremos más de Mini Mansions, y lo queremos ya.

Matt Bellamy y Dominic Howard (Muse)

Con el sol ya bajando a través de la hormigonada estructura del estadio, Nic Cester hacía su aparición en el escenario con un papel un tanto complicado. Es difícil actuar antes de Matt Bellamy y los suyos mientras defiendes un disco con tan pocos BPMs como es ‘Sugar Rush’ (Ferryhouse, 2017). El aún (que sepamos) vocalista de Jet, acompañado por su uniformada banda, nos deleitaba, eso sí, con algunas pegadizas y bien elaboradas composiciones, como pueden ser “Strange Dreams”, “Psichebello” o “Hard Times”, sentándose en el suelo mientras cantaba con un tinte más emotivo en esta última.

No podía faltar el guiño a la banda australiana con ese archiconocido y sempiterno “Are You Gonna Be My Girl”, que hizo cantar a todo el estadio, que, poco a poco, ya iba presentando una mejor entrada. Puso cierre al show una sobresaliente “God Knows”, en la que Cester se lucía absolutamente con una voz que aún tiene mucho que decir. En mi opinión, el mejor grito de rock de los últimos años.

Caía la noche en el Metropolitano y, después de una sonada muestra de impaciencia en el público, Muse comenzaba con un retraso de casi media hora. Se apagaban las luces, y aparecía en la gigantesca pantalla la siguiente frase: “WE ARE CAGED IN SIMULATIONS”. No hay mejor forma de describir lo que es un directo de la banda británica en este momento: dos horas y media de un intenso trance de inabarcables luces y efectos visuales que hacen que te olvides completamente de la realidad en la que vives.

Chris Wolstenholme (Muse)

“Algorithm”, en una versión alternativa, ponía el punto de partida. Un pelotón de figuras con trajes iluminados recorrían el escenario a la vez que portaban trombones, mientras Matt Bellamy ascendía en una plataforma ante la locura generalizada. Ya con Chris Wolstenholme (bajista) y Dominic Howard (batería) en sus canónicas posiciones, enlazaban majestuosamente con uno de sus últimos singles, “Pressure”, uno de los más guitarreros de ‘Simulation Theory’, que recuerda ligeramente a la etapa de ‘Black Holes and Revelations’ (Warner, 2006). Continuó otro sencillo, esta vez de su anterior trabajo, ‘Drones’, el masificado himno “Psycho”, con ese riff tan machacón y machacado por la banda durante tantos años, hasta convertirlo en canción en 2015.

Después del arábico “Break It To Me”, volvimos a 2009 con “Uprising”, otro de los cortes más populares y coreados del trío británico. “Propaganda” provocaba un cierto punto de frialdad por parte del ya de por sí entregado público, bastante más desentendido del punto electrónico de estos nuevos temas. La banda parece ser consciente de ello, por lo que, entre este y un descafeinado “Pray”, nos colaba nada más y nada menos que “Plug In Baby”, atemporal tema con una característica intro guitarril inspirada en el flamenco que sumió al Metropolitano en una catarsis idílica. “The Dark Side” continuaba con el toma y daca ochentero, siendo este quizá el más cantable.

Turno para otro clásico como es “Supermassive Black Hole”, precedida por una pieza inspirada en la película ‘Encuentros en la tercera fase”, algo que remite a la obsesión que Bellamy tiene con las formas de vida extraterrestre. Tras una coreadísima “Throught Contagion”, Wolstenholme tomaba la plataforma central para dar rienda suelta a su bajo con “Hysteria”, otro de los clásicos de Muse, acompañado de un final en el que homenajearon a AC/DC y su incombustible “Back in Black”. El hit dubstep “Unsustainable” junto con un espectáculo visual sin precedentes representaba el ecuador de una actuación que muchos tardarán en olvidar. Con “Dig Down” se reducía la velocidad del concierto, y la banda se agrupaba para dar la nota más comercial y popera de todo el directo. El momento empalagoso no cesaba con las interpretaciones de “Madness” y “Mercy”, esta última con baño de masas y de confeti incluido.

Matt Bellamy (Muse)

La parte más esperada por los fans más nostálgicos de Muse comenzaba con “Time Is Running Out”, uno de los estandartes del magnífico álbum ‘Absolution’ (A&E Records, 2003), seguido del electrónico “Take a Bow” y el acaramelado “Starlight”. Por un momento volvimos a la simulación con la versión original de “Algorithm”, pero pronto iba a venirse abajo el Wanda con un popurrí de algunas de las mejores canciones de los británicos: “Stockholm Syndrome”, “Assassin”, “Reapers”, “The Handler” y “New Born”. Hasta al alien robótico gigante que se adueñó del escenario se le hizo corto este momento. El espectáculo no parecía tener límites en cuanto a epicidad. Pero, aún así, restaba el final apoteósico que estaba por venir: Chris cogía su armónica y daba paso a “Knights of Cydonia”, cantada por absolutamente todo el estadio. Es curioso que la banda finalizara con el tema que supuso el fin del Muse de culto que tantos fans echan en falta.

Los de Teignmouth no han parado de crecer comercialmente y esto se traduce en una legión de fans cada vez mayor. La decisión de dar el salto a un estadio como el Metropolitano ha sido un acierto total, llevando a nuestro país un show de dimensiones gigantescas digno de un grupo histórico. Sin embargo, es inevitable pensar que, muchas veces, la música puede quedar en un segundo plano ante tanto estímulo visual. Por el bien de la obra que representa Muse, esperemos que esta dinámica no se vea potenciada en el futuro de la banda y que Matt Bellamy y los suyos no olviden lo que les hizo grandes.

Redacción
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