Crónicas

Morgan: Embriagador broche

«La escalera en la que andan subidos no parece que vaya a caerse»

19 diciembre 2019

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Cuando un grupo está en su momento debe exprimirlo al máximo, aplicarse un estricto carpe diem y recoger todos los frutos que el azar junto al talento y el esfuerzo vaya colocando sobre el camino. Hay que ser conscientes de la fugacidad del éxito, unas mieles que muchos no consiguen ni siquiera divisar a lo largo de una amplia trayectoria. En un panorama tan saturado como el musical lograr destacar, asomar la cabecita por lo menos tímidamente, ya tendría que considerarse un verdadero triunfo en sí mismo. Una exhibición de personalidad frente a las miles de propuestas sin alma que pululan por el mercado.

La buena estrella de los madrileños Morgan no surgió por una extraordinaria promoción ni tampoco porque algunos de sus miembros hicieran sus pinitos en bandas de sobra conocidas, caso del batería Ekain o de la vocalista Nina, sino porque se patearon salas y garitos y se empezó a correr la voz de que algo grande había por ahí detrás. Basta acudir a un concierto suyo para llegar a esa conclusión y darse cuenta de que será uno de esos grupos de los que se seguirá hablando en el futuro porque la escalera en la que andan subidos no parece que vaya a caerse.

Tras tocar en su ciudad natal dos noches seguidas y colgar el cartel de entradas agotadas en varios puntos del tramo final de la gira, una de las plazas importantes era el bilbaíno Kafe Antzokia, lugar que ha vivido de cerca su fulgurante ascenso y que por supuesto también acabó con el papel con una antelación considerable. Estuvieron hace nada por tierras vascas en el marco del festival BIME, en un recital con un sonido indigno de su altura, pero daba igual, se barruntaba que lo de aquella noche sería especial como poco.

Y así fue, empezando por el propio repertorio dividido en dos partes dedicadas a cada uno de sus discos de estudio, ‘Home’ y ‘Air’. Con el personal a punto de caramelo y la emoción desbordada, Morgan irrumpieron primero en formato trío, con Nina en uno de los lados ataviada con vestido bucólico, para cantar casi a capella “Honey Come Home” de The Head and The Heart, una pieza folk que acostumbraban a entonar en los ensayos, como luego explicarían.

Ya con Nina sentada al piano, echarían mano de una exquisitez del calibre de “Cold” para meterse en el bolsillo a un respetable que estaba más que ganado de antemano. “¿Qué tal estáis?”, preguntó la vocalista visiblemente emocionada mientras arreciaban los gritos de “guapa”. “Lo malo que tiene esta muchacha es que a veces habla demasiado”, sentenció una fan de las primeras filas. Pues menos mal que no ha visto a Danko Jones en pleno apogeo parlanchín.

Cierto es que en ocasiones esta chica puede pasarse de ñoña, pero la verdad es que nunca nos resultó cargante, ni tampoco parece de recibo que deba esconderse si algo le toca la fibra sensible, que no estamos viendo robots, por favor. Y más con cortes intensos del estilo de “Goodbye” o “Work”, paradas inevitables de su debut que en directo se tornan sublimes. Las gargantas se desataron con la delicadeza de “Volver”, donde la voz de Nina se reveló intachable desde cualquier prisma posible. Han pillado todo un filón con los temas en castellano.

Algunas canciones se encuentran tan incrustadas en el personal que bastan unas pocas palabras como “Don’t ask me why…” para que la multitud se venga arriba con la reposada “Home”. El rollito funky de “Thank You” provocó contoneos entre la multitud y hasta Nina tuvo que levantarse de su asiento para cantar aquello antes de que se explayaran en un intervalo psicodélico de teclado y bajo. Moló tanto que incluso varios grupillos se abrazaron al final.

La versión de Neil Young “Unknown Legend” ejerció a modo de transición hacia la segunda parte del repertorio centrada en su reválida, que comenzó con un “Planet Earth” en el que las insufribles cotorras se hicieron fuertes. Una vez conseguido el silencio sepulcral requerido, la cosa despegó de lo lindo con “Blue Eyes”, con la peña dando palmas a tope, pero no de las garrulas, sino las habituales en el soul, las de las iglesias de negros del Bronx, las profundamente respetables.

“Flying Peacefully” era otra de las apuestas sin riesgo, otro percutor de movimiento incontrolable para los fieles, al igual que “Oh Oh”, quizás lo mejor de ‘Air’. Y con “Sargento de hierro” incitaron a desenfundar móviles en uno de esos momentos que todo el mundo desea inmortalizar. “The Child” no disminuyó el entusiasmo de la afición, hasta lo acrecentó, una seguidora no dudaba en expresar su efusividad a su compañero de esta manera: “Qué temazo, que te arranco la cabeza, tío”.

Nina tuvo un arrebato buenrollista y pidió abrazos entre desconocidos antes de desatar la locomotora en “Another Road (Gettin’ Ready)”, con gritos a tutiplén y algunos que decían: “¡Es la puta jefa!”. El ambiente devino en tal jolgorio que la carismática vocalista se levantó al final para marcarse un baile con sus taconazos y la entusiasmada fan del párrafo anterior no pudo evitar pegar un golpecito en el hombro a su compi mientras gritaba “¡Es que está buenísima!”. Los ánimos, desbordados, como se podía apreciar.

En tales circunstancias, las peticiones de bises fueron estruendosas, por lo que no tardó Nina en regresar para anunciar “una última ultimísima”, que en este caso era “Marry You”, pieza que cerraba asimismo su segundo trabajo. Ese aire setentero, de película tipo ‘Casi Famosos’, encajó cual guante cuando Nina sacó su tono rudo a lo Joe Cocker con la preceptiva ovación del respetable. Un colofón espectacular destinado a perdurar en la memoria.

Pues el bolo de esa noche se asemejó a un embriagador broche que se te quedaba en la cabeza y en el paladar como los vinos buenos con solera, no en vano Morgan ya poseen dos cosechas de inequívoca calidad. Un sorbo final antes de degustar el próximo caldo que salga de la bodega.

Alfredo Villaescusa
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