Crónicas

Massive Attack: Oscuridad reivindicativa y milimetrada

«Un show que sirve como metáfora de la progresiva pérdida de humanidad de la sociedad postmoderna»

17 febrero 2019

Palacio de Vistalegre, Madrid

Texto: Yorgos Goumas Fotos: Alfredo Villaescusa

Mientras en EEUU el grunge era la cara visible de la música alternativa a mediados de los ‘90, a este lado del charco, y más en concreto en Bristol, se gestaba otra faceta musical surgida de la mezcla del funk, el soul, el reggae, la psicodelia y la música electrónica. Una onda de música etérea, melancólica y evocadora pillaba a los oídos de los europeos por sorpresa. Todo un viaje sonoro que hizo que este nuevo género se llamara trip hop.

El combo Massive Attack fue pionero de este género, pero no fue hasta 1998 cuando, con su disco seminal ‘Mezzanine’, rompió sus propios esquemas  y abrió las puertas de par en par para que entrara la oscuridad y el rock en su mezcla particular, como unos Nine Inch Nails más etéreos y trascendentales. Un disco tenso desde el proceso de creación, que casi les llevó a borde de la disolución y que dividió a los puristas del género, pero que supuso su cumbre artística. Un disco que escuchamos en su integridad en directo además de varios temas del rock y del post punk que, en parte, habían sido usadas como samplers en el disco original.

Es curioso que los del Bristol eligieran otra vez el Palacio de Vistalegre (su última actuación en 2010 había sido precisamente allí) para su regreso a Madrid ya que no tiene precisamente fama por su buen sonido. Teniendo en cuenta que un servidor fue una de las miles de personas que había sufrido su plantón en la última edición del festival Mad Cool, el pasado mes de julio, alegando que la actuación de Franz Ferdinand, en un escenario aledaño, interfería con su ruido a su propia actuación. Aún así el resultado sonoro final fue más que satisfactorio para las seis mil almas que se congregaron en el recinto.

El trip hop es música fría, oscura y rodeada por un aura de misterio, así que bandas como Massive Attack no son famosas por su afán de conectar con el público. Esta vez, dejaron la labor a la hora de transmitir sus mensajes de corte sociopolítico en manos del documentalista inglés que se especializa en analizar las sociedades occidentales postmodernas y su relación con la tecnología y la política.

Efectivamente, nada más arrancar con el tema de la Velvet Undeground, “I Found A Reason”, empezaron a aparecer en las grandes pantallas imágenes de políticos y celebridades mezcladas con lemas como “hace tiempo los datos os iban a hacer libres”. “Risingson” es el tema que contiene samplers del “I Found A Reason” y por eso fue el segundo tema a la hora de sonar. Aquí cabe añadir que los dos miembros de Massive Attack, Robert "3D" Del Naja y Grant "Daddy G" Marshall, están acompañados en directo por dos baterías, dos guitarras y un bajista, para dar así un sonido más orgánico. La segunda versión de la velada fue uno de los clásicos del post punk, “10:15 Saturday Night” de The Cure, un tema sampleado en “Man Next Door” que fue interpretado tanto en el disco como en directo por el cantante jamaicano de reggae Horace Andy, que les acompaña en esta gira. Mientras tanto, las imágenes y los lemas que analizaban la conquista del mundo por parte de la tecnología y las maquinas (“las maquinas empezaron a ver patrones en las imágenes que emitían y empezaron a usarlas a su favor”) o de la política (“los políticos de antaño querían cambiarlo todo, incluso a ti”) seguían sumergiéndonos en este mundo distópico a lo Matrix.

Para “Black Milk”, que dicho sea de paso, contiene samples del tema atmosférico instrumental “Tribute” de Manfred Mann’s Earth Band, salió al escenario Elizabeth Fraser, que en los años 80 fue la vocalista de otro combo que se adelantó a su tiempo con su pop rock oscuro y ambiental, Cocteau Twins. El tema “Mezzanine” fue seguido por la tercera versión de la noche, y para mí la mejor de todas: el himno de la escena gótica “Bela Lugosi’s Dead”, de Bauhaus. Doy fe que la tocaron mejor que el propio Peter Murphy y compañía en su directo en la sala La Riviera el pasado mes de noviembre.

Con el instrumental “Exhange”, acaso el más liviano del disco, se mezclaron imágenes distendidas y de felicidad con imágenes de violencia skinhead y del colonialismo británico; esa ironía muy british. El reggae puro y duro invadió al recinto con el tema de Horace Andy, “See a Man’s Face”, mientras aparecían en la pantalla lemas representativos de todas las corrientes ideológicas… incluso el “cara al sol” entre ellas. Para “Dissolved Girl”, acaso el tema más heavy del disco, apareció en la pantalla, en plan falso directo, una chica cantando el tema, aunque su cara no correspondía con la de la vocalista original, Sara Jay. Después de las atronadoras guitarras del “Dissolved Girl”, el tema de la leyenda del folk Pete Seeger, “Where Have All The Flowers Gone”, fue interpretado por Elizabeth Fraser en tono casi New Age. Si os preguntáis qué pinta un tema folk aquí es que fue también sampleado por ellos para su “Risingson”, y servía para constatar el amplio punto de mira musical de los del Bristol. Además sirvió para que en la pantalla se proyectaran imágenes crueles  de la guerra en Iraq que contrastaron con la dulzura del tema.

“Inertia Creeps”, acompañado por imágenes distorsionadas y grotescas de políticos internacionales actuales, fue seguido por la sexta versión de la noche, el “Rockwrok” de Ultravox, otro de los momentos más guitarreros de la velada, acompañado por imágenes conspiranoicas (“quizás todas esas conspiraciones sean una conspiración en sí mismas para que os sentáis indefensos”, rezaba un lema), aunque no creo que pegara mucho con el ambiente de misticismo y negrura que habían conseguido lograr a lo largo del concierto. Las aguas volvieron a su cauce primero con “Angel” y “Teardrop”, los dos temas más conocidos del disco, interpretados por Horace Andy y Elizabeth Fraser respectivamente, y dos obras maestras de la música popular de las dos últimas décadas, que como era de esperar llevaron al éxtasis al respetable.

La velada llegó a su fin, después de una breve incursión en el universo de la música dance para homenajear al malogrado DJ sueco Aviici con su hit “Levels”, con el tema “Group Four”, mientras en la pantalla aparecía un último viso a la esperanza: “Estamos atrapados en un bucle sin fin, pero hay que salir para construir un mundo mejor”. En definitiva, un show efectivo y milimetrado donde no hay cabida para sentimientos efusivos ni comunicación a nivel personal entre artista y público. Quizás se ha concebido así para aumentar más aún el efecto de las imágenes y de los mensajes proyectados y servir así como metáfora de la progresiva pérdida de humanidad de la sociedad postmoderna, pero también me dejó con la sensación de que estaban allí para cumplir sin más… aunque sí que cumplieron. Puede que no hayan vuelto a hacer algo a la altura del “Mezzanine”, pero espero que este articulo avive la curiosidad de algún que otro lector para descubrir otras cosas que van más allá del rock puro y duro.

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Esta entrada fue escrita por Yorgos Goumas

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