Crónicas

Mad Cool 2018 (14 de julio)

«La actuación de Reznor y compañía barrió con todo anoche; una maquina imparable de metal industrial que nos hizo olvidarnos de tres días de cansancio y de los problemas acaecidos los días anteriores »

14 julio 2018

Espacio Mad Cool, IFEMA-Valdebebas (Madrid)

Texto: Yorgos Goumas Fotos: Alfonso Dávila

Crónica de la tercera jornada del festival, donde aparentemente la mayoría de los problemas surgidos los dos días anteriores por fin fueron subsanados. Según nuestro colaborador, el colofón de la jornada fue el metal industrial de los Nine Inch Nails, quienes barrieron con todo.

Empecé la larga jornada viendo algo de Repion, un trio de rock alternativo, fundado por las hermanas santanderinas Iñesta: Marina (voz y guitarra) y Teresa (batería y coros). Un descubrimiento agradable que me gustó por su buen gusto y la elegancia a la hora de elaborar melodías intimistas, algo oscuras pero contundentes a la vez. Muy recomendables.

Como dije ayer, la cantidad de bandas contratadas para esta edición hacía que muchas se solapasen, así que mi afán de cubrir el mayor número posible hizo que a los 15 minutos (de los 35 de su actuación) tuviese que cambiar de escenario para ver a un cuarteto de Boston que se llama Pile. Mejor me hubiese quedado a ver a Repion, porque lo de estos bostonianos es un post-hardcore/noise rock sin ton ni son. Ahora llaman así a cualquier propuesta musical donde cualquier atisbo de hacer algo memorable o con gancho brilla por su ausencia. Insufribles, su nombre lo dice todo: “(del) montón”.

Wolf Alice

Tocaba reponerse rápidamente con la actuación de los londinenses Wolf Alice, un cuarteto que mezcla hábilmente el rock alternativo con el (post) punk en temas como “Yok Foo” o incluso el power pop y el shoegaze en “You’re a Germ”, “Lisbon” o “Don’t Delete the Kisses”. A veces directos, a veces etéreos, a veces luminosos y a veces oscuros, se trata de una banda que desafía las etiquetas. Incluso la vocalista/guitarrista desconcierta cuando juega con la dualidad entre chica frágil con la voz dulce a lo Liz Frazer (Cocteau Rwins) y actitud punki a lo Siouxsie Sioux. Interesante propuesta dentro de un género donde es muy fácil caer en el sopor eterno, pero ellos salen victoriosos.

Cambio de registro, de manera radical, con uno de los mejores descubrimientos de todo el festival: Rag’n’Bone Man. Es el nombre artístico del cantante/compositor inglés Rory Charles Graham, quien aparentemente se ha empollado toda la historia de la música negra, desde el góspel y el soul, hasta el blues y el hip hop. Su voz me recuerda de aquellos grandes vocalistas del sello Motown. En el escenario estuvo acompañado por una corista, un trompetista, un trombonista, guitarra, bajo, batería y teclado, y durante una hora nos empapó con su soul de nueva cuna,  con una voz impresionante: por ejemplo, cuando cantó a capella el tema “Grace”, que sonaba a himno góspel, se me pusieron los pelos de punta. Y eso que al final se disculpó por tener la voz pocha.  Madre mía, ¿cómo sonará cuando está en plenas facultades? Si os gustan los géneros mencionados antes, pero con el toque moderno y comercial a lo Adele, no os perdáis de vista a este artista joven que ya está dando mucho de qué hablar.

Otro buen descubrimiento supuso ser el combo islandés Kaleo, quienes optan por hacer un blues de nueva cuna. Es como si recogieran el blues del delta del Mississippi, pero pasado por el filtro más moderno de unos Black Keys o el del folk/indie de un Bon Iver. Sinceramente, parece mentira que sean nórdicos y no oriundos del sur profundo yanqui. Su música evoca imágenes de cruces de caminos, donde uno puede vender su alma al Diablo, de grupos de presos que cantan encadenados mientras están construyendo carreteras bajo la atenta mirada (ocultada por las gafas de sol reflectantes) de sus guardias armados o de un grupo de fieles cantando en una iglesia evangelista. Temas como “Broken Bones”, “I Can’t Go On Without You” o “Way Down We Go” volvieron a ponerme los pelos de punta. Muy recomendables.

Queens Of The Stone Age

Tocaba atravesar el recinto de una punta a otra para ver a los QOTSA y de paso paré para ver a Jack Johnson, un ex surfista profesional que ahora aboga por hacer un folk pop/rock que a mí me recuerda a veces a The Band o a los más recientes Ben Harper y Dave Matthews, pero que vamos, hasta James Taylor o Jackson Brown tienen más chicha. Lo siento, pero este pop rock blando, insípido y ñoño, aliñado con buenrollismo “hippioso” no me llama nada la atención. Así que, antes de que me quedara dormido sobre el césped artificial, proseguí mi camino hacia el otro escenario principal para ver a los Queens of the Stone Age.

Sonó, como intro, parte del tema “Singing in the Rain” con Gene Kelly y el tema instrumental de Henry Purcell de la película “La Naranja Mecánica”, y, entre el clamor general, la banda arrancó con “If I Had Tail”. La verdad es que les había perdido la pista desde ‘Lullabies to Paralyze’ (2002) y este tema me sonó a Talking Heads. “My God Is the Sun” sirvió a Josh Homme para alabar el bonito anochecer que teníamos, pero fue un tema que me dejó frio, igual que el tema “Feet Don’t Fail Me”, otro corte que se queda entre el rock y en new wave, pero sin llegar en ninguna parte. “The Way You Used to Do” me convenció de que haberles perdido de vista no suponía ninguna grave pérdida, ya que los temas nuevos me parecen insípidos. Menos mal que empezaron a caer sus clásicos como “You Think I Ain’t Worth a Dollar, But I Feel Like a Millonaire” y “No One Knows”, con solo del batería Jom Theodore (ex Mars Volta) incluido. Al final del solo, Josh Homme pidió a los seguratas que dejaran que entrara la gente en la zona VIP y que en caso contrario la banda dejaría de tocar, algo que desató la locura entre el respetable: “Hemos viajado miles de kilómetros para entreteneros y queremos que todos os los paséis bien. Es un concierto de Queens Of The Stone Age y podéis hacer lo que queráis. Dejadles entrar porque vosotros estáis trabajando para mi esta noche” Aparentemente, al inicio los de la seguridad le hicieron caso omiso, así que el bueno de Homme animó a la gente a que saltara a la valla que delimitaba la zona VIP y haciéndonos corear: “¡DE-JA-DLES EN-TRAR!”. Homme prosiguió, diciendo que “el pasado ya ha pasado, el futuro aún no está aquí así que todo lo que nos queda es el ahora”. Finalmente, los de la seguridad cedieron y la zona VIP se inundó de gente. “La razón para ello”, siguió diciendo Homme, “es porque me estoy cansando de que a todos nos digan lo que tenemos que hacer. Estoy harto de que todos se ofendan y si no acabáis borrachos, bailando o besándote con alguien sólo sois animales domesticados”. Un gesto bonito por parte de Homme acerca de otro aspecto polémico de este festival: las zonas VIP en la parte delantera de los dos escenarios principales. El concierto prosiguió con “The Evil Has Landed”, “Burn the Witch”, “Domesticated Animals”, “Make It Wit Chu” (tema que dedicaron como forma de respeto a sus queridos Depeche Mode quienes esperaban su turno en el otro escenario principal), “Little Sister”, “Go With the Flow” y culminaron su actuación con “A Song for the Dead”, que fue dedicado a otros amigos suyos, Nine Inch Nails, mientras Homme derribaba algunos palos luminosos que formaban parte de su juego de luces sobre el escenario. Un concierto memorable para los fans de la banda.

Rival Sons

Como había decidido “sacrificar” a una de mis bandas favoritas, Depeche Mode, para poder ver por primera vez en directo a los también californianos Rival Sons, tuve que cruzar otra vez todo el recinto desde una punta a otra, pero por lo menos su actuación no me defraudó, ya que me parecen la mezcla perfecta entre Led Zeppelin y Free. Arrancaron con el explosivo “Electric Man” y “Secret”, que rezuman a Zeppelin por los cuatro costados. Y qué decir ya de su “Pressure and Time”, toda una oda a su banda-guía. Siguieron con “Tied Up”, donde la voz del vocalista Jay Buchanan se acerca muchísimo a la de Paul Rodgers. “Face of Light” fue dedicada a todas aquellas personas que nos han ayudado en un momento dado de nuestras vidas, animándonos a proseguir y ayudándonos a volver a levantarnos cabeza. Ellos, sobre todo, la dedicaron a sus familias, ya que anoche era la última fecha de su gira europea y por fin volvían a casa después de seis semanas. Buchanan nos animó que pilláramos al que tuviésemos a nuestro lado para abrazarle o darle un beso; esos momentos hippiosos insoportables que afortunadamente duran poco.  Con “Torture” y “Open My Eyes” ya había llegado la hora de volver a atravesar el recinto entero para poder posicionarme para poder ver de manera decente y no desde una distancia kilométrica a los NIN así que me fui cuando sonaba el último tema de su bolo: “Keep On Swinging”

Después del meollo con los QOTSA, la zona VIP se había restituido, pero esta vez conseguí entrar hasta llegar muy cerca del escenario. Iba a volver a ver en directo a una de mis bandas favoritas de todos los tiempos después de su último paso por la península en 2009. Para esta gira, Trent Reznor está acompañado, aparte de por su fiel escudero Atticus Ross (llevan colaborando años, pero sólo en 2016 se hizo miembro oficial), por Robin Fink (ex Guns’n’Roses), Alessandro Cortini y el batería Ilan Rubin (Angels & Airwaves, ex Paramore). Un combo portentoso que pronto nos dio muestras de su poderío. Arrancaron con dos temas atípicos “Somewhat Damaged” y “The Day the World Went Away”, una jugada para pillarnos desprevenidos, porque cuando empezó a sonar “Wish” aquello se sintió como la onda expansiva de una bomba atómica. Un sonido perfecto, con las guitarras afiladas y arropadas por los sonidos electrónicos, enseguida nos enseñaron lo que es el metal industrial de verdad. Después del “Less Than”, un tema que pertenece en su último EP, ‘Add Violence’ (2017), y que muestra que Reznor sigue manteniendo viva la ira y angustia de su juventud, volvió a desatarse la locura con “March of the Pigs” y yo me sentía como un soldado nazi atravesado y arrasado por la lengua de fuego que salía del Arca de la Alianza en la película de Indiana Jones; así de brutal sonaba la banda. Por no hablar de los pogos desatados.

Nine Inch Nails

El ambiente se calmó con “Piggy” y la penumbra cayó sobre el escenario, menos la luz de un foco sostenido por un asistente que iluminaba a Reznor. “The Lovers” fue otro tema sacado de este EP que sonó anoche y que prosiguió con este ambiente oscuro y angustioso, marca de la casa, pero que fue interrumpido por “Shit Mirror”, “Ahead of Ourselves” y “God Break Down the Door!”, tres temas sacados del último disco de NIN, ‘Bad Witch” (2018). Otro momento cumbre fue tener a 80 mil personas coreando “I Wanna Fuck You Like an Animal/I Wanna Feel You From the Inside” cuando sonó “Closer”, tema clásico de su repertorio donde los haya, donde además metieron una breve parte de otro tema, “The Only Time”. “Copy of A” sonó mucho más potente en directo y sus sonidos electrónicos a lo EBM hicieron que todos los allí presentes nos moviéramos el esqueleto como si no hubiese un mañana. Emotivo homenaje a uno de sus héroes musicales, David Bowie, cuando tocaron su tema “I’m Afraid of Americans” (Reznor había participado en la versión original cuando Bowie estaba flirteando con los sonidos electrónicos a mediados de los ’90 y también aparece en el video clip) que fue seguido por el pegadizo “Survivalism”, el arrasador y punki “Gave Up” (uno de sus temas más guitarreros) y el bailable e irresistible “The Hand That Feeds”. “Head Like a Hole” desató otra vez la locura entre el respetable, pero tocaba a despedirse y para el final reservaron nada más ni nada menos que “Hurt”. ¿Cuántas bandas conocéis a que acaban su set list con un tema tan tranquilo y tan desgarrador a la vez, y además consigan hacer silenciar a 80 mil personas? Un silencio ensordecedor se extendió por todo el recinto (menos del simio borracho de turno que se podía oír a la distancia) para uno de los momentos más emocionales de todo el festival. Sin lugar a dudas, para mí por lo menos, la actuación de Reznor y compañía barrió con todo anoche; una maquina imparable de metal industrial que nos hizo olvidarnos de tres días de cansancio y de los problemas acaecidos los días anteriores. Espero que Reznor no haga realidad lo que dijo anoche, de que aquella era la última fecha de su gira europea y quizás, su última fecha por siempre…

No se me ocurre mejor final para un festival que desató muchas polémicas, con su caos organizativo del primer día y su corte algo elitista (desde las zonas VIP hasta la concentración de solamente unos géneros musicales, más afines a los gustos de una clase media-alta). Cada uno hará su balance con un resultado positivo o negativo, dependiendo de sus experiencias personales a lo largo de estos tres días, pero creo que si va a haber nueva edición, los problemas surgidos este año habrán servido como lecciones para poder hacer de este festival una referencia mundial imprescindible.

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Esta entrada fue escrita por Yorgos Goumas

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