Crónicas

La Polla Records en La Plata, Argentina: La última maña del señor Evaristo

«La Polla Records volvió para rebatir en estratagema que el punk actual, salvo honrosas excepciones, parece olvidarse a veces»

8 febrero 2020

Punto Único, La Plata,  Buenos Aires

Texto: Gabriel García. Fotos: Gusi Ramone

20 años pasaron para que los argentinos podamos volver a ver a La Polla Records en vivo. El sábado 8 de febrero en el Punto Único de La Plata más de quince mil personas presenciaron un show que quedará marcado en retinas y borcegos para siempre.

No se consigue en CD, vinilo o en Spotify. Aunque hablamos de un grupo, es imposible no hacer foco en la figura del hombre. Hasta la tremenda luna llena que aparece cada tanto en las pantallas gigantes debe contentarse con cumplir el rol de ser un testigo más de una noche que será leyenda: el regreso de La Polla Records a la Argentina. Según los organizadores, más de quince mil personas se acercaron al Punto Único de La Plata; en treinta años se sumarán treinta mil nuevos apócrifos asistentes. Cosas de la mitología recitalera telúrica.

La Ciudad de La Plata es la capital provincial de Buenos Aires, famosa por sus innumerables diagonales y, además, por el Estadio Único en el que ya se presentaron Paul McCartney, Stones y U2 entre otros. Viéndolo de frente, el Punto único, donde se presentó la banda del hombre, queda ubicado a la izquierda de la realeza. Coherencia pura para un artista que subió al escenario recitando los primeros versos de Salve mientras que una cruz de madera ardía en las pantallas. No hacía falta más para que se desarrollará la desembocadura de una comunión que ya había empezado unas horas antes con los muy bien recibidos shows de Ley del Buey y los quilmeños de Eterna Inocencia, dos grandes exponentes del punk local contemporáneo: los primeros desde el lado más garaje, y los segundos desde el sonido más clásico.

El hombre, que se llama Evaristo Páramos y tiene 61 años, nació en la provincia de Pontevedra, y a pesar del nombre y apellido de escritor latinoamericano de realismo mágico, desde hace cuatro décadas no solo vendió su alma al punk, también lo trascendió. Si a Sierva María de todos los Ángeles, protagonista del libro ‘De amor y otros demonios’ le seguía creciendo el cabello después de muerta, a Páramos le sucede lo mismo con las mañas. Pero en vida.

Suma el ejercicio de pensar en la sucesión de acciones que se va desarrollando de a ratos: pogo rabioso, mirar al cantante con cara embobada, abrazo con amigo, vuelta al pogo rabioso... Porque, sin ánimo de caer en los aburridos lugares comunes, el público también fue protagonista. Y no precisamente por el festival del salto y la patada. Las edades de los asistentes al show de La Polla Records en Argentina fueron considerablemente menores a las fechas españolas del tour. La energía justa para quienes se perdieron las visitas anteriores y tomaron la fecha como una revancha perfecta para el desahogo del pogo atragantado.

Casi no habla, en un show de cuarenta y cuatro canciones, prácticamente no habla. En un principio apenas mira a la gente. Prefiere ensimismarse con sus músicos (mención aparte para los guitarristas Angel y Txiki) y saltar de lado a lado. Aunque irradia la imagen de un personaje divertido con sus rulos multidireccionales, piercings y tatuajes por doquier, deja bien claro antes de cantar el tercer tema, “Así es la vida”, que no va a hablar mucho, que prefiere tocar. A lo largo de la velada, y a pesar de las payasescas masturbaciones fingidas y unas onomatopeyas que serían sujeto de riguroso estudio para cualquier gurú de la semiología, el artista entona con una imbatible solemnidad fruto del idioma y del mensaje que este despide. Porque ahí está la cuestión; ojalá que las mochilas con calcos de bandas tan disímiles entre sí como Kortatu, Zeppelin, T-Sol o La Renga, sean capaces de guardar todo el contenido que baja del escenario. El quinteto no para y, más allá de la presentación punk, no son nihilistas; brindan demasiados argumentos para ser nihilistas.

Luego de algunos intermezzos con música de la década del cincuenta y canciones de Credence Clearwater Revival (el riff inicial de “Up Around the Bend” tranquilamente podría ser de Sex Pistols), el piso del Punto Único se va transformando en un mar de zapatillas pérdidas próximas a descansar eternamente en algún basural de la Av. 25 de Mayo, ese mismo que alberga a algunos policías con ganas de llamar la atención.  ¿Existe algo menos punk que un dron? “Queridos amiguitos, todo está bajo control”.

Ajeno a la situación, Evaristo canta historias de la Guerra Civil Española y de navegantes lúmpenes que caminaron la oscura etapa del franquismo.  “Es triste que ustedes no se den cuenta que estoy afónico, pero…la emoción es un sentimiento” dice Páramos como si hiciera falta antes de cerrar el show con “Así casca la basca”.

La Polla Records volvió para rebatir una estratagema que el punk actual, salvo honrosas excepciones, parece olvidarse a veces; la melodía, el componente heroico y el discurso pueden convivir sin traicionarse. La Polla suena a eso, justamente a  lo que convierte al punk en algo no perecedero, en un aura radical.

Redacción
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