Crónicas
Ilegales: Tiempos “empudecidos”
«Había expectación por saber si el mal fario les acompañaría en el foro, o se sobrepondrían legando un bolo de los de dejarte el culo torcido. Y fue más lo segundo que lo primero»
Teatro Barceló, Madrid
Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Marina Rouan
La dictadura de lo políticamente correcto puede tener nefastas consecuencias. Lo acabamos de ver en las elecciones andaluzas con el auge de la extrema derecha, que entra por primera vez en un parlamento autonómico desde la época de Blas Piñar, otro delirante energúmeno que pretendía hacer retroceder a un país en desarrollo hasta el fondo de las cavernas. Muchos se escandalizarán, pero la verdad es que no debería sorprender tan infausto panorama en una sociedad que todavía te dice qué canciones se pueden o no se pueden escuchar y ejecuta con normalidad absoluta auténticas cazas de brujas en redes sociales ante los que osan salirse del redil o se atreven a criticar la deriva suicida de la desnortada izquierda hipster contemporánea.
No en vano, si hay algún grupo al que siempre ha perseguido la polémica, esos son Ilegales, que ya desde sus inicios tuvieron que dar mil y una explicaciones por puros ejercicios de provocación como “Heil Hitler” y que, a día de hoy, podrían constituir una verdadera amenaza para prohibidores y ofendiditos con textos como “Eres una puta”. Una actitud que no se ha descuidado ni siquiera en su último álbum ‘Rebelión’, una palabra ya casi proscrita y que alude a delitos tan terribles como eso de poner urnas, un anatema en una tierra que en ciertos aspectos nunca se despegó de la sombra alargada del tío Paco. La justicia sigue atada y bien atada.
Tras los problemas de sonido que sufrieron en el arranque de la gira en Gijón, había bastante expectación por saber si el mal fario les acompañaría también en el foro, o por el contrario se sobrepondrían a ese aciago comienzo legando un bolo de los de dejarte el culo torcido. Y lo cierto es que fue más bien lo segundo que lo primero, pese a que un poco más de garra en el volumen no habría sobrado. El elegante recinto del Teatro Barceló no impidió asimismo que se montaran los preceptivos pogos y que hasta alguno surfeara entre la multitud.
Porque si algo quedó claro después del paso de Ilegales por la capital es que sus fieles mueven montañas, agotan entradas (no en vano se acaba de anunciar una segunda fecha el 25 de mayo de 2019) y arropan a los artistas como si estuvieran en su casa, y eso que siempre he pensado que el público madrileño suele ser bastante más impávido que el de otras comunidades. Pues esa noche, para nada, así se comprobó cuando arrancaron con una intro clásica de Prokofiev y ya entraron en materia con un fragmento de “Stick de hockey”, que enlazaron de un plumazo con “No tanta, tonto”, todo un himno a los conductores suicidas, que diría el maestro Sabina.
Descendieron en la senda de la autodestrucción con “Ella saltó por la ventana” y sin pronunciar palabra se marcaron “Suena en los clubs un blues secreto”, otra de las piezas que más suele agradecer el respetable en sus directos. Turno entonces para que a Jorge le diera por elucubrar sobre el espacio temporal y afirmar que “el presente está hecho de pasado y futuro” antes de la muy apropiada “Agotados de esperar el fin”.
La tensión iba en aumento con “Todo lo que digáis que somos”, himno anti-ofendiditos casi adherido de inmediato mediante un punteo blues a “Voy al bar”. Y siguieron echando la vista atrás con la rabia de dóberman de “El norte está lleno de frío” y el post punk fantasmagórico de “Enamorados de Varsovia”, donde alguno ya se emocionó cantando la primera estrofa antes de tiempo: “Helado en el parque…”.
El remanso de paz de “El bosque fragante y sombrío” valió para recuperar el aliento previamente a soltar de nuevo bilis en “Chicos pálidos para la máquina”, cuya frase “Si no hay odio, no hay rock n’ roll” continúa cobrando vigencia absoluta en los tiempos que corren. Los ánimos se encendieron al máximo en “Yo soy quien espía los juegos de los niños”, con la peña levantando el puño y aplaudiendo grandes revelaciones como que “nuevos cantantes hacen el ridículo en viejos festivales como Eurovisión”.
El desafío a la parca de “Si la muerte me mira de frente, me pongo de lao” aportó contundencia antes del poso delicado de “Ángel exterminador”. Desde luego que aquella noche se resarcieron por el accidentado arranque de la gira que mencionábamos antes y Jorge no dudó en exclamar exultante que aquello “sonaba de puta madre”. En esa tesitura de subidón se arrancaron con “Mi amigo Omar”, una de las piezas de su trabajo más reciente, que tiene pinta de permanecer en el repertorio durante una buena temporada.
La dulce violencia que siempre han pregonado los asturianos irrumpió otra vez con fuerza en la oda a la decadencia “Regreso al sexo químicamente puro” antes de apelar a la “elegancia” de los fieles para apreciar “Me gusta como hueles”. Ahí recordaron una anécdota en la que una chica les dijo que no podían pasar ese tema por una emisora porque hablaba del suicidio. “Hay que ver cómo la cosa se empezaba a empudecer en 1990”, zanjaba Jorge en clara alusión a esta época contemporánea en la que ofende hasta respirar.
Y frente a los progres de postín que desean implantar censura franquista atronaba con toda su saña “Eres una puta”, desafío a musicólogos y otros especímenes actuales. “Si no luchas, te matas” era otro disparo a bocajarro que encontró su réplica en un “Soy un macarra” alargado en plan épico. Y no podían faltar “Tiempos nuevos, tiempos salvajes” o un “Dextroanfetamina” que provocó pogos y hasta gente volando. Lo bonito.
El personal mantuvo el subidón embrutecido de lo lindo en “Bestia, bestia” y a la vuelta para los bises “Los chicos desconfían” se tornó una alternativa aceptable, aunque quizás molaba más cuando empezaban con esta pieza en la anterior gira. “Problema sexual” desató de nuevo jarana en las primeras filas y “Destruye” puso el colofón en la espiral de autodestrucción de “una banda especializada en circunstancias adversas”, según aseveró Jorge. Las armas en alto.
De hecho, no conviene bajar la guardia en estos tiempos empudecidos que nos ha tocado vivir. Se antoja más que nunca necesario abrir ventanas ante los intentos de convertir estancias antaño libres en conventos de moral vigilada. Y si alguien se molesta, no hay problema. Todo lo que digáis que somos lo somos y aun peor.
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3 comentarios
Los cojonudos ILEGALES y su rock canalla bordandolo con esos temazos que con el paso de los años han formado parte de la historia de nuestro rock. La verdad que es lamentable que en una tierra tan humilde y de currantes como es Andalucia haya salido ese "partido" tan askeroso y retrogrado y más en los tiempos que estamos.
Los mejores, los +++ grandes y Jorge es nuestro profeta con verdades como puños
Él habla y da voz a tod@ s los que no podemos o no tenemos el poder de decir lo que pensamos.
Ganas de verlos en BilBo y las veces que se pueda
Jorge martinez es el mejor guitarra rock de este pais , junto a Josele Santigo de enemigos y Armando de Castro... pero es que ademas Jorge como lider, compositor y frontman no tiene precio... Ilegales forever!!