Gritando En Silencio + Kamikazes: Lleno incendiario

Kamikazes

Un llenazo absoluto, incómodo incluso para los aforos que se vienen viendo en la capital de unos años a esta parte, que unió en comunión definitiva a la banda y su público.

Kamikazes la echaron larga y cumplieron con el cometido de calentar un ambiente receptivo, con mucho gentío desde el primer minuto, llevándose una ovación gigante cuando se bajaron del entarimado.

Su punk rock mordiente aceleró el pulso de la velada dejándola en el punto buscado.

Gritando en Silencio tomaron posiciones minutos por encima de las nueve y media, con intro en directo y el arañazo que supone poner ritmo con la determinante “Estaré en el bar”.

No querían irse por las ramas y “¿Dónde te has quedado?” y la corpulenta “Rumbo de colisión” colocaron unos cimientos sólidos para construir sobre ellos un concierto de ensueño. Una vez más.

Gritando en Silencio

Los saludos protocolarios, esta vez concisos y ajustados en tiempo, lanzaban una nueva ráfaga certera con nombres propios: “Actitud”, “Mi último cartucho” y “Dos semanas y unos domingos”. “Sueños rotos” palideció ante sus hermanas, a la vez que “Sácame de aquí” recuperó fervor. Fue mejor recibida “A las armas”, coreada puño en el alto por el grueso de los asistentes, más o menos igual que el hervidero que pone de manifiesto “Entre tus piernas”. Aquello empezaba a tornarse en trascendental.

Apenas oxigenaban entre tema y tema, algo que se agradeció y terminó resultando un acierto tal, que a poco que rebuscaras en el aire se respiraba cada vez más el olor de la victoria. Buena parte de esa fragancia venía empapada en “Alma de blues” y “Mírame desnudo”, piezas de coleccionismo del rock estatal, servidas en bandeja de plata.

Gritando en Silencio

“Dos copas de más”, la flamante “Rutina en las venas” (en la que la parte de Albertucho recayó sobre Luka SinRaza, un músico y cantautor sevillano amigo de la banda), y la tristeza que lleva intrínseca “Perdedores en la lluvia”, dejaron Madrid al borde del colapso. “Volviendo a casa” y “A la luz de una sonrisa” pellizcaron aún más en la herida que ya era palpable en los de abajo, justo antes de levantar el vuelo final con “Vértigo”, quizá su tema más completo, la luminosa “Como si no hubiera nada más”, y el abrasivo y festivo cierre con el escenario inundado de amigos que supuso “Rock & Roll de Barrabás”.

No hubo bises, echaron dos horas del tirón, sin paradas innecesarias, centrados, certeros y eficaces. Cada vez más serios, cada vez más grandes. Con tan solo cuatro discos en el mercado ya se dejan fuera cortes imprescindibles, síntoma inequívoco de su buen hacer. El foro respondió, por enésima vez, al grito de los sevillanos.

Gritando en Silencio

El salto hacia delante está cerca, que lo den pronto, porque con celebraciones como la aquí expuesta se pone de manifiesto la grandeza de una banda hecha para engrosar la reputada historia del rock “de aquí”.

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