Crónicas

Fito & Fitipaldis + Muchachito: 20 años no son nada

«Resultaba especialmente gracioso ver cómo Fito cogía de la mano a sus invitados y les llevaba corriendo a presentarse ante el público. Se nota que es un tío entrañable y que existe verdadera amistad entre sus compañeros y él. »

2 junio 2018

Wizink Center (Madrid)

Texto: Javier García Hualde Fotos: Alfonso Dávila

El Wizink Center es, casi siempre, una caja de sorpresas. Y la parada de la gira de 20º aniversario de Fito & Fitipaldis, la noche del 2 de junio, no iba a ser una excepción. Ya en las puertas se podía ver a gente de todas las edades esperando entusiasmados para entrar, desde adolescentes hasta personas mayores, con unos cuantos conciertos vividos en su trayectoria.

Y así, a las 20:30 horas las puertas se abrieron y el recinto se fue abarrotando de público deseoso de ver a Cabrales y a su banda. Sin embargo, antes nos aguardaba un telonero de lujo, Muchachito. El de de Santa Coloma de Gramanet salió en su habitual formato de hombre banda, cantando, tocando la guitarra y los ritmos él sólo. Cumplió su función perfectamente. No paró de animar al público –que a esas alturas de la velada aún seguía algo dormido- y de incitarles, en varias ocasiones, a gritar “Rock & Roll!”.  En cierto momento, fue acompañado por una banda de trompetistas, que le dieron algo más de dinamismo a su espectáculo. La gente lo pasó bien durante su hora de concierto. Y, por supuesto, cómo no, todos acabamos cantando junto a él, a modo de despedida, su tema más famoso: “Ojalá no te hubiera conocido nunca”.

Llegó el momento del plato fuerte, que aspiró alto desde el principio. El concierto comenzó con un vídeo animado de Fito acompañado por una versión de “The Ecstacy of Gold” de Enio Morricone –sí, la misma canción que usa Metallica para abrir sus conciertos- y, tras unos pocos segundos de silencio, el sonido de “Siempre Estoy Soñando” hizo a todo el mundo saltar y bailar. Fito había llegado, y quería “que nos dejáramos la garganta”. Así fue. “Un buen Castigo” continuó, mientras las pantallas grandes enfocaban a los músicos de la banda para que los que estuviéramos atrás pudiéramos verles.

Si Muchachito había tirado de verborrea durante su concierto, el caso de Fito fue el opuesto. No habló más que lo justo y necesario. ¡Qué carisma desprendían tanto él como su banda de todas maneras! Siguieron con “Por la boca vive el pez”, quizás el primer tema del setlist que conocería cualquier persona, incluso aunque no fuera seguidor del músico. Por supuesto, el Wizink la cantó de principio a fin. Luego llegó “Me equivocaría otra vez”, que continuó la fiesta.

Siguieron temas clásicos como “Lo que sobra de mí” o “Donde todo empieza”, que vino acompañada de un montón de luces de móviles que el publicó sacó para poder realizar una pequeña constelación. También sonaron cortes como “Garabatos”, interpretado de manera magistral por un grupo que está demostrando que todavía le queda muchísimo fuelle. El sonido, por cierto, fue majestuoso. Las circunstancias acompañaban para disfrutar de una noche genial en la que estábamos escuchando todo lo que nos gustaba de Fito.

El bilbaíno nos agradeció el haber venido y dio paso al primer invitado de la noche, ni más ni menos que su telonero Muchachito. Juntos tocaron “No soy Bo Diddley” y “Me tienes frito” en un set acústico muy divertido. Se nota que hay química entre ambos.

Sin embargo, todos sabíamos que las sorpresas grandes estaban por venir. No decepcionaron. El primero fue Álvaro Urquijo, de Los Secretos con el que tomaron el tema clásico de su banda, “Voy a beber hasta perder el control”. Sonó perfecta y fue un chute de adrenalina necesario para encarar el clímax que iba a ser esta última parte del concierto.

Después, Fito volvió a coger el micrófono para presentar a Leiva. Ese músico que está en todas partes y en ninguna al mismo tiempo, puesto que, aunque está tremendamente solicitado y todo el mundo habla de él, pocas veces le veo subirse un escenario a hacer una colaboración. En este caso fue diferente, era él en carne y hueso. Y así comenzaron a sonar los acordes de “Que viene y va”. Esta clase de interpretaciones no tienen por qué ser las más brillantes, pero siempre son, cuanto menos, curiosas y amenas. Resultaba especialmente gracioso ver cómo Fito cogía de la mano a sus invitados y les llevaba corriendo a presentarse ante el público. Se nota que es un tío entrañable y que existe verdadera amistad entre sus compañeros y él.

Comenzaba a acercarse el final, y quedaba un último invitado: Carlos Tarque, de M-Clan. Ambos cantaron “Para Toda La Vida” juntos. Con esto, se acababan los invitados especiales y dábamos paso a la traca final, que contendría ni más ni menos que dos bises. “La Casa por el Tejado” y “Antes de que cuente Diez”,  serían los himnos encargados de cerrar el concierto antes del primer bis. Una vez más, los músicos estuvieron al 100%, al igual que el respetable, que cantó y bailó estos dos temas hasta, en efecto, dejarse la garganta.

Ya sabemos cómo funciona el tema de los bises, es uno de los trucos más viejos de todo el negocio y, actualmente, ya no hay grupos que salgan sin, como mínimo, un par de canciones extra en su set list. Aún con todo, los gritos no cesaron. Todo el mundo sabía que el cantante volvería a salir, pero se notaba en el ambiente esa ilusión, casi infantil, tan propia de un niño antes de un día de Reyes.

Volvió, así, Fito al escenario, y se dispuso, sentado y en acústico, a interpretar una versión de “Rojitas las Orejas”, que se sintió tremendamente íntima y cercana. Después, acompañado por su banda, finiquitó el tema y se marcó una versión de “Soldadito Marinero” bastante larga y mucho más rockera de lo habitual. Pude llegar a oír a algún fan refunfuñando porque el tema estuviera en set list, pero, aunque sólo sea por la gran interpretación que hicieron de él, ese tema no sobraba.

De nuevo, volvieron a amagar con irse, sólo para interpretar “Entre dos Mares” y “Acabo de Llegar”. Al final, se despidieron durante un buen rato y hasta los invitados salieron a posar junto a la banda. Así, desde luego, da gusto celebrar una larga carrera como la de Fito. Fue una gran noche en que todos, desde el propio Fito hasta el público, pasando por músicos e invitados, pusieron su granito de arena para crear una velada perfecta. ¡Ojalá sigan así en la gira de los 30 años!

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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