Crónicas

Effe + Cuatro Madres: El grito de la España vaciada

«Cerremos los ojos y abramos bien los oídos. Así suena el grito de la España vaciada. La revuelta de los invisibles.»

18 enero 2020

Sala Azkena, Bilbao.

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Frente a polémicas estériles que causan vergüenza ajena en pleno siglo XXI, existen otros temas que es todo un acierto que se hayan sacado a la palestra, aunque sea por pura cuestión de aritmética parlamentaria. Uno de ellos lo encontraríamos en el extraordinario relieve que ha cobrado Teruel en los últimos meses, una región que se ha convertido en representante de todos esos pueblos abandonados de la mano de Dios a los que esas historias de nacionalismo y autodeterminación les suena a “cosas de ricos”, como definió acertadamente el diputado Tomás Guitarte.

Precisamente de esta zona que hasta hace pocos meses no importaba a nadie procede Effe, un sincero grupo de rock urbano en la onda de Marea o Sínkope que trata de aportar su granito de arena a un panorama en el que las grandes urbes y la periferia ya pueden mirarse de tú a tú. Porque al igual que en otras ciudades suele surgir cierta escena local o algún colectivo de bandas hermanadas entre sí, seguro que en estos momentos no estamos más que observando la punta de un iceberg cuyas verdaderas formas poco a poco se irán vislumbrando en el futuro.

Cuatro Madres

En una jornada complicada en la capital vizcaína en la que había conciertos casi en cada sala, puede considerarse todo un logro que dos combos nacionales consiguieran reunir a una afluencia bastante aceptable en el Azkena. Hace unos años ni nos plantearíamos quejarnos por la abundante oferta cultural del botxo, aunque es evidente que con una cartelera tan prolífica las pequeñas formaciones necesitan sudar sangre para hacerse un hueco.

Y eso que el plantel de la velada era a priori atractivo con el concurso de los navarros Cuatro Madres, a cuyo vocalista vimos hace nada colaborando en el final de gira de sus paisanos Marea. Las conexiones con Kutxi y compañía no se quedan ahí, ya que su debut ha sido producido por Kolibrí Díaz y es evidente que los de Berriozar han dejado una huella importante en su sonido, pese a que tiren más hacia el rollo del rock n’ roll. Con una puesta en escena muy enérgica, no tardaron en meterse en el bolsillo a los asistentes y, ante algún problemilla con el micro, optaron por cantar a viva voz, otro gesto que les honra.

Piezas a degüello como “El primer paso” o “Tierna suciedad” ejemplifican de lleno que estos muchachos de agallas no andan escasos, del mismo modo que su peculiar revisión del “Vidas cruzadas” de Quique González, a la que aportan todo el brío rockero que le faltaba a la original. Para seguirles la pista.

Tras esa intro en la que se escuchan risas y balbuceos infantiles que da inicio a su reciente álbum ‘Ni realidad ni quimera’, Effe abrió pisando a fondo el acelerador con el trallazo “Como, Cuando, Si” y no tardaron en reivindicar la España vaciada al afirmar que Teruel “ahora se ha puesto de moda”, pero sin olvidar que en realidad ellos siempre habían estado ahí. “Me muero” mantiene sin problemas el subidón, al igual que “Era el mar”. Las composiciones desde luego no fallaban a la hora de captar el interés, así como sus letras poéticas de garito.

Effe

El problema residía esa noche en que el personal no se mostraba en un inicio demasiado participativo, así que emplearon la vieja máxima de “si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”, es decir, que optaron por sumergirse en varias ocasiones entre el respetable y así conseguir despertar el entusiasmo, algo que finalmente lograron. En lances tan complicados es donde se notan las tablas de verdad, no en vano hasta la fecha han publicado ya tres discos de estudio.

“Ella es mi ruina” reincide en la filosofía de entrepierna, mientras que se ponen trascendentales con un “Resurrección” en el que se aproximan al heavy metal patrio. “Mientras quede luz en la mirada, seguiremos empujando”, nos suelta su vocalista antes de “Cachorro” y advertimos que las presentaciones de los temas también poseen una deuda pendiente con Kutxi Romero, aunque sin perderse tampoco por excesivos vericuetos poéticos.

Como no podría ser de otro modo, en “Una tierra sin huellas” reivindican su terruño y no dudan en censurar la despoblación masiva de su región ante el mirar hacia otro lado de las autoridades. Una protesta que amplificaron al reproducir el vocalista el conocido lema de que “ser menos no resta derechos” y que esperemos que se convierta en un mantra en la presente legislatura en vez de otras preocupaciones aldeanas que no ven más allá de su nariz. La voz de los olvidados.

Curiosamente, por ese aire de tirados o de expulsados del sistema, no tardamos en concluir que quizás estén mucho más cercanos a Sínkope que a Marea, por algo Vito Íñiguez y compañía también provenían de otra de las zonas más injustamente tratadas de la península, con un servicio ferroviario prehistórico indigno de cualquier país europeo. Una influencia que sobresalía en especial en “De papel y plata”, uno de los cortes más destacados de su debut.

El cambio de rollo de “Eterna, tranquila y formal” pilló a buen seguro a muchos con el pie cambiado, pero agradecimos ese aire rock n’ roll a los primeros M-Clan o a Los Zigarros; ojalá se animen a profundizar en esta onda que aporta bastante variedad en las distancias cortas. Otra de las piezas que parece pensada para el directo es “A tomar por culo otra quimera”, que tiene muchas papeletas para convertirse en un futuro en un clásico de sus bolos.

“A la sombra de una encina” estuvo dedicada a sus colegas de Teruel, en concreto, a una pareja que andaba por primera fila, por lo que el cantante hasta se animó a cederles el micro. Y siguiendo la máxima de Mahoma que mencionábamos antes, el grandullón bajista se hizo hueco en medio del garito mientras atronaba “Tu sinsentido, mi sinrazón”, otra tonadilla que parece evocar la tierra olvidada que les vio nacer. La Turboleta de los celtíberos.

La peña terminó pidiendo bises, pero fue imposible conceder tal deseo debido a las limitaciones de horario de la sala. Lo que nadie nos quitaría sería ese agradable sabor tras haber catado una muestra de lo que se hace en latitudes no tan pobladas de la península. Cerremos los ojos y abramos bien los oídos. Así suena el grito de la España vaciada. La revuelta de los invisibles.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Cojonudas actuaciones por parte de estas dos buenas bandas en la sala Azkena bilbaína presentando ambos grupos lo nuevo que se traían entre manos.

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