The Santana Experience: El respeto debe ser la mamá de las palabras

Foto: Pablo Rodríguez

Este momento responde al regreso oficial de Acosta a los escenarios, si bien jamás se ha alejado de la música, se ha mantenido dentro de la escena musical ecuatoriana desde la producción y la ingeniería de sonido en vivo, por lo que a su alto talento hay que sumarle esa condición de testigo del acontecer en el rock local desde los años sesenta, en este regreso, que en teoría es un tributo a Santana, encontramos muchos más que la sola ejecución de canciones del mexicano.

La relación del “Negro” Acosta con la música de Santana en vivo no es reciente, data de un concierto denominado ‘Celebration’, en el que debutó con su homenaje a Santana el 4 de junio de 1993 junto a varias bandas locales, algunas de las cuales hoy ya no existen. Enorme furor causó aquel ‘Celebration’, que se lo realizó posiblemente un par de veces más, y que fue como que el siguiente proyecto de Acosta luego de transitar por bandas importantes del rock local como Tarkus y Friendship.

Así, este nuevo tributo a Santana pudo haber sido un concierto más, haciendo covers de un músico muy reconocido en Ecuador y en el mundo, pero al ser interpretado por una figura como la de Acosta, bastaba como para hacerlo en uno de los escenarios más destacados de Ecuador, como el Teatro Nacional Sucre, y ambos nombres, Santana y Acosta, suficientes para llenarlo, cosa muy difícil de conseguir por grupos ecuatorianos en ese escenario, y que dentro de géneros cercanos, solo lo han logrado bandas como Guardarraya y el extinto Hittar Cuesta, célebre guitarrista lojano cuya última gira internacional pasó por España.

Foto: Omar Arregui

Esta primera expectativa se cubrió con creces, llegando más allá del tributo, al ver a un Acosta rodeado de un sexteto de músicos ecuatorianos muy jóvenes (el batería, Luiggy Bolaños, apenas pasa de los 20 años),con quienes hasta se tomaron algunas licencias en ciertas canciones de Santana, que aparte de darle otro color a su música, nos evidenciaron la enorme valía de esa nueva generación de músicos ecuatorianos. Las interpretaciones de “Europa” y el hermoso solo de guitarra de Acosta en “Jingo” fueron los momentos más especiales de la noche, mientras que en el popurrí de “Black Magic Woman”, “Gypsy” y “Oye” cada uno de los músicos tuvo su espacio para mostrarse en todo su esplendor. Mateo Jaramillo, Sebastián Salvador y Miguel Zúñiga marcaron la cadencia en la percusión menor, y la batería de Luigi Bolaños llevó la intensidad de forma impecable, haciendo el marco para que los teclados de Nicolás Cruz marquen el acento junto al bajo Andrés Morales. En las voces, Sebastián Salvador guió la noche con un mensaje a medio show en el que manifestó la necesidad de valorar el pasado, “Que Woodstock se reinvente día a día, pero esta vez no solo para hablar de la paz, sino del respeto, que debe ser la mamá de las palabras”, dijo.

Y entonces nos recordaron por qué nos metimos a recorrer la senda del rock, que esto va más allá de un momento de placer sonoro escuchando nuestro tema preferido, que el rock es la banda sonora de nuestras vidas, para alegrarnos, claro, pero sobre todo para hacer de nosotros, mejores personas.

Foto: Omar Arregui

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